Desde julio pasado el Cardiológico
Infantil Latinoamericano Dr. Gilberto Rodríguez Ochoa estaba paralizado y
los 5.000 niños con cardiopatías que están en lista de espera no tenían
ninguna esperanza de seguir viviendo. La única respuesta que recibían
los especialistas es que la máquina para medir gases en sangre estaba
dañada.
Esta semana, después de dos meses, se
hicieron los primeros intentos para reanudar las intervenciones. El
martes se hizo el plan quirúrgico para dos niñas de 1 año y 5 años,
pero por la falta de intensivistas no pudieron llevarlas a quirófano. El
viernes fue intervenida una adolescentede 14 años.
Entre 2010 y 2012 el centro de salud
pudo atender en promedio 1.200 niños, pese a que la promesa era cubrir
4.000 casos. Desde 2013 los números se fueron en picada. La última
actualización del Cardiológico indica que hasta mayo de este año se
atendieron 192 casos, de los cuales 101 fueron cirugías, 86 de
hemodinamia y 2 de electrofisiología.
En 2006, cuando se creó el
Cardiológico Infantil, se calculaba una deuda quirúrgica de 5.000 niños.
Cada año nacen 3.600 personas con cardiopatías congénitas, de los
cuales 1.200 no pueden esperar más de un año para ser operados. Además
de la estructura, el Cardiológico sería un centro de posgrado para
formar al personal humano. Se prometió atender a 4.000 casos anuales y
especializar 50 médicos.
Hoy, de 12 intensivistas
que trabajaban en este centro de salud desde sus inicios solo quedan 3.
De 5 cirujanos cardiovasculares venezolanos y 2 cubanos que integraban
el equipo, quedaban 2 este año y recientemente se sumaron 2 más. De 10
anestesiólogos especialistas en cirugías cardiovasculares para niños que
se formaron en el Cardiológico, 7 se fueron del país y 1 trabaja en
privado. Quedan solo 2 trabajando.
La directora del Cardiológico, Isabel
Iturria, decide cuál niño se operará. El personal de salud asegura que
solo se están atendiendo casos de baja complejidad como comunicaciones
intraventriculares. Por el contrario, las insuficiencias tricúspides,
mitral y aórtica, de alta complejidad, no reportan ni una sola
intervención cuando entre 2008 y 2009 se operaron 62. La Tetralogía de
Fallot tiene 11 cirugías este año, mientras que en 2007 y 2009 se
operaron 98 y 86 en cada año.
Se pierden los latidos. Leyda
Colmenares le dijo a su marido en febrero que debía irse del país para
ahorrar divisas y lograr salvar a su hijo que nació con atresia
pulmonar. Ese mes fue a consulta en el Cardiológico porque a su hijo se
le adeuda su tercera y última operación desde hace dos años, pero el
cirujano que la atendió le dijo que buscara opciones fuera del país
porque las probabilidades de entrar al quirófano eran casi nulas. Su
esposo optó por irse a Ecuador para trabajar y ahorrar en divisas para
poder someter a su hijo a una cirugía en Bucaramanga por 18.000 dólares.
El hijo de Colmenares hoy tiene 8
años. Llegó a esta edad porque cuando el Cardiológico operaba con una
mayor regularidad pudo ser intervenido dos veces: la primera cirugía se
le hizo a los 22 días de nacido, cuando fue trasladado desde San
Cristóbal en ambulancia para salvarle la vida. Y lo lograron. A los 7
meses de edad fue su segunda operación sin tiempo de espera, más que el
recomendado por su médico tratante. Hoy ya no tiene opciones.
Colmenares cuenta que buscó ayuda en
Pdvsa y de allí la enviaron a una consulta privada en la Clínica
Caracas, donde atiende un cirujano cardiovascular que también opera en
el Cardiológico. Solo con ese informe la empresa estatal comenzaría a
buscar los recursos.
“Yo no tengo dinero para ir a Caracas
a hospedarme ni pagar esa consulta privada y cada minuto cuenta. Mi
hijo ha ido creciendo y su cuerpo le exige más. Se cansa, tiene morada
la boca. Se va cansando y va retrocediendo porque entre más crece, más
le pide su corazón. Ya no da para más”, cuenta su madre
La demanda se incrementa año tras año
y no hay otros centros especializados en el país para darle esperanza a
las familias. Desde hace cinco años no reciben presupuesto los
servicios de Cirugía Cardiovascular de los hospitales Universitario,
Pérez Carreño, Militar y el J.M de los Ríos, en Caracas; ni tampoco el
Hospital Universitario de Mérida, el Central de Maracaibo y laAsociación
Cardiovascular Centro Occidental en Barquisimeto
Mientras, en el Cardiológico ya no se
pueden hacer ni diagnósticos. El personal del hospital reporta que solo
hay un equipo de radiología portátil; mientras que el tomógrafo y el
equipo para hacer resonancias magnéticas están dañados desde 2015. Los
números muestran el descenso: En 2009 –cuando el Cardiológico tuvo su
mayor productividad– se hicieron 10.412 diagnósticos y hasta mayo
de 2017 solo se cuentan 1.384. De 3.987 ecocardiogramas en 2009, se
descendió a 766 en 2017. Y de 116.000 pruebas de laboratorio que se
hicieron en 2009, actualmente se reportan 11.763.
Hoy, el cirujano cardiovascular Jorge
Prieto, ideólogo del Cardiológico Infantil, recibe a diario tres
llamadas de padres pidiendo asesoría, mientras ve su proyecto venirse a
menos año tras año. Asegura que solo puede operar máximo a 10 niños al
año en privado si sus padres consiguen el dinero. Una cirugía
cardiovascular pediátrica a principios de septiembre tenía un costo de
69 millones de bolívares.
“El niño cardiópata está sentenciado
porque, así se vaya del país, de dónde sacarán los dólares. Tengo un
luto, pero no estoy frustrado porque con dos casos me doy cuenta de que
puedo hacer algo; tengo la satisfacción de que al colega que opera
conmigo le gusta estudiar la cardiopatía congénita y se está entrenando.
El sueño que yo tenía no era formar a uno sino a 30, pero me conformo
con este único”, dice Prieto, que ya está jubilado del sector público.
“Mi hijo ha ido creciendo y su cuerpo le exige más. Se cansa, tiene morada la boca. Se va cansando y va retrocediendo porque entre más crece, más le pide su corazón. Ya no da para más”Leyda ColmenaresMadre de niño cardiópata de 8 años
EL DATO
En 1998 el cirujano cardiovascular
Jorge Prieto lograba, junto con su equipo de trabajo en el Hospital J. M
de los Ríos, operar hasta 300 niños anualmente. Ese año, luego de
ser elegido presidente, Hugo Chávez visitó el pediátrico una noche y
conoció a un niño que debía ser operado del corazón. A las semanas
Prieto le salvó la vida y entonces el mandatario se vinculó. Se interesó
en el tema y pidió al médico especialista que le explicara el problema
que había en el país. Prieto propuso crear un hospital especializado y
comenzó a planificar con tres médicos cubanos –impuestos por el
gobierno– que nunca habían operado a un niño
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