“La ropa interior así sea la de menor
precio se ha vuelto un lujo”, expresó Magali Contreras, ama de casa, en
una tienda del ramo cuando le informaron que una pantaleta para su niña
en edad escolar costaba 4,9 millones de bolívares.
En un recorrido por tiendas y centros
comerciales en Caracas se observó que los precios de la ropa íntima
nacional e importada son inasequibles, pues su adquisición implica
gastar entre más de 1 y 20 salarios mínimo de 3 millones de bolívares
mensuales, decretado por el gobierno a partir del primero de junio
pasado.
“La gente ve y pregunta para salir
escandalizada de la tienda, y eso que vendemos ropa interior importada
de China”, informó una encargada de los numerosos establecimientos
ubicados en La Hoyada, donde tradicionalmente acudían muchos
compradores.
En una reconocida cadena de ropa
íntima ofrecen las pantaletas y los sostenes de marcas colombianas de
calidad en 43 millones y 63 millones de bolívares, respectivamente. “Un
sostén fino con encaje y de marca cuesta entre 70 millones y 80 millones
de bolívares”, contó la encargada de una boutique en un centro
comercial del este de la capital.
Pero si se va a lo menos costoso, los
paquetes de pantaletas con 3 unidades, que en el pasado eran ofertadas
para los sectores populares, hoy cuestan 21,5 millones de bolívares. “Lo
peor es que a la primera lavada se descosen por todos lados”, se quejó
una empleada pública y ama de casa.
En una sucursal en la Candelaria de
una conocida cadena comercial, orientada a los sectores de pocos
recursos, las pantaletas para niñas, adolescentes y damas están en 4,9
millones de bolívares la pieza, mientras que un sostén oscila entre 10,9
millones y 20,7 millones de bolívares. Los varones tampoco se salvan de
los elevados precios: un interior cuesta entre 9,9 millones y 60
millones de bolívares sin distingo de tallas ni edades.
Comerciantes de los establecimientos
de ropa interior señalaron que las ventas han disminuido
vertiginosamente, lo cual los ha obligado a reducir el personal para
bajar los costos. “La gente compra piyamas cuando va a dar a luz o a
ingresar en una clínica para una operación. ¿Quién va a comprar ropa
interior cuando la prioridad es la comida?”, dijo una encargada.
Un propietario de un local en un
centro comercial afirmó: “Ahora enfrentamos el problema de la reposición
de inventarios porque prácticamente no hay fabricación nacional y las
prendas importadas vienen muy caras por la subida constante del dólar
libre. Por eso, se ven pocas piezas en exhibición”.
En la Candelaria, una buhonera
refirió que luego de 10 años de vender ropa íntima cambió de ramo porque
cada vez más los proveedores le aumentaban la mercancía y la gente
compra menos. “Ahora vendo ‘tetas’ de azúcar y café que tienen más
salida. Las pantaletas y sostenes hasta que se acabe la mercancía”,
dijo.
Ante los altos precios de la ropa
interior, las consumidoras optan por reparar o reducir el tamaño de las
prendas. “Desde el año pasado vienen cada vez más mujeres a que les
arregle los sostenes”, contó una costurera en Candelaria. Cobra un
millón de bolívares por pieza reparada.
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