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martes, 7 de noviembre de 2017
Venezolanos se refugian en las apuestas para llegar a fin de mes (fotos)
Carrera en el hipódromo La Rinconada Caracas, Venezuela /Foto REUTERS/Ricardo Moraes
“¿La ballena, el perro o la cebra?”, se escucha mientras los
jugadores hacen fila para hacer sus apuestas en una pequeña venta de
lotería en Catia, una barriada popular de Caracas.
La creciente inflación y los salarios insuficientes están llevando a
cada vez más venezolanos a buscar opciones como los juegos de azar para
alimentarse, conseguir escaso efectivo y cubrir los gastos básicos del
hogar.
Veruska Torres, de 26 años, se graduó de técnico superior en
enfermería y trabajaba como ayudante en una farmacia. Cuando perdió su
trabajo después de tener un hijo encontró una opción en un juego de
lotería llamado “los animalitos”, que consiste en elegir de entre 38
animales y paga 30 veces lo apostado.
“El dinero me sirve para comprar comida para la casa y los pañales
para el bebé. Lo más importante”, dijo Torres con su hijo en brazos
luego de apostarle a la cebra. Juega entre 15 y 18 animalitos por día en
ocho sorteos diarios.
“Si vivimos en un país lleno de petróleo tampoco es ideal llegar a
esto. Pero la mayoría de las personas, lo que he visto en varias
agencias (de lotería), no tienen empleo y lo que hacen es rebuscarse de
esta manera”, agregó.
Aunque no hay cifras que permitan trazar una tendencia, vendedores en
centros de apuestas entrevistados por Reuters aseguran que las filas
suelen ser largas. También concuerdan en que muchos pierden más de lo
que ganan, pero eso no disminuye la demanda en medio de una recesión que
se acerca a su cuarto año y que evapora los salarios.
Expertos explican que, además del costado económico, el azar es una
vía para distraerse de la aguda crisis, que tiene a millones de familias
saltándose comidas, por precios que suben cada semana y la escasez de
alimentos y medicinas.
“En crisis como la que vivimos, la gente bebe y juega más, es una
forma de escapar de la realidad, a lo que se suma, que es una forma de
conseguir para comprar la comida”, explicó la psicóloga Rosa García, de
51 años, en el estado rural Barinas.
En YouTube, dónde también se transmiten los varios sorteos diarios de
los animalitos, los videos que enseñan cómo “ganar” cuentan con más de
500.000 visualizaciones. Varias empresas privadas venden estas rifas y
la más popular tiene más de 100.000 seguidores en Twitter. En busca de efectivo
El país con las mayores reservas de crudo del mundo también tiene
escasez de dinero en efectivo. Economistas aducen que los precios se
aceleran tan rápido, que la impresión de dinero no le sigue el paso,
aunque las autoridades culpan a mafias de acaparar el efectivo.
Es por esta falta de efectivo, que imposibilita muchas operaciones
diarias, por lo que los jugadores también se han acercado al juego de
los “animalitos”, que paga al contado.
No es el caso de las carreras de caballos. Los bares y tiendas donde
se realiza esta actividad han tenido que cambiar su modalidad y recibir
transferencias bancarias electrónicas. En cambio, en los pequeños
establecimientos donde solo aceptan billetes, ha bajado la clientela.
“Desde que desapareció el efectivo esto se vino abajo” se lamentó
Paula Carrizal, una vendedora de apuestas hípicas de 30 años, desde un
local improvisado en un galpón en Catia, donde se ven las carreras en la
televisión.
No obstante, en el hipódromo de Caracas, un enclave tradicional
venezolano que ahora muestra deterioro y fétidos olores, todavía los
gritos de angustia y celebración de los apostadores se mezclan con la
salsa a alto volumen.
Varias solicitudes de datos sobre el auge de las apuestas hechas al
organismo gubernamental encargado de supervisar las actividades de azar
no fueron respondidas, pero los testimonios de los entrevistados dan
cuenta del auge.
“Con lo que me gano en los animales como y me ayudo bastante”, dijo
Eduardo Liendo, un desempleado de 63 años que perdió su casa
recientemente y vive en un carro en Propatria, otra barriada popular del
oeste de la capital.
Juega dos o tres veces al día, y relató que en una semana se ganó el
equivalente a la mitad del salario mínimo mensual porque apostó al perro
todos los días tras la muerte de su mascota. Por Andreina Aponte/Reuters
Fotos Reuters
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