En septiembre, los consumidores podían
comprar 5 de los 58 productos de la canasta alimentaria con los
136.544,18 bolívares del salario mínimo. El ingreso alcanzaba para
adquirir pasta, arroz, pollo, leche en polvo y azúcar. Las fallas en el
abastecimiento de los productos regulados y el alza semanal de los
precios han provocado que un mes después, con el mismo salario mínimo,
únicamente se pueden comprar 3 productos de la canasta: un kilo de pasta
importada en 38.000 bolívares, un kilo de arroz importado 27.600
bolívares y un kilo de pechuga de pollo con hueso 58.000 bolívares.
Hace un mes, un kilo de pasta
costaba, promedio, 15.000 bolívares; el de arroz 15.500 bolívares; un
pollo de 2 kilos 30.000 bolívares; el kilo de azúcar 18.000 bolívares y
el de leche entre 50.000 y 58.000 bolívares.
El bono de alimentación alcanzaba
para comprar 7 productos más. Con ese ingreso adicional era posible
adquirir un cartón de huevos, café, carne, caraotas, harina de maíz,
aceite y queso blanco duro. En octubre la compra se redujo a 3
productos: un cartón de huevos en 55.000 bolívares, un kilo de café
63.300 bolívares y un kilo de carne de primera en 62.000 bolívares es
suficiente para gastar los 189.000 bolívares del ticket alimenticio. Lo
que significa que una persona apenas puede adquirir 6 de los 58
productos de la canasta con el salario integral.
“Tengo que destinar también mi
salario mínimo a comida porque el bono de alimentación solo me alcanza
para comprar carne, pollo y 250 gramos de jamón y queso. Incluso tengo
que utilizar mi tarjeta de crédito”, dijo una consumidora que se
encontraba en un comercio en Los Cortijos de Lourdes. Al igual que otros
venezolanos ha tenido que dejar de consumir ciertos productos por los
altos precios.
Otro consumidor lamentó no poder
comprar pollo, carne ni atún. “El bono de alimentación solo me cubre
para medio kilo de café, dos kilos de arroz y dos más de pasta. Ahí se
va todo ese ingreso y ni me queda para un refresco”, indicó.
Un informe de septiembre de
Ecoanalítica muestra que existen “marcadas diferencias” en el porcentaje
del presupuesto que destinan los diferentes estratos sociales para
alimentos. En el estudio señala que 81% de la población, que representa
el estrato D-E, está en “condiciones de pobreza”. Este grupo dirige casi
la totalidad de sus ingresos a alimentos y bebidas no alcohólicas.
“Este estrato se caracteriza por una transformación estructural de su
canasta, en la cual, alrededor del 90% va a alimentos, con un gran peso
del restante que está comprendido por el pago de transporte”, asegura la
firma.
La clase media o el estrato B-C,
obligada en los últimos años a “reajustar sus prioridades” y compuesta,
aproximadamente, por 14% de los venezolanos, destina 60,1% de sus
ingresos para alimentos. Mientras que la clase alta (estrato A),
representada por 5% de la población, dirige 32,2% de sus ingresos a
alimentos y bebidas no alcohólicas.
Un plato triste.
Maritza Landaeta de Jiménez, directora de la Fundación Bengoa, aseguró
que el venezolano ha dejado de consumir proteínas de origen animal por
los altos precios. “También se redujo el de proteína vegetal porque las
leguminosas, como las caraotas, están muy costosas y escasean”, dijo.
Medio kilo de caraotas rojas cuesta
13.950 bolívares en un supermercado ubicado en Los Palos Grandes. El
empaque de 500 gramos de frijol blanco 6.950 bolívares y el de frijol
bayo 7.320 bolívares. Solo 340 gramos de caraotas negras cuestan 9.270
bolívares.
“Una comida saludable debe tener
muchos colores. Por ende, la mitad de un plato debe estar constituida
por vegetales y frutas”, expresó Landaeta. Sin embargo, lamentó que
actualmente el venezolano tenga un plato blanco, es decir, “un plato
triste”.
Precisó que la gente debería
consumir, entre otros vegetales, tomates, lechugas, pimentón y
zanahoria. No obstante, para hacer un mercado de estos cuatro productos
una persona debe destinar casi la mitad del salario mínimo (67.040
bolívares).
El kilo de tomates cuesta 25.695
bolívares en un supermercado en Los Palos Grandes. La lechuga 9.995
bolívares y el kilo de pimentón redondo se vende en 17.850 bolívares en
este mismo establecimiento. El kilo de zanahoria cuesta 13.500 bolívares
en un comercio en Los Cortijos de Lourdes.
“Ya no puedo comprar tomates ni
calabacín”, aseguró una consumidora. Destacó que solo podía comprarse
dos cebollas y un poco de ajo.
Una trabajadora afirmó que los
precios de los vegetales aumentaron dos veces en octubre en el
supermercado. “Ahora la gente solo puede llevarse pocas cantidades”.
En el abasto de Los Cortijos de
Lourdes, el kilo de tomate está un poco más económico (22.000
bolívares). Un empleado indicó que los consumidores han dejado de
comprar tomates, cebollas, ajo y papas. “La gente solo se está llevando
dos papas, a veces hasta una”. El kilo de cebolla cuesta 10.500
bolívares y el de papas 11.500 bolívares.
Landaeta agregó que las personas
deberían comer batata y yuca porque son alimentos energéticos. Por
suerte, los precios de cada uno son 4.750 bolívares y 4.500 bolívares,
respectivamente.
Pero consumir algunas frutas es cada
vez más difícil. Una manzana cuesta 10.140 bolívares, mientras que el
kilo tiene un precio de 84.500 bolívares. El de durazno 9.400 bolívares
y el de mandarina 9.100 bolívares.
Cifras
58.000 bolívares tiene que destinar un consumidor para comprar un kilo de pechuga de pollo con hueso y 70.000 bolívares para una sin hueso
62.000 bolívares cuesta un kilo de carne de primera. El venezolano ha dejado de consumir proteínas de origen animal por los altos precios
27.600 bolívares gasta un consumidor para comprar un kilo de arroz importado, el regulado rara vez se consigue en los supermercados
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