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domingo, 3 de diciembre de 2017

“El carnet de la patria torna en mendigo al trabajador”



—¿Iría al diálogo?
— Un diálogo abierto, público y con condiciones,  donde el país se entere de lo que se acuerde; y debería ser en Venezuela.

—¿Desde cuándo no se reúne con Wills Rangel, presidente de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores?
—Nunca, antes uno lo encontraba en foros. Él solo se reúne con los del PSUV, aun cuando el gobierno lo tiene como jarrón chino, sin tomarlo en cuenta siquiera para las barbaridades laborales que comete a
diario, como los CPT (Consejos Productivos de Trabajadores), ni la fijación de salarios mínimos, ni la firma de contratos colectivos.
—¿Cómo actuar ante la  ANC?
—Es inconstitucional, hay que desconocerla. Simplemente no existe.
—¿El papel de la AN?
—Actuar en su verdadero espacio democrático y sobre todo legislar y simplemente asumir las competencias. Creyó que portándose bien con la dictadura sería reconocida y vean lo que le ha pasado. Hoy pareciera más un reality show que la majestad que merece asumir.
—¿Se quedará en palabras el respaldo de la OEA, la ONU y la UE?
—Es muy importante el apoyo de la comunidad internacional porque fortalece es al pueblo en busca de su democracia, Esta es la fortaleza que tenemos hoy los venezolanos. Curiosamente hasta hace pocos años la mayoría de gobiernos eran simpatizantes de la revolución bolivariana, hoy la confrontan con coraje y valentía.
—¿La ganancia del sindicalismo con la revolución?
—Ninguna. Simplemente porque el régimen denominado como socialismo del siglo XXI prostituyó el mundo del trabajo, envileció sus conquistas y corrompió a sus dirigentes sindicales y gremiales.
—¿El sindicalismo trapero?
—En referencia al sindicalismo traidor lo hay en todas partes, en el gobierno todos sin excepción, en la oposición algunos andan agazapados, esperando su turno para arañar oportunidades como caimán en boca de caño.
—¿Posibilidades de unión entre el sindicalismo independiente y el oficialista?
—Ninguna. Y hablo con relación a la cúpula de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, ya que en la base de los sindicatos chavistas resienten las mismas dificultades y penurias que el resto de los trabajadores y con ellos hay que tender puentes para reconquistar los derechos laborales en el sector petrolero, en  Sidor, Corpoelec, Cantv,  por hablar de algunos casos.
–¿Es mejor hoy la relación con Fedecámaras?
—Efectivamente hay mayor y mejor comunicación.  Y lo digo sin prejuicio alguno, ya que es fundamental en el proceso de reconstrucción de la economía venezolana un entendimiento entre Trabajo y Capital. En Venezuela hay terreno fértil para eso, producto de la exclusión como política de Estado que hace el gobierno de empresarios y trabajadores. Es necesario que sindicatos y centrales se sienten orgánicamente con los empresarios, a analizar el tema del empleo, salario, contratos colectivos. En otros países se hace; recientemente en Argentina se han reunido sindicatos y empresarios del sector industrial para impulsar acciones.
—¿Le meterá mano el Estado-gobierno  a más empresas?
—Bueno... a las sobrevivientes, ya que los organismos empresariales, Conindustria y Fedecámaras han dicho que producen a un máximo de un 20% de su capacidad. Cada vez que el presidente Maduro monta su show asume empresas precarias que termina de enterrar.
—¿Por qué el gobierno no pudo con empresas Polar?
—Parafraseando aquel viejo lema de Eliodoro González P., el del ponche crema: “La tradición no se improvisa”. En este caso eficiencia, cantidad y diversidad de productos, que le han dado calidad de vida al venezolano. Cuando un proletario ve los productos CLAP de México o Guyana y ve los productos Polar, se le salen las lágrimas pero de tristeza por no tener como adquirirlos.
—¿El efecto de los CLAP en los trabajadores?
—Solo “angustia, hambre, miseria y represión, el pueblo lo dice y tiene razón”... esa era la consigna que coreaba Maduro contra CAP I, cuando estaba en la Liga Socialista y en el Metro. Hoy se le ha hecho realidad a su gobierno.
—¿Sindicaliza el carnet de la patria?
—Para nada. Lo vuelve miserable al trabajador, lo torna en mendigo de un Estado que le destruyó el salario, los sindicatos, los contratos colectivos. “¿Pa que más?”, como dijera aquel cómico de la Radio Rochela..
—¿Lo insólito del sindicalismo venezolano?
—Que le pinte la cara el gobierno dictatorial  y sea incapaz de reaccionar y asumir estrategias unitarias, por ejemplo. En el caso de los CPT y otras tropelías más cada quien actúa aislado, más preocupado por salir en los medios de comunicación, que por impulsar conjuntamente un plan de defensa de los trabajadores
—¿Ha variado la forma tradicional de engañar a los obreros?
—Sí, con este régimen es más grotesco, ya que te hablan de gobierno y presidente obrero, de revolución de octubre, de socialismo, de proletariado, y al mismo tiempo el salario no te alcanza ni para comprar una hallaca, ni una camisa, ni un pantalón.
—¿El poder real del  sindicalismo?
—Si logra volver a su esencia frotará la lámpara. Y ojo, no soy antipartido, de hecho represento uno, cada trabajador puede militar en el partido que quiera, como también ser independiente. Es sólo que si el sindicalismo entendiera que los intereses de los trabajadores unifican a millones, en el caso venezolano a 14 millones, la historia sería otra.
—De seguir la debacle, ¿qué será de la clase obrera?
— Ante todo hay que desmitificar el concepto. Ya la clase obrera no es la mayoría, es una minoría dentro del inmenso mundo del trabajo. Por tanto la debacle no se va a detener.

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