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sábado, 14 de julio de 2018

Comprar ropa interior implica gastar hasta 20 sueldos mínimo


“La ropa interior así sea la de menor precio se ha vuelto un lujo”, expresó Magali Contreras, ama de casa, en una tienda del ramo cuando le informaron que una pantaleta para su niña en edad escolar costaba 4,9 millones de bolívares.

En un recorrido por tiendas y centros comerciales en Caracas se observó que los precios de la ropa íntima nacional e importada son inasequibles, pues su adquisición implica gastar entre más de 1 y 20 salarios mínimo de 3 millones de bolívares mensuales, decretado por el gobierno a partir del primero de junio pasado.
“La gente ve y pregunta para salir escandalizada de la tienda, y eso que vendemos ropa interior importada de China”, informó una encargada de los numerosos establecimientos ubicados en La Hoyada, donde tradicionalmente acudían muchos compradores.
En una reconocida cadena de ropa íntima ofrecen las pantaletas y los sostenes de marcas colombianas de calidad en 43 millones y 63 millones de bolívares, respectivamente. “Un sostén fino con encaje y de marca cuesta entre 70 millones y 80 millones de bolívares”, contó la encargada de una boutique en un centro comercial del este de la capital.
Pero si se va a lo menos costoso, los paquetes de pantaletas con 3 unidades, que en el pasado eran ofertadas para los sectores populares, hoy cuestan 21,5 millones de bolívares. “Lo peor es que a la primera lavada se descosen por todos lados”, se quejó una empleada pública y ama de casa.
En una sucursal en la Candelaria de una conocida cadena comercial, orientada a los sectores de pocos recursos, las pantaletas para niñas, adolescentes y damas están en 4,9 millones de bolívares la pieza, mientras que un sostén oscila entre 10,9 millones y 20,7 millones de bolívares. Los varones tampoco se salvan de los elevados precios: un interior cuesta entre 9,9 millones y 60 millones de bolívares sin distingo de tallas ni edades.
Comerciantes de los establecimientos de ropa interior señalaron que las ventas han disminuido vertiginosamente, lo cual los ha obligado a reducir el personal para bajar los costos. “La gente compra piyamas cuando va a dar a luz o a ingresar en una clínica para una operación. ¿Quién va a comprar ropa interior cuando la prioridad es la comida?”, dijo una encargada.
Un propietario de un local en un centro comercial afirmó: “Ahora enfrentamos el problema de la reposición de inventarios porque prácticamente no hay fabricación nacional y las prendas importadas vienen muy caras por la subida constante del dólar libre. Por eso, se ven pocas piezas en exhibición”.
En la Candelaria, una buhonera refirió que luego de 10 años de vender ropa íntima cambió de ramo porque cada vez más los proveedores le aumentaban la mercancía y la gente compra menos. “Ahora vendo ‘tetas’ de azúcar y café que tienen más salida. Las pantaletas y sostenes hasta que se acabe la mercancía”, dijo.
Ante los altos precios de la ropa interior, las consumidoras optan por reparar o reducir el tamaño de las prendas. “Desde el año pasado vienen cada vez más mujeres a que les arregle los sostenes”, contó una costurera en Candelaria. Cobra un millón de bolívares por pieza reparada.

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