"Menos mal que compraste carne el
domingo", le dice Jimmy a una cliente el martes antes de volver a
rotular la lista de precios que marca un incremento del 25% en una
semana.
Venezuela pasó de sufrir una
inflación a una hiperinflación de su economía. En la calle se refleja en
alzas de precios constantes, productos desaparecidos de los anaqueles,
mercado negro y zozobra en comerciantes y clientes.
El dato más aceptado en la literatura
económica para catalogar la hiperinflación es el de un aumento mensual
del 50% de los precios.
El gobierno no da datos oficiales, pero diversas firmas económicas de Venezuela aseguran que ya se ha alcanzado esa cifra.
En BBC Mundo decidimos monitorear
durante dos semanas el precio de varios productos básicos en el mercado
popular de San Martín, en Caracas.
Es un microcosmos que refleja el caos
económico de un país en el que la inflación, el desabastecimiento, la
falta de divisas para importar y el control de precios conforman una
tormenta perfecta.
En las dos semanas analizadas, del martes 21 de noviembre al martes 5 de diciembre, el resultado por productos fue el siguiente:
- Un cartón de 15 huevos pasó de costar 100.000 a 150.000 bolívares, un 50%más
- El queso duro, de 85.000 a 148.000 bolívares el kilo, un 74% más
- Las cebollas, de 35.000 a 60.000 el kilo, un 71,4% más
- La carne de cerdo, de 138.000 a 245.000 el kilo de chuleta, un 77,5%.
Los números muestran la situación de
hiperinflación que sacude con especial virulencia a los venezolanos en
esta época de Navidad. Detrás de las cifras hay algunas historias que
explican mejor los efectos.
Jimmy, el charcutero
Mientras Jimmy corta pedazos de carne de cerdo, responde una y otra vez la pregunta de cuánto cuesta.
Es martes y le acaban de traer
mercancía. Ya ha borrado el tablón de precios. Luego lo remarcará. De
nuevo. "A veces los estoy cambiando hasta dos veces a la semana", dice.
La carne ha llegado a un precio más
elevado. Su precio de venta sube porque el de compra sube, porque a su
vez el precio del alimento del cochino y del transporte suben. Una
espiral sin fin con el verbo subir como eje.
Jimmy recuerda que hace un año el
kilo de carne estaba en 6.500 bolívares. Este martes, en 245.000. Eso es
una inflación anual del 3.400%, muy por encima de la calculada por
el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las firmas de estudios
económicos de Venezuela.
Un kilo de chuletas cuesta
apróximadamente 40% del salario mínimo, cifrado tras la última subida en
algo más de 456.000 bolívares, poco más de 4 dólares en el cambio en el
mercado paralelo, el de referencia en las calles.
Jimmy se beneficia de que el cerdo no
está regulado. A su lado, los puestos de vendedores de pollo y carne de
res, productos de precio definido por ley, están vacíos, cerrados.
El señor Luna lleva 31 años vendiendo
res en este mercado. Habla con BBC Mundo con los brazos apoyados en el
mostrador. No tiene nada que hacer. No llegó carne.
Afirma que el precio de regulación
establecido por el gobierno nacional no ofrece margen de ganancia. "La
verdad es que estamos obstinados (molestos). No estamos haciendo nada y
aquí lo que venimos es a gastar", comenta con un tono entre molesto,
triste y resignado.
La carne de res, a 49.000 bolívares
el kilo, según la reciente Ley de Precios Acordados con los sectores
productivos, es oficialmente mucho más barata que un cartón de huevos o
un kilo de queso.
Pero o no se encuentra o se vende en el mercado negro a quien esté dispuesto a pagar un sobreprecio.
Yolanda, la señora del puesto de huevos
Yolanda tiene unos 70 años y regenta
junto a su hijo un pequeño puesto en el que vende miel y huevos. Se
inventa su nombre porque, como muchos otros en el mercado de San Martín,
tiene miedo.
Su hijo casi fue detenido por unos
agentes de la Guardia Nacional Bolivariana que, fusil en mano, visitaron
el mercado el 25 de noviembre junto a los funcionarios de
la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos
(Sundde), una suerte de "policía de los precios".
En plena época navideña está
aumentando la fiscalización para tratar de controlarlos. En el mercado
eso se tradujo en la aplicación de una nueva ley que acaba con el margen
de 30% de beneficio para el vendedor.
Por ello, todos tuvieron que rebajar
sus precios entre 10 y 15% la semana pasada. La consecuencia es vender
casi a pérdida porque esa mínima ganancia ya ni cubre los costos de
reposición. Y hay que añadir el alquiler del local, el costo de las
bolsas, los sueldos de empleados…
"En 19 años aquí, no había visto nada igual", dice Yolanda.
Esta semana compró una caja con 12
cartones de 30 huevos. Cada cartón le costó 140.000 bolívares y lo vende
a 150.000. Esos 10.000 bolívares de ganancia apenas dan para un café
con leche en Caracas.
Como nadie quiere vender a pérdida,
ese control genera la desaparición del producto o un mercado paralelo.
Fuera del recinto, sobre las aceras, los huevos o el codiciado pollo se
venden (y se compran) a un precio mayor.
BBC Mundo pidió una entrevista con el director de la Sundde, William Contreras, pero hasta el momento no obtuvo respuesta.
María, la verdulera
Para ajustar costos, María se plantea
cobrar las bolsas de plástico donde mete los cambures (bananas), los
pimientos o las cebollas, cuyo precio también se dispara.
Siente el impacto de los precios y de las fiscalizaciones de la Sundde.
"A veces andan encapuchados. Es
horrible. Producen un efecto intimidatorio para que no trabajes ni
protestes. Aquí se trabaja estresado o deprimido. Hay unos que ya ni
abren", comenta.
Como muchos, María aumenta algo el precio una vez que los agentes se van. Si vuelven, deberá volver a rebajarlos.
En el puesto de al lado, María Sánchez compra dos kilos de cambures.
"No me alcanza ni para comprar huevos", dice la pensionada, que vive con su esposo.
Por primera vez no tiene ganas de
cocinar hallacas, el plato típico navideño en Venezuela, una suerte de
tamal que, envuelto en una hoja de plátano, esconde una masa de harina
de maíz rellena de verduras y carnes de diferentes tipos
A sus 70 años cuenta los días para
irse en febrero a Chile a vivir con su hijo. Otra venezolana que se va
del país por los efectos de la crisis, cuyo principal síntoma es la
hiperinflación.
¿Cuáles son las causas?
En un país en el que casi todo es
importado, incluidos los fertilizantes, las semillas y el alimento para
los animales, el dólar es la referencia.
El gobierno tiene el monopolio de
venta de dólares desde 2003, cuando estableció un control cambiario.
Ahora, con la crisis y la caída de ingresos, escasean los dólares, que
no llegan al sector privado.
Se acude al mercado negro y ahí la demanda convierte al dólar paralelo en objeto de deseo.
El gobierno lo considera ilegal y lo
llama "dólar de guerra", pero pese a ser oscuro o especulativo, es el
marcador de referencia en Venezuela.
Y su valor sube y sube. En el momento de escribir este artículo un dólar valía unos 103.000 bolívares.
"Porque el dólar subió", es la explicación habitual al preguntar el motivo de los aumentos de precio.
"Yo no sé si es por el alimento de
los cochinos, que lo traen de fuera. Ellos (los mayoristas) lo que dicen
es que trabajan con el dólar paralelo como referencia y todo lo que
utilizan para criar al animal es importado", dice el charcutero Jimmy.
El propio presidente, Nicolás Maduro,
usó recientemente el término hiperinflación al denunciar la "variación
de precios de un día a otro".
"Hiperinflación criminal"
La calificó de "hiperinflación
inducida criminal", parte de la "guerra económica"que atribuye a Estados
Unidos y a empresarios locales.
Busca combatirla con aumento de
salarios y bonos. Según expertos críticos con la política económica del
gobierno, eso está detrás de la principal causa: el desequilibrio
monetario.
El Estado hace frente al déficit de
sus cuentas por la caída de sus ingresos —sobre todo los petroleros—
emitiendo más dinero. Hay más bolívares persiguiendo cada vez menos
productos porque la oferta está cayendo.
Según la firma Síntesis Financiera,
en las tres primeras semanas de noviembre la liquidez monetaria aumentó
un 33,5%. En Perú, por ejemplo, crece a una tasa menor del 10% anual.
"Esta espiral solo se detiene con un
ajuste", dice el economista Omar Zambrano, crítico con un gobierno que
no parece dispuesto a desmontar ninguno de sus controles ni tomar las
medidas clásicas en estos casos.
El experto prevé una "etapa de
altísima inestabilidad económica" que podría traer también inestabilidad
política poco antes de las elecciones presidenciales. Porque la espiral
inflacionaria no tiene límite ni techo.
"Lo que se viene es un episodio
hiperinflacionario más virulento. Los precios cambiarán semana tras
semana, sino dos o tres veces a la semana o diariamente", aventura
Zambrano.
¿Cómo lo soportarán los comerciantes y compradores del mercado de San Martín?
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