Maireilys
Álvarez Rodríguez, una doctora cubana que trabaja en São Luís, Brasil,
como parte de un programa para importar a miles de doctores de Cuba y
otros países para brindar atención en áreas remotas y empobrecidas.
Credit Dado Galdieri para The New York Times
RÍO DE JANEIRO — En un raro acto de desafío colectivo, montones de
médicos cubanos que trabajan en el extranjero para enviarle dinero a sus
familias y a su país han presentado demandas para separarse del
gobierno cubano, exigen ser liberados de lo que un juez definió como una
“forma de trabajo esclavo”.
Por Ernesto Londoño para The New York Times
Miles de médicos cubanos trabajan en el extranjero con contratos que
las autoridades cubanas han suscrito con países como Brasil, que le
pagan millones de dólares mensuales al gobierno comunista de la isla por
la prestación de los servicios de salud. Eso convierte a los médicos en
uno de los más valiosos productos cubanos de exportación.
Sin embargo, los médicos solo obtienen a cambio una pequeña porción
de ese dinero, y en Brasil crece la cantidad de médicos que han
comenzado a rebelarse. El año pasado, por lo menos 150 cubanos
presentaron demandas en los tribunales brasileños para impugnar el
acuerdo, al exigir que se les trate como contratistas independientes que
ganan salarios completos y no como agentes del Estado cubano.
“Cuando uno sale por primera vez de Cuba, uno descubre muchas cosas
que hasta ese momento tenía los ojos vendados”, comentó Yaili Jiménez
Gutiérrez, una de las médicas que presentaron una demanda. “Llega un
momento en que te cansas de ser esclavo”.
Desde hace décadas, artistas y atletas cubanos han desertado durante
los viajes al extranjero, y la mayoría de ellos terminaban viviendo en
Estados Unidos. Sin embargo, las demandas en Brasil constituyen una
rebelión jurídica inusual que afecta uno de los esfuerzos más
emblemáticos de Cuba. Para el gobierno de la isla enviar médicos al
extranjero no solo es una forma de obtener las ganancias que necesitan
con premura, sino que también ayuda a promover la imagen de la nación
como una potencia médica que frecuentemente acude en ayuda del mundo.
Ahora los desafíos legales son más importantes porque los doctores
han perdido el estatus que convertía a Estados Unidos en su destino más
frecuente. El gobierno estadounidense, que durante décadas ha intentado
socavar a los líderes de Cuba, estableció un programa en 2006 para
recibir a doctores cubanos con el objetivo de exacerbar la fuga de
cerebros de la isla.
Sin embargo, en uno de sus últimos intentos por normalizar las
relaciones con Cuba, el presidente Barack Obama finalizó en enero el
Programa de Permisos para Profesionales Médicos Cubanos que le permitía a
esos profesionales ubicados en otros países poder obtener visas de
residencia permanente en Estados Unidos.
“El haber cerrado el parole para nosotros fue un gran impacto”,
comentó Maireilys Álvarez Rodríguez, otra de las doctoras que
presentaron una demanda en Brasil. “Esa era la salida para muchos de los
que estábamos aquí”.
El fin del programa de visas significa que el futuro de
estos profesionales ahora está en manos de la justicia brasileña. Los
tribunales de ese país se han pronunciado principalmente en contra de
los médicos cubanos, pero algunos jueces se han puesto de su lado al
permitir que trabajen por su cuenta y ganen su propio dinero.
La decisión de los doctores los expone a sufrir graves
repercusiones por parte del gobierno cubano, incluso podrían ser vetados
de ingresar a la isla con lo que les impedirían ver a sus familias
durante años.
Las semillas de la rebelión se sembraron hace un año en una
conversación entre una doctora cubana y un clérigo en un pueblo remoto
en el noreste de Brasil.
La médica cubana, Anis Deli Grana de Carvalho estaba por finalizar el
tercer año de su asignación médica pero se había casado con un hombre
brasileño, por lo que quería quedarse en el país y seguir trabajando.
El pastor se sintió indignado al saber que, conforme a los términos
de empleo, los cubanos solo ganan una cuarta parte del monto total que
el gobierno brasileño le paga a Cuba por sus servicios.
De inmediato, la puso en contacto con un abogado de Brasilia, la
capital brasileña. A fines de septiembre del año pasado, presentó una
demanda en un tribunal federal para trabajar como contratista
independiente.
En cuestión de semanas, montones de médicos cubanos siguieron el
ejemplo de Grana y presentaron demandas en los tribunales brasileños. El
gobierno brasileño, que firmó el acuerdo con Cuba en 2013 para proveer
servicios de salud en las regiones menos atendidas del país, está
apelando los casos ganados por los médicos y piensa que prevalecerán.
“No hay injusticia”, declaró el ministro de Salud, Ricardo Barros. “Cuando ellos firmaron, aceptaron los términos”.
Álvarez y su esposo, Arnulfo Castanet Batista, quien también es
médico, vieron una oportunidad en el estipendio ofrecido por el gobierno
cubano para trabajar en Brasil, por lo que ambos se enrolaron en el
programa en 2013.
El empleo significó que tuvieron que dejar a sus dos hijos pequeños
al cuidado de parientes, pero cada uno ganaría 2900 reales brasileños
mensuales —que antes valían unos 1400 dólares, y ahora son 927—,
cantidad que les parecía inmensa en comparación con los 30 dólares
mensuales que ganan en su país.
“Era una oferta bastante aceptable en comparación a lo que ganábamos en Cuba”, dijo Álvarez.
Así que se despidieron de sus hijos y tomaron vuelos a Brasil para
formar parte de la primera ola de doctores cubanos a los que recibieron
en aeropuertos con letreros de bienvenida y camisetas del “Che” Guevara.
En aquella época, el gobierno de izquierda de la presidenta Dilma
Rousseff, consideró la expansión del acceso a los servicios de salud un
elemento crucial para su meta de construir una sociedad más igualitaria.
Con el excedente de recursos derivado del auge en el mercado de las
materias primas, Brasil importó a miles de doctores de Cuba y otros
países para que brindaran atención primaria en áreas distantes y pobres
con un programa llamado “Mais Médicos” (Más Médicos, en español).
La Organización Mundial de la Salud sirvió como intermediaria en el
acuerdo por el cual, Brasil le pagó a Cuba más de 3600 dólares al mes
por cada médico, o casi cuatro veces de lo que le pagaban a los médicos
cubanos. Aproximadamente, 18.000 médicos cubanos han pasado temporadas
en Brasil; casi 8600 siguen en ese país.
Naciones Unidas dijo que el programa había sido todo un éxito,
mencionando que había reducido la tasa de mortalidad infantil brasileña y
extendido la atención médica a las comunidades indígenas.
“El Proyecto Más Doctores se puede reproducir y sería muy beneficioso
en cualquier país que decida adoptarlo”, mencionó en un informe del año
pasado el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Sin embargo, al hacerlo, algunos cubanos piensan que se perpetuaría
una injusticia. Poco después de llegar a Santa Rita, un poblado pobre en
el estado nororiental de Maranhão, Álvarez y su esposo comenzaron a
sentirse inconformes con los términos de contrato que firmaron, en
especial después de entablar amistad con médicos de otros países.
“Comenzamos a ver que las condiciones de los demás eran totalmente
diferentes”, comentó. “Podías tener tu familia, tener a tus hijos, los
salarios eran mucho mayores”.
A cientos de kilómetros de ahí, en el estado Minas Gerais, a Jiménez,
de 34 años, le parecía que el trabajo era gratificante, pero también
comenzó a sentir resentimiento.
“Uno se forma en Cuba, la salud es gratuita, pero ¿a qué precio?”, dijo. “Uno tiene que pagar eso toda la vida”.
Meses antes de que su estadía de tres años terminara el otoño pasado, a
algunos médicos cubanos que se habían casado con brasileños se les
ofreció la posibilidad de extender su estancia. A otros, incluida
Álvarez y su marido, se les dijo que se prepararan para volver a casa.
Los cubanos, descontentos con su situación, formaron un grupo en
WhatsApp. André de Santana Corrêa, abogado brasileño, narró cómo su
teléfono comenzó a vibrar sin parar cuando los médicos que se
encontraban en todo el país comenzaron a enviarle mensajes para
solicitar su ayuda.
Tras analizar los términos de sus contratos, Santana concluyó que se
contraponían a las protecciones de igualdad de la Constitución de
Brasil.
A fines del año pasado, los jueces emitieron mandatos judiciales
provisionales en algunos casos que les otorgaban a los cubanos el
derecho de permanecer como contratistas independientes, ganando sus
sueldos completos. Un juez federal de la capital condenó los contratos
cubanos por ser una “forma de trabajo esclavo”.
No obstante, el juez que analizó el caso de Grana emitió una
sentencia en su contra ya que, en su opinión, permitir que los médicos
cubanos dieran por terminados sus contratos suponía “riesgos indebidos
en la esfera política y diplomática”.
Poco después de que se emitieron los primeros mandatos, los
supervisores cubanos en Brasil convocaron a los médicos que habían
entablado demandas y los despidieron de inmediato, mencionaron varios de
ellos. A todos se les dio la oportunidad de subirse a un avión dentro
de las siguientes 24 horas para regresar a Cuba o enfrentar el exilio
durante ocho años como castigo.
Los funcionarios cubanos no respondieron a las solicitudes de hacer
un comentario, pero una publicación de la página de Facebook de la
Brigada Médica Cubana incluye una referencia sesgada a la controversia.
“A muchos se nos olvida, cuando salimos a cumplir esta misión, cuál
fue el contrato que firmamos”, dice la publicación. “Por eso vienen las
debilidades y errores que van deteriorando los cuantiosos valores en los
que nos criaron nuestros padres”.
Cuando no hubo duda de que la mayoría de los médicos estaban
perdiendo en los tribunales, el grupo de WhatsApp se convirtió en un
lugar para que los médicos organizaran estrategias y se consolaran.
“Nos damos fuerza entre nosotros”, dijo Jiménez, quien señala que ha
estado desempleada desde su despido en junio y tiene prohibido ingresar a
Cuba en ocho años.
Álvarez y su esposo se encuentran entre los afortunados que
conservaron sus empleos y obtuvieron un generoso aumento de sueldo.
También lograron traer a sus hijos a Brasil.
“Es triste, uno deja familia, amistades y es tu tierra natal”, dijo.
“Pero aquí estamos en un país libre, donde nadie tiene que preguntarte
para dónde tú vas, lo que tienes que hacer. En Cuba, tu vida es regida
por el gobierno cubano”.
Barros, ministro de Salud, dijo que los médicos cubanos no deberían
sentir que sus remuneraciones son malas porque son similares a los
salarios que ganan los médicos brasileños cuando hacen sus residencias.
“Hasta ahora, ninguno de ellos ha venido a quejarse de sus condiciones
laborales”, dijo.
André de Santana, el abogado que defiende a muchos de estos
profesionales, dijo que espera que el Supremo Tribunal Federal de Brasil
tome el caso. No obstante, dado que el máximo tribunal brasileño tiene
tanto trabajo atrasado, una decisión definitiva podría tomar años.
Lis Moriconi colaboró con este reportaje.
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