—¿Iría al diálogo?
— Un diálogo abierto, público y con condiciones, donde el país se entere de lo que se acuerde; y debería ser en Venezuela.
— Un diálogo abierto, público y con condiciones, donde el país se entere de lo que se acuerde; y debería ser en Venezuela.
—¿Desde cuándo no se reúne con Wills Rangel, presidente de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores?
—Nunca, antes uno lo encontraba en
foros. Él solo se reúne con los del PSUV, aun cuando el gobierno lo
tiene como jarrón chino, sin tomarlo en cuenta siquiera para las
barbaridades laborales que comete a
diario, como los CPT (Consejos Productivos de Trabajadores), ni la fijación de salarios mínimos, ni la firma de contratos colectivos.
diario, como los CPT (Consejos Productivos de Trabajadores), ni la fijación de salarios mínimos, ni la firma de contratos colectivos.
—¿Cómo actuar ante la ANC?
—Es inconstitucional, hay que desconocerla. Simplemente no existe.
—Es inconstitucional, hay que desconocerla. Simplemente no existe.
—¿El papel de la AN?
—Actuar en su verdadero espacio
democrático y sobre todo legislar y simplemente asumir las competencias.
Creyó que portándose bien con la dictadura sería reconocida y vean lo
que le ha pasado. Hoy pareciera más un reality show que la majestad que
merece asumir.
—¿Se quedará en palabras el respaldo de la OEA, la ONU y la UE?
—Es muy importante el apoyo de la
comunidad internacional porque fortalece es al pueblo en busca de su
democracia, Esta es la fortaleza que tenemos hoy los venezolanos.
Curiosamente hasta hace pocos años la mayoría de gobiernos eran
simpatizantes de la revolución bolivariana, hoy la confrontan con coraje
y valentía.
—¿La ganancia del sindicalismo con la revolución?
—Ninguna. Simplemente porque el
régimen denominado como socialismo del siglo XXI prostituyó el mundo del
trabajo, envileció sus conquistas y corrompió a sus dirigentes
sindicales y gremiales.
—¿El sindicalismo trapero?
—En referencia al sindicalismo
traidor lo hay en todas partes, en el gobierno todos sin excepción, en
la oposición algunos andan agazapados, esperando su turno para arañar
oportunidades como caimán en boca de caño.
—¿Posibilidades de unión entre el sindicalismo independiente y el oficialista?
—Ninguna. Y hablo con relación a la
cúpula de la Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, ya que en
la base de los sindicatos chavistas resienten las mismas dificultades y
penurias que el resto de los trabajadores y con ellos hay que tender
puentes para reconquistar los derechos laborales en el sector petrolero,
en Sidor, Corpoelec, Cantv, por hablar de algunos casos.
–¿Es mejor hoy la relación con Fedecámaras?
—Efectivamente hay mayor y mejor
comunicación. Y lo digo sin prejuicio alguno, ya que es fundamental en
el proceso de reconstrucción de la economía venezolana un entendimiento
entre Trabajo y Capital. En Venezuela hay terreno fértil para eso,
producto de la exclusión como política de Estado que hace el gobierno de
empresarios y trabajadores. Es necesario que sindicatos y centrales se
sienten orgánicamente con los empresarios, a analizar el tema del
empleo, salario, contratos colectivos. En otros países se hace;
recientemente en Argentina se han reunido sindicatos y empresarios del
sector industrial para impulsar acciones.
—¿Le meterá mano el Estado-gobierno a más empresas?
—Bueno... a las sobrevivientes, ya
que los organismos empresariales, Conindustria y Fedecámaras han dicho
que producen a un máximo de un 20% de su capacidad. Cada vez que el
presidente Maduro monta su show asume empresas precarias que termina de
enterrar.
—¿Por qué el gobierno no pudo con empresas Polar?
—Parafraseando aquel viejo lema de
Eliodoro González P., el del ponche crema: “La tradición no se
improvisa”. En este caso eficiencia, cantidad y diversidad de productos,
que le han dado calidad de vida al venezolano. Cuando un proletario ve
los productos CLAP de México o Guyana y ve los productos Polar, se le
salen las lágrimas pero de tristeza por no tener como adquirirlos.
—¿El efecto de los CLAP en los trabajadores?
—Solo “angustia, hambre, miseria y
represión, el pueblo lo dice y tiene razón”... esa era la consigna que
coreaba Maduro contra CAP I, cuando estaba en la Liga Socialista y en el
Metro. Hoy se le ha hecho realidad a su gobierno.
—¿Sindicaliza el carnet de la patria?
—Para nada. Lo vuelve miserable al
trabajador, lo torna en mendigo de un Estado que le destruyó el salario,
los sindicatos, los contratos colectivos. “¿Pa que más?”, como dijera
aquel cómico de la Radio Rochela..
—¿Lo insólito del sindicalismo venezolano?
—Que le pinte la cara el gobierno
dictatorial y sea incapaz de reaccionar y asumir estrategias unitarias,
por ejemplo. En el caso de los CPT y otras tropelías más cada quien
actúa aislado, más preocupado por salir en los medios de comunicación,
que por impulsar conjuntamente un plan de defensa de los trabajadores
—¿Ha variado la forma tradicional de engañar a los obreros?
—Sí, con este régimen es más
grotesco, ya que te hablan de gobierno y presidente obrero, de
revolución de octubre, de socialismo, de proletariado, y al mismo tiempo
el salario no te alcanza ni para comprar una hallaca, ni una camisa, ni
un pantalón.
—¿El poder real del sindicalismo?
—Si logra volver a su esencia frotará
la lámpara. Y ojo, no soy antipartido, de hecho represento uno, cada
trabajador puede militar en el partido que quiera, como también ser
independiente. Es sólo que si el sindicalismo entendiera que los
intereses de los trabajadores unifican a millones, en el caso venezolano
a 14 millones, la historia sería otra.
—De seguir la debacle, ¿qué será de la clase obrera?
— Ante todo hay que desmitificar el
concepto. Ya la clase obrera no es la mayoría, es una minoría dentro del
inmenso mundo del trabajo. Por tanto la debacle no se va a detener.
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