Un Presidente que promete resolver los problemas que él mismo creó. Un candidato opositor que pelea contra la oposición. Y un pastor evangélico que reparte sopas por todo el país. Así marcha la atípica campaña de cara a las elecciones presidenciales del 20 de mayo, que ya han sido desconocidas y calificadas como “fraudulentas” por el gobierno de Estados Un
idos y las principales democracias de América Latina. Así lo reseña diariolasamericas.com
Por PEDRO PABLO PEÑALOZA
Así como falta la comida, las medicinas y hasta el efectivo, en Venezuela no hay ánimos para una “fiesta electoral”. El Parlamento de mayoría opositora anunció que la inflación anualizada se ubicó en 13.779%. El sueldo mínimo integral de un trabajador apenas equivale a 2,99 dólares mensuales. En este contexto, las protestas por los cortes eléctricos y las fallas en el servicio de agua son más numerosas que las actividades proselitistas de los aspirantes a la primera magistratura de la República.
En aquel discurso inaugural, Maduro clamó ante sus simpatizantes: “soy un Presidente pueblo, un Presidente humilde, un Presidente que les pide a ustedes compañeros, compañeras, no me dejen solo. ¡No me dejen solo nunca, acompáñenme a la batalla y denme el voto el 20 de mayo, 10 millones de votos por la victoria histórica!”.
Además de aferrarse a la figura del difunto comandante Hugo Chávez, el abanderado del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) busca atraer al electorado por medio de los bonos que aprueba de manera compulsiva para enfrentar la hiperinflación que provoca su política económica. Además, ha convertido en una herramienta para la movilización al “carnet de la patria”, documento que supuestamente fue diseñado para canalizar las ayudas sociales hacia los sectores más pobres del país.
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