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lunes, 31 de agosto de 2015

Maduro emprende desesperada gira en busca de dinero

Escasez alcanza niveles desesperantes
Régimen necesita $26,000 millones, $5,000 millones para importar comida
Saqueos y largas filas por comida se tornan cada vez más comunes en Venezuela



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María Aguirre, una anciana de 76 años, aguardaba en la mañana del viernes junto a otras 5,000 personas a que abrieran la entrada del mercado popular en Sabaneta, donde el régimen bolivariano tenían previsto realizar “una megajornada social” de alimentación para paliar los agudos problemas de desabastecimiento que enfrenta la llanera localidad del estado Barinas.
Pero cuando finalmente abrieron las rejas, la ansiedad represada hizo erupción.
La multitud corrió hacia la entrada, temiendo todos que solo los primeros tendrían acceso a los poco que estaría disponible. En medio de la desesperación, pocos notaron que la anciana había caído al piso. Aguirre murió aplastada, mientras que otras 75 personas resultaron heridas en la estampida humana y en los posteriores intentos de la Guardia Nacional por controlar a la multitud que intentaba ingresar a la fuerza.



Tragedias como éstas se han vuelto comunes en Venezuela, en momentos en que el colapso del modelo petropopulista del chavismo ha derivado en una crisis de desabastecimiento sin precedentes. Es una situación que se está convirtiendo en un grave problema de estabilidad para el gobernante Nicolás Maduro, quien esta semana inició una nueva gira por China y Vietnam en busca de dinero fresco para alejar al cada vez más cercano espectro de la hambruna en un país que se precia de contar con las mayores reservas petroleras del mundo.
Los expertos señalan que Maduro necesita urgentemetne conseguir financiamiento por $26,000 millones, $5,000 millones de inmediato para evitar que la ya muy precaria situación de desabastecimiento se le salga de las manos al gobernante bolivariano. Pero los prospectos de conseguir ayuda actualmente lucen remotos ante las arruinadas condiciones en que se encuentran las finanzas venezolanas.
“Ya Venezuela no tiene garantías que brindar para obtener financiamiento. Todas las fuentes de repago están copadas”, advirtió desde Caracas el columnista David Moran. “Y sin eso no luce posible que los chinos accedan a poner más dinero en Venezuela”.
En intentos anteriores de conseguir dinero fresco, Maduro había ofrecido colocar en garantía parte de las cada vez menores reservas de oro, explicó Morán, ingeniero y profesor universitario de Planificación Estratégica.
“Les había ofrecido oro, pero no se lo aceptaron porque ante la caída de los precios del oro, sabían que era una garantía que se estaba devaluando”, señaló.
Y los derechos especiales de giro [reservas guardadas en el Fondo Monetario Internacional], ya los sacó, y le queda un flujo petrolero que ya está muy comprometido”, no solo porque es requerido para sostener la economía venezolana, sino porque volúmenes substanciales de futura producción ya han sido vendidos anticipadamente a India y a la propia China, explicó.
Además de ello, el régimen ya endeudó a su unidad petrolera estadounidense Citgo, hasta el extremo de que el valor de los pasivos de la compañía podrían estar en este momento superando el de los activos.
“Es difícil ver a los chinos aportando los montos que están siendo requeridos en las actuales circunstancias. Ni siquiera $2,000 o $3,000 millones lucen posibles”, señaló.
Maduro, sin embargo, parece pensar distinto.
Maduro llegó el domingo a Vietnam, en una escala de dos días antes de retomar su viaje hacia China. Desde Caracas, fuentes oficiales citadas por la agencia Efe dijeron que Maduro aspira firmar nuevos acuerdos económicos y de cooperación, pero no adelantaron el alcance de los mismos.
Maduro emprendió el viaje, con una comitiva de más de 100 personas, en medio de proyecciones de que los ya desesperantes índices de escasez por los que atraviesa el país podrían empeorar sustancialmente en las próximas semanas, a medida que las pocas empresas que aún producen en el país comiencen a suspender indefinidamente sus operaciones ante la falta de materias primas importadas.
Los problemas de desabastecimiento, provocados por el colapso del modelo petropopulista aplicado por el chavismo, se han acentuado ante la caída en los últimos meses de los precios del petróleo, producto que genera cerca del 95 por ciento de los dólares que ingresan al país.
La cesta venezolana de crudo, que hace un año se encontraba por encima de $95 el barril, cerró el viernes en $36.48.
Y la situación luce aún más preocupante para el próximo año, al no distiguirse posibilidades de mejora del deprimido mercado petrolero mundial, dijo desde Caracas Orlando Ochoa, profesor de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello.
“Es evidente que no hay forma de cubrir para el 2016 las cuentas de importaciones básicas y de servicio de la deuda”, advirtió Ochoa, al señalar que esa es una de las razones por las cuales el régimen de Maduro ha estado tratando de convencer a China de que le preste nuevamente cerca de $11,000 millones que Venezuela ya canceló de un préstamo de $20,000 millones adquirido en el 2010.
“Entiendo que de ese préstamo ya se ha pagado algo más de la mitad, y que el gobierno ha estado pidiendo que le vuelvan a prestar ese monto. Pero el gobierno chino ha sido renuente”, explicó, antes de añadir que es muy posible que Maduro se esté dirigiendo nuevamente a Pekín para insistir en el tema.
“El gran temor de esto, son las garantías que Maduro puede ofrecer en desesperación”, alertó Ochoa. “Cuando un gobierno está desesperado por las finanzas, puede terminar regalándolo todo para conseguir unos pocos centavos”.
Puede que ese tipo de operaciones, de realizarse sin emprender un cambio radical en la conducción de la economía venezolana, sea pan para hoy y hambre para mañana, pero la situación en la calle ya se está tornando insostenible para millones de venezolanos.
La crisis es particularmente difícil para los mayores de edad, quienes como Aguirre, se ven obligados a salir de sus casas, en un peregrinaje angustiante y recurrente, para tratar de conseguir comida.
“Es para estar en la casa cuidando a los nietos y descansando como Dios manda, no para pasar la vejez metida en una cola”, dijo Petra Brito, de 60 años, desde Barquisimeto, en declaraciones para el portal El Informador.
En vez de ello, Brito está condenada a pasar todos los días haciendo cola –con un sol inclemente y bajo la ocasional lluvia– para alimentar a su familia, en vista de que sus hijos no pueden porque no pueden faltar a sus empleos.
Siga a Antonio María Delgado en Twitter:@DelgadoAntonioM

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