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lunes, 26 de junio de 2017

“No tengo miedo, prefiero morir en la calle en resistencia que en una cama"


“Vengo a las marchas porque mis hijos se fueron del país. Soy diabética, no consigo los medicamentos. Para morir en una cama, prefiero que sea en una protesta de estas. Igualmente me voy a morir y en mi casa no me voy a quedar”, manifestó con determinación la “abuela del casco rojo” –prefiere que la llamen así-, quien se ha mantenido “en la lucha” 77 de los 87 días de protestas en el país.


“Sus hijos” –como les dice a los muchachos manifestantes– la apodan así por su casco de plástico de color rojo, el cual no solo usa para protegerse la cabeza de los disparos de lacrimógenas y perdigones a los que se expone en las protestas, sino también para plasmar allí sus mensajes de descontento contra la crisis que agobia al pueblo venezolano.
La mujer de 58 años de edad es diabética y desde hace varios meses tiene suspendido el tratamiento para controlar la enfermedad, debido a que no consigue la medicina ni otros dos fármacos que le pueden servir de paliativo. “Estoy expuesta a caer en un coma diabético, no se consigue nada”, lamentó.
Pese a la enfermedad que padece y a la represión, señaló que no teme acompañar y ayudar a “sus hijos” en las protestas. “No tengo miedo. Me han dado perdigonazos y el miedo lo perdí. Ese dolor no es tan fuerte como perder a Venezuela. Prefiero morir en la calle, en resistencia, que en una cama”, expresó mientras mostraba varias heridas de perdigones en los brazos.
La mujer, que vive en el municipio Libertador, aseguró que ha sido testigo de la muerte de 11 manifestantes en Caracas, y por eso en su casco lleva estampadas 11 estrellas blancas. “Son las estrellas de nuestra bandera. Estas estrellas son los muchachos que he visto caer cuando los mata una bomba lacrimógena o un disparo de perdigón. Siento impotencia y un dolor tan grande y me pregunto por qué los vamos a dejar solos”, manifestó con conmoción.
También está grabado a los lados del casco el símbolo de la paz y las palabras “calle” y “resistencia”. Es su manera de apoyar y alentar a los manifestantes a continuar en la calle, a no rendirse “hasta lograr la paz y la libertad para Venezuela”, explicó la abuela el sábado mientras junto a un grupo de mujeres hacía una cadena humana frente a la Base Aérea de La Carlota, para proteger a los jóvenes de cualquier ataque por parte de los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana que resguardaban el perímetro militar.
“Ellos –la resistencia– son mis libertadores, en la nueva historia serán los libertadores”, indicó en medio de un clima de impotencia y tristeza durante la protesta del sábado en la autopista Francisco Fajardo justo en el lugar donde asesinaron a David Vallenilla, cuando protestaba el jueves pasado. Declaró que le preocupa que la juventud emigre a otros países, ya que sus dos hijos forman parte de la cifra de venezolanos en el exterior.

Es la primera vez en su vida que protesta. “Nosotros vamos a triunfar, porque el bien vence al mal”, dijo con el mismo temple que cuando manifestó que no tenía miedo. Aseguró que pese a la crisis económica, política y social actual, tiene esperanzas de que vendrá un cambio positivo. “Esos muchachos van a tener un futuro garantizado aquí en su país, lleno de todo lo que nos merecemos”, afirmó. 

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