El estudio realizado en 1.099 hogares reveló
que tanto niños como adolescentes temen quedarse sin alimentos en sus
casas, lo que antes no fue motivo de preocupación
La crisis económica y política
también está dejando secuelas en niños, niñas y adolescentes. En 67% de
los hogares del área metropolitana de Caracas, consultados por el Centro
de Investigación Social, Cisor, no hay suficiente comida para todos los
miembros de las familias durante toda la semana. Ese es solo uno de los
datos que arroja la encuesta realizada por esta organización y Cecodap
sobre los efectos de la crisis económica y política en niños, niñas y
adolescentes.
La investigación se
hizo en 1.099 hogares entre el 14 de julio y el 28 de agosto de este
año, tiempo en el cual se entrevistaron a 692 niños y 407 adolescentes
de los cuatro estratos sociales en los cinco municipios que forman el
área metropolitana de Caracas.
Tanto
las madres o cuidadoras como los adolescentes ofrecieron información
sobre sus hábitos alimenticios, la percepción que tienen frente a la
violencia, las condiciones sanitarias de su entorno y la salud. También
se les consultó sobre las actividades que prefieren realizar en su
tiempo libre.
De los 1.099 hogares,
61% (670) considera que la alimentación no satisface el apetito. De esa
misma totalidad, 31,39% (345 hogares donde viven 1.526 personas) dejan
de hacer al menos una de las tres comidas principales del día. Los
investigadores comentaron que casi siempre es el desayuno.
105
niños y 113 adolescentes temen que en sus hogares se queden sin
alimentos. “Algo que antes no era motivo de preocupación y que ahora se
ha convertido en un aspecto terrible que viven los niños”, aseguró
Matilde Parra, coordinadora del estudio.
Los
adolescentes añoran cereales, arroz, pasta y caraotas. Tampoco comen
frutas, carne de res, pescado ni leche. “No los pueden comprar porque
son muy costosos o no se consiguen en los comercios”, señala el informe.
Aunado
al asunto de la comida, la escasez de medicinas y la debilidad física
de los niños, niñas y adolescentes hacen que la salud y la alimentación
sean los principales motivos para ausentarse de la escuela.
Medicamentos también son un problema. En
el último año, de acuerdo con la muestra, 252 niños, niñas y
adolescentes enfermaron o tuvieron un accidente y les prescribieron una
medicina. De ellos solo 2,38%; es decir, 6 compraron con facilidad el
medicamento en un expendio. De resto, 174 buscaron en distintas
farmacias, 43 lo recibieron en un establecimiento público de salud, 43
acudieron a las redes u organizaciones, 42 lo compraron más caro a otras
personas, 30 lo intercambiaron por otro medicamento o artículo, 11 lo
consiguieron en otra ciudad, 9 en otro país, a 8 se los regaló un
familiar, 8 lo tenían guardado en su casa y 4 lo recibieron gracias a
una donación.
Además, de 124 niños y
66 adolescentes que padecen enfermedades crónicas, 100 no reciben
tratamiento, pues no los encuentran todos y 21 no cuentan con el dinero
suficiente para comprarlo.
Como si
fuera poco, Parra añadió que la crisis y falta de dinero incide también
en el deterioro de la calidad de vida. 83% de los hogares consultados
declararon que no tienen suficiente dinero para divertirse y salir
juntos: “Imagínense a los niños encerrados en sus casas porque no hay
con qué llevarlos a pasear”, comentó.
Sobre
la violencia, el estudio reveló que 89% de los hogares refleja una
forma inapropiada de convivencia y que puede llegar a ser destructiva:
“Se gritan e insultan cuando discuten (34%) o se evaden mutuamente para
no pelear (55%)”.
Algo que llamó la
atención de los encuestadores es que 3% de los consultados admitiera
que en sus hogares ocurren peleas y discusiones entre hermanos o entre
padres e hijos por los alimentos. Eso desconcertó a los responsables de
la investigación, quienes lamentaron que eso esté sucediendo en el país.
Ante
todo este panorama, Carlos Trapani, investigador de Cecodap, pidió que
se priorice la protección de los más vulnerables en el contexto de
crisis y que se invierta en la niñez de forma prioritaria.
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