Aunque nunca había practicado la minería, Hansel Hurtado no tuvo impedimentos en adentrarse al Arco Minero para ganarse la vida.
Agobiado por la crisis económica que
afecta a Venezuela, a Hurtado no le dio miedo separarse de su familia,
residente del estado Vargas, y viajar 600 kilómetros para trasladarse
hasta el norte del estado Bolívar, con tal de mejorar sus ingresos.
Partió recomendado. Historias de
vecinos y conocidos que ya habían practicado la minería sirvieron de
estímulo para tomar su decisión. “La vida acá —entre el litoral y
Caracas— está muy dura con el tema de la comida”, justificó en
declaraciones a El Nacional Web.
Su rutina cambió radicalmente. A las 6:00 am, cuando el sol aún no iluminada el cielo, ya Hurtado estaba buscando oro,
actividad que realizaba ininterrumpidamente por 12 horas consecutivas,
hasta que el atardecer antecedía la llegada de la noche.
“Únicamente reposábamos un poco para
el almuerzo. Tampoco es que tuviéramos una hora establecida: aquello era
comer y continuar al terminar. No había descanso y trabajar en eso era
más duro que laborar en la construcción”, recordó.
Al igual que él, otras 40 personas
recolectaban oro en el sector Las Claritas, municipio Sifontes. El pago
por gramo, individual según lo que cada uno encontrara,
representaba entre 2 y 2,5 millones de bolívares. De igual manera, si
hallaban tres gramos, podían recibir 7,5 millones en tan solo un día.
Desde el 1° de noviembre en Venezuela
el salario mínimo se ubicó en 177.507 bolívares, al tiempo que quienes
reciben bono de alimentación, de 279.000 bolívares, cobran un total de
457.507 bolívares, según un decreto firmado por Nicolás Maduro,
presidente de la República.
Debido a la diferencia entre las
ganancias que perciben los mineros en comparación con empleados
asalariados, Hurtado aseguró que convivió con miles de personas que
prefirieron abandonar ciudades y oficinas para cambiarlas por selvas y
barrancos en los que convivían desde adolescentes hasta adultos que
podían superar los 60 años de edad.
Más allá de lo meramente económico,
Hurtado describió los alrededores del Arco Minero como una especie de
"submundo" en la que a diferencia del país abundan alimentos y
medicinas, escasos en el resto del territorio nacional. Eso sí: los
precios superaban los estipulados por la Superintendencia Nacional de
Precios Justos (Sundde).
“Había gente que llenaba sacos
enteros de oro. También era común ver a muchachos con kilos de
chucherías”, detalló con seguridad en su voz.
Indicó que los trabajadores recibían
el pago por transferencias, otros percibían dinero en fajas de efectivo,
que escasea en ciudades como San Cristóbal, Valencia, Maracaibo e
incluso Caracas.
Ganar más dinero sin meterse en las minas
A pesar de que los mineros cobran
millones de bolívares por conseguir oro en las minas, no son quienes más
dinero obtienen por trabajar en los alrededores del Arco Minero.
Sin necesidad de sumergirse en aguas
contaminadas con mercurio ni quedar al borde de un barranco, los
comerciantes sacan márgenes de ganancia más amplios que los de los
mineros, explicó Hurtado.
“Hay comerciantes que compran el oro
puro, le hacen un análisis para determinar de qué quilate es y luego lo
funden para venderlo mucho más caro”, detalló.
No son los únicos que aprovechan la
situación. Dueños de establecimientos y puestos ambulantes también
despachan a precios elevados, a sabiendas de que quienes les compran
suelen tener los bolsillos llenos de efectivo.
Las enfermedades le ganaron el pulso al dinero
El esfuerzo físico y las condiciones
climatológicas se hicieron cotidianas para Hurtado. Aún así decidió
alejarse de las minas y retomar su vida cotidiana en el litoral
varguense, pese a estar consciente que con otro oficio no podrá percibir
el dinero que le dejaban las minas.
Epidemias de difteria, sarampión y
paludismo afectan al estado Bolívar, denunció la red Defendamos la
Epidemiología en cifras que presentó en septiembre, a contraparte del
Ministerio de Salud, que no ofrece reportes epidemiológicos desde 2016,
reseñó El Nacional.
Hurtado contrajo malaria, y aunque
consiguió tratamiento, no pudo recuperarse por completo, por lo que
decidió poner punto y final a su experiencia como minero.
“Saqué provecho pero de las
enfermedades hay que cuidarse mucho porque hay demasiados virus y falta
de medicinas”, comentó el minero a finales de noviembre, cuando acudió a
un centro médico en Caracas para intentar curarse de la malaria por
cuarta ocasión en poco más de cuatro meses.
Y a las patologías a las que se
exponen los mineros les juega en contra los efectos del mercurio, tóxico
para el sistema nervioso e inmunitario. Además afecta al aparato
digestivo y los riñones, con consecuencias que pueden ir desde insomnio,
pérdida de memoria y disfunciones motoras, según la Organización
Mundial de la Salud.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.