Foto: Archivo
Andrea Villa
Si las Ciencias Sociales le concedían a las mujeres venezolanas
un papel clave en la preservación del concepto de la familia, las
nuevas circunstancias que le toca vivir, subrayan aún más ese
protagonismo.
Ya no se trata de cubrir el espacio
dejado por una figura paternal en fuga, como los estudios de campo
revelan tristemente al recoger la vieja tendencia nacional , sino la de
asumir la responsabilidad por una ausencia de otra naturaleza.
Y es que el fenómeno de la diáspora venezolana pone en evidencia que la crisis
del hambre y la salud, lleva a las madres, esposas, compañeras,
hermanas, novias, amigas a tomar el control de los hogares, ante la
partida de sus maridos o parejas a otras tierras, en busca de mejores
condiciones de vida.
El desafío no tiene fecha de vencimiento
Corresponde muchas veces a la suerte fijar cuándo expira el nuevo rol de la mujer que, como eje de la unidad familiar lo toma con la esperanza de que el tiempo sea lo más breve posible.
Así lo corrobora la encuestadora Consultores 21
en su más reciente sondeo, al indicar que “ en 29% de las familias
venezolanas, al menos un integrante ha emigrado, específicamente un
promedio de 1,97 personas por núcleo”, un registro equivalente a a 4 millones 100 mil habitantes, aproximadamente.
Uno de estos casos es el de Sully Zamora, madre de 3 hijos cuyo padre emigró por trabajo y en busca de mejores oportunidades..
Sully en un principio tuvo que
enfrentarse a seguir adelante sola con sus muchachos en el país,
trabajando y haciéndose cargo de todas las responsabilidades del hogar,
pero cuenta que este cambio fue positivo, pues desde que él comenzó a
trabajar afuera también empezó a mandar remesas y esto los ayudo
muchísimo económicamente.
Ella cuenta que se ha tenido que hacer
cargo de otras responsabilidades, como llevarlos a sus actividades
extras, y que lo extrañan, pero gracias a la estabilidad económica que
tienen ahora, ella pudo renunciar a su trabajo y tiene más tiempo para
la casa.
“Nuestros salarios no alcanzaban para
nada. Fue necesario que se fuera, si no esta- ríamos en una situación
muy precaria” manifiesta. Además, Sully comenta que la “obligación a
emigrar” depende de la perspectiva de cada persona, si lo ves desde la
parte en que estas dejando todo lo que tienes, hay mucho dolor, pero si
lo tomas como una etapa más de tu vida y evolución, es un cambio
positivo.
Como este testimonio hay muchos, las
familias se ven quebrantadas por la crisis y por la búsqueda de una
mejor vida. Cada vez son más las mujeres que se quedan solas con sus
hijos, mientras el padre trabaja en el exterior para conseguir
mantenerse. Algunos lo ven como algo positivo, y otros no, pues es la
ruptura de su núcleo familiar ya sea por un periodo largo o de menor
duración.
La participación política no es la misma en mujeres y hombres
La socióloga Evangelina García Prince
en su documento “La participación política de las mujeres en Venezuela:
Situación actual y estrategias para su ampliación” plasmó esta brecha
mediante cifras.
Para el 2012 las mujeres representaban el 50% de la población electoral registrada en el Consejo Nacional Electoral (CNE) y pese a ello eran menos de una quinta parte (18,2%) del total de los alcaldes.
En el año 2006 solo el 18% de las
concejalías eran ocupadas por mujeres. Para el período presidencial que
se inició en el año 2007 las mujeres representaban el 18,5 de los
miembros del Gabinete de Ministros del Presidente de la República, porcentaje inferior al promedio en América Latina y El Caribe (24%), agrega el documento.
“Sobre este tema, es necesario aclarar
que la presencia física de mujeres en los cargos de poder no es
necesariamente garantía de que haya cambios en las agendas públicas
respecto a la inserción de soluciones a los problemas de la desigualdad
de géneros. Muchas de las mujeres en cargos de poder han sido y son
meros peones del ajedrez político de los hombres que tiene las
posiciones supremas. La autonomía como rasgo de la igualdad efectiva es
aun para las venezolanas una dimensi
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