Amalio Belmonte | Maireth Chourio
Arnoldo Arcaya
“Puedo firmar hasta mil títulos en un día”, cuenta entre risas el secretario de la Universidad Central de Venezuela (UCV), Amalio Belmonte, mientras le retiran de uno de sus escritorios una pila de pergaminos.
El profesor, sociólogo y, sobre todo,
ucevista, tiene 9 años al frente de la Secretaría. Asegura que Venezuela
está pasando por el peor momento de su historia y la compara con la
situación que vivió la nación luego de la Independencia, cuando el país
estaba empobrecido, pero sin petróleo.
Es crítico con lo que está pasando y no
ve un futuro prometedor con el actual gobierno. Tampoco le convence una
oposición tan fracturada. Cree que la única forma de salir adelante es
con unidad.
En una semana serán las elecciones municipales. ¿Cómo ve el panorama?
Esta una de las elecciones más insípidas que pueden haberse producido. La mayoría de los partidos que conforman la Mesa de la Unidad
dijeron que no van a participar. Sin embargo, hay partidarios de ellos
que están participando y congelaron su militancia por 15 días para estar
en las elecciones. También es la hora de los aficionados, no porque
ellos sean nuevos, pero algunos estaban dormidos. Hay otros que reviven.
Fui director hace 20 años de la Escuela de Sociología (de la UCV) y yo
no vuelvo para allá, uno tiene que saber pasar etapas. Además, por la
orfandad política han surgido “salvadores”, así como Chávez; por
ejemplo, en Baruta tenemos 6, en Sucre hay varios. El Gobierno tiene un
solo discurso y un solo candidato, es posible que tenga diatribas
internar, pero no las expresa; la oposición sí practica la dialéctica
masoquista visible: vamos a destruimos mutuamente.
Estas son elecciones importantes por lo
que eligen, pero en la conciencia colectiva no son importantes porque
hay tanta decepción, tanta frustración, hay mucha indiferencia y en este
momento hay gente que considera que el valor político del voto no tiene
importancia.
Hay quienes consideran que el Gobierno va a hacer una trampa
Eso lo han dicho siempre. Hay otros que
se sienten decepcionados por toda esa diatriba que se fragmentó por el
resultado de las gobernaciones, otros, un poco más centrados, más
serenos, y en me incluyo, pensamos que no es suficiente una crisis
económica y el “peligro rojo” -es decir, de que gane el gobierno donde
ha ganado la oposición- para invitar a votar. He escuchado a los
candidatos decir que hay crisis, que puede ganar el Gobierno y que hay
que ir al encuentro con la gente, pero eso no es suficiente para que
salga la gente a votar y menos si están exhibiendo 6 o 3 candidatos,
porque estás diciendo que allí tú no puedes ponerte de acuerdo para
enfrentar al Gobierno y le estás pidiendo al ciudadano que vote por ese
desacuerdo.
Entonces, la oposición va mal
parada a este proceso electoral que está antes de las elecciones
presidenciales, a las cuales ya el presidente Nicolás Maduro dijo que
será candidato y también se sumó el exgobernador de Lara, Henri Falcón
Va a ocurrir, muy probablemente, que van
a haber tres candidatos de la oposición. Uno son los que representan la
pureza, que son los abstencionistas de siempre menos cuando alguno de
ellos tiene algún vínculo antiunitario. Los abstencionistas militantes
de ahora son la señora y el señor que está en el exilio, ellos están
preparándose para participar en las elecciones presidenciales, de ahí
podría salir un candidato. En primer lugar.
(Henri) Falcón siempre
quiere aparecer, pero no le alcanzó para Lara, por lo que creo que
debería reflexionar. Uno de los grandes derrotados de las elecciones de
gobernadores fue Falcón, a (Carlos) Ocariz (en Miranda) lo derrota la
abstención, pero a Falcón lo derrota la conducta que no ha sabido
explicar a los votante. Él es una persona que no es percibido con
suficiente definición, no saben dónde ubicarlo y eso es muy malo en
política. Cuando colocas el nombre de Falcón algunos sectores dudan y
esa duda no la ha podido resolver, pero él quiere presentarse como el
componedor. Y a lo mejor aparece por ahí Claudio (Fermín), que anda en
este momento de vacío como pensando. Es muy probable que haya un
candidato ahí.
Y el otro saldrá del acuerdo del resto
de los partidos. Por eso es que Maduro se lanza, porque ellos tienen una
capacidad política de destrucción política muy eficiente. Puede haber
un escenario terrible. Gente que llamó a la abstención, ahora llamará a
participar en las presidenciales, eso confunde.
¿Acción Democrática, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia, juntos?
Sí, no creo que ahí esté María Corina (Machado). Creo que ella será distinta, será diferente. Va
a haber una candidatura de los menos radicales. El radicalismo aquí no
es buen consejero. Cuando la oposición ha sido lo más equilibrada es que
ha tenido buenos resultados. (Henrique) Capriles ganó unas primarias
(en 2012) en la que participaron 6 candidatos y votaron de manera
impresionante 3 millones de personas. Los candidatos radicales, desde (Diego) Arria hasta María Corina, sacaron una mínima cantidad de votos, los más equilibrados sacaron una votación considerable.
Ese evento, unas primarias con todos, no
pareciera que se vaya a repetir el año que viene, porque hay una
política de mutua destrucción. El Gobierno utiliza lo poco que le queda,
que no es tan poco: el Poder Ejecutivo, el control de los medios, el CNE (Consejo Nacional Electoral)
y la dispersión de la oposición. ¿Mejor escenario? Imposible. Suena
sínico que el juicio del ciudadano sea contrario al Gobierno. Sin
embargo, gana porque el adversario se lo está permitiendo.
Es lamentable porque el país no se puede seguir destruyendo.
¿Hay alguna posibilidad de rescatar el país?
La única es que haya un cambio político y
ese cambio tiene que lograrlo la oposición. Tiene que haber unidad, un
programa conjunto y no dispersión.
Si la oposición no se recompone entonces
la crisis del país será terrible y no sabes qué puede pasar. A lo mejor
los ciudadanos se transforman en una masa y si eso ocurre será una masa
incontrolable.
¿Qué está viviendo Venezuela actualmente?
Venezuela tiene la situación más difícil
del punto de vista socioeconómico y todos los aspectos que tienen que
ver con la vida social. Se puede comparar con la época post
independencia, cuando quedamos devastados por la guerra. Esa época del
siglo XIX podría comprarse con la crisis que vivimos ahora. Ninguna
persona que esté viva, no importa su edad, puede decir que vivió algo
parecido a lo que estamos viviendo. Lo terrible de la comparación es que
en el XIX no había petróleo, había razones para decir que Venezuela era
un país empobrecido. Pero en el siglo XX y XXI hay petróleo y otro
conjunto de riquezas.
Tenemos una de las inflaciones más altas del mundo
La inflación es lo peor que le puede
ocurrir la sociedad. Ya se habla de hiperinflación. Y si a eso le unimos
el carácter político, tenemos un nivel de conflictividad que no se
resuelve, tenemos una desinstitucionalización; es decir, no tenemos una
base institucional sólida. Tenemos un modelo político gobernante de una
especie de supremacía moral, que cree que es la única alternativa, que
tiene una concepción absoluta tanto del poder como del modelo y que el
resto de los modelos son negativos. Entonces, estamos en el peor
momento. Además, hay en la sociedad venezolana una suerte de apatía de
indiferencia y si no de minusvalía al valor político del voto.
¿Por qué pasó?
Por todo lo que hemos tenido que vivir:
se boicoteó el referendo; y si se elige a un apersona inmediatamente se
le descalifica, se le destituya, se le crea una estructura paralela, lo
detienen o lo privan de sus derechos. Hay todo un dispositivo oficial
que da que el resultado de unas elecciones termina siendo no la decisión
del ciudadano, sino la decisión del Poder Ejecutivo, que le quita valor
al voto que uno emitió.
Tenemos una Asamblea Nacional electa con
la participación, el Gobierno perdió e hizo todo un mecanismo para
tratar de disminuir las atribuciones y el poder que tiene que tener el
Legislativo. Eso es muy grave porque si una institución que representa
de verdad, la democracia y la pluralidad es el parlamento.
La consecuencia de todo esto es que se
combina la crisis ideológica con la económica y la seguridad. Hay una
crisis terrible respecto a las necesidades básicas del venezolano. En la
situación actual, lo más importante que es vivir, comer, vestirse y
tener una habitación no se puede cubrir. Ya resulta una especie de lujo
la recreación y el pensamiento.
No se atisba a corto plazo una solución
de carácter político. Y esta puede aumentar el nivel de conflictiva.
Hasta el momento, es muy extraño que aquí no haya habido mayor violencia
de la que hayamos podido ver.
¿Por qué?
El Gobierno ha convertido a los
venezolanos en unos gladiadores que buscan cómo satisfacer sus
necesidades básicas. Cada vez que llega un producto regulado, el
venezolano se monta en una especie de ola que va creciendo, la cual está
enfrentando la carencia de los alimentos y podría explotar. Es
acción-reacción. Cuando la sociedad se desborda y sale de los límites
naturales se abre un conflicto directo, que es lo que hay que evitar.
¿A qué juega el Gobierno y la oposición?
El Gobierno tiene una capacidad
importante para destruir el país y para mantenerse en él. No es fácil
sacar a la gente del porque por muy empobrecido que esté el país.
Sustituyen todo aquello que puede ser
diverso y democrático y vas constituyendo estructuras monopolizadoras de
pensamiento y acción única. Ahí hay una gran habilidad política.
Transformas las derrotas en victorias o creas mecanismos para que las
victorias que obtienen tus enemigos no se expresen en término de poder y
las terminas disminuyendo.
Del otro lado han sido los errores de la
oposición, la cual pareciera comportarse de manera intermitente. Hace
grandes jornadas (como la del 19 de abril de este año, la victoria de
las parlamentarias de 2015 o la consulta popular -plebiscito- del 16 de
julio pasado) y pareciera que está todo muy bien y empieza el plan de
destrucción mutua. Cuando la oposición converge en un plan le va
realmente bien.
2017-12-02
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