Zayda Hernández y Víctor Cuadras
son parte de ese grupo de universitarios nicaragüenses que se juegan la
vida en las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega y Rosario
Murillo. Sus celulares son su única arma.
Antes que el pueblo indignado se lanzara en abril a protestar por la Reforma del Seguro Social eran solo estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Hoy son líderes estudiantiles que han venido a Miami a denunciar la grave situación de los derechos humanos y la crisis sociopolítica en su país.
“Vivimos gobernados por una pareja de genocidas que ha sumergido al país en un terrorismo de Estado. Participar en una protesta pacífica para ellos es un argumento para mandarte a matar”, dijo Hernández el jueves en una conferencia de prensa en Doral organizada por SOS Nicaragua Global, una iniciativa de apoyo desde la diáspora.
El cuerpo de uno de sus amigos, Keller Pérez Duarte, de 23 años, apareció tirado en la Cuesta El Plomo, el mismo lugar donde las madres buscaban a sus hijos desaparecidos durante la dictadura de Somoza. El estudiante de la Universidad Nacional Agraria fue estrangulado y torturado por las fuerzas represoras de Ortega.
Cuadras detalló que 350 personas han sido asesinadas, 169 están desaparecidas y 3,000 han sido heridas por la policía gubernamental, que a veces va encapuchada o vestida de civil, o por las turbas paramilitares a las que el gobierno financia y les ofrece transporte para sus actividades represoras.
Tanto para Hernández como para Cuadras, un día más de los Ortega en el poder significa muchas más muertes de nicaragüenses porque el gobierno no tiene medida en la escalada de violencia.
“El régimen no se ha detenido en su sed de sangre y venganza, y con tal de aferrarse al poder, no han tenido la sensatez de pensar en los actos que están cometiendo contra el pueblo nicaragüense”, precisó Cuadras.
El estudiante de 25 años también denunció la presencia de la inteligencia cubana y venezolana en Nicaragua desde que Ortega subió al poder en el 2007.
“Castro replicó su receta de represión y hostigamiento en Venezuela, y ahora lo hacen en Nicaragua”, dijo Cuadras, que contó que hay evidencias fotográficas y en video de hombres que participan en las agresiones por parte del gobierno que no tienen la fisonomía típica del nicaragüense.
“Hay mucha gente que al ser torturados han escuchado el acento venezolano y el cubano en las cárceles clandestinas”, agregó Cuadras.
El joven de familia sandinista, cuyo abuelo fue asesinado por la Guardia Nacional de Somoza en 1978, dijo que ahora más que nunca los nicaragüenses se sienten compenetrados con los venezolanos y los cubanos.
“Creo que Cuba, Venezuela y
Nicaragua lograrán ser libres, siempre y cuando el pueblo apueste por
tomar las calles”, dijo Cuadras, indicando que ha recibido amenazas en
las redes sociales.
Los líderes estudiantiles también denuncian las estrategias del gobierno de Ortega para “bajar la moral del pueblo”.
“Matan a sangre fría en las protestas para que la gente no vuelva a salir a la calle y toman chivos expiatorios de la población que ha brindado apoyo llevando alimentos o atendiendo heridos, y los enjuician por supuestos asesinatos cometidos por el gobierno”, dijo Cuadras.
Como ejemplo ponen el caso de dos jóvenes afrodescendientes que han sido enjuiciados por la muerte del periodista Angel Gahona, asesinado el 20 de abril por la Policía Nacional. Los acusados no se encontraban en el lugar de los hechos, Bluefields, en la costa Caribe. Hasta la esposa de Gaona los ha defendido, afirmaron Cuadras y Hernández.
Hasta ahora hay 15 casos judiciales abiertos para amedrentar a los líderes estudiantiles y a quienes apoyan las protestas. Se ha hecho una campaña mediática de desinformación y desprestigio contra muchos.
“En Nicaragua no se puede caminar en las calles libremente porque es una muerte segura. Estamos viviendo horas extras”, dijo Hernández, de 24 años, cuyo rostro ha sido identificado como uno de los “causantes del caos” y su identidad divulgada.
Hay un estado de sitio porque la mayoría de las personas no sale después de las 4 de la tarde y las clases en las universidades y muchos centros de enseñanza intermedios están paralizadas porque nadie quiere enviar a su hijos por temor a que les disparen de un camión en marcha.
También hay largas filas en los consulados, especialmente en el de Costa Rica, porque hay una suerte de “histeria colectiva” que teme que la oleada de violencia llegue al máximo, explicaron.
A pesar de las críticas que ha recibido el diálogo con el gobierno, ambos estudiantes creen en este como una vía para lograr un país donde se respete el estado de derecho.
“Si no lo hacemos, otros pactarán por nosotros”, dice Cuadras, que es miembro de la mesa de negociaciones.
El objetivo de las conversaciones es conseguir que Ortega se vaya, instaurar un gobierno de transición y hacer elecciones libres y transparentes.
“Esta es una oportunidad de reconstruir el país, de fortalecer la nueva Nicaragua. No queremos un país basado en ideologías políticas sino en un sentido de nación”, expresó Cuadras.
Hernández dijo que los nicaragüenses vivieron 12 años de conformismo, en el que el pueblo estaba “ciego” y “manipulado” por los Ortega, pero que han despertado y que ahora la lucha no es solo dentro del país sino que cuenta con los “compatriotas” alrededor del mundo.
“Hay que establecer un mecanismo de presión contra el gobierno y estar unidos”, concluye la joven, quien aludió a que Ortega no solo se propone perpetuarse en el poder sino que pretende que su familia lo “herede”.
Siga a Sarah Moreno en Twitter: @SarahMorenoENH
Antes que el pueblo indignado se lanzara en abril a protestar por la Reforma del Seguro Social eran solo estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Hoy son líderes estudiantiles que han venido a Miami a denunciar la grave situación de los derechos humanos y la crisis sociopolítica en su país.
“Vivimos gobernados por una pareja de genocidas que ha sumergido al país en un terrorismo de Estado. Participar en una protesta pacífica para ellos es un argumento para mandarte a matar”, dijo Hernández el jueves en una conferencia de prensa en Doral organizada por SOS Nicaragua Global, una iniciativa de apoyo desde la diáspora.
El cuerpo de uno de sus amigos, Keller Pérez Duarte, de 23 años, apareció tirado en la Cuesta El Plomo, el mismo lugar donde las madres buscaban a sus hijos desaparecidos durante la dictadura de Somoza. El estudiante de la Universidad Nacional Agraria fue estrangulado y torturado por las fuerzas represoras de Ortega.
Cuadras detalló que 350 personas han sido asesinadas, 169 están desaparecidas y 3,000 han sido heridas por la policía gubernamental, que a veces va encapuchada o vestida de civil, o por las turbas paramilitares a las que el gobierno financia y les ofrece transporte para sus actividades represoras.
Tanto para Hernández como para Cuadras, un día más de los Ortega en el poder significa muchas más muertes de nicaragüenses porque el gobierno no tiene medida en la escalada de violencia.
“El régimen no se ha detenido en su sed de sangre y venganza, y con tal de aferrarse al poder, no han tenido la sensatez de pensar en los actos que están cometiendo contra el pueblo nicaragüense”, precisó Cuadras.
El estudiante de 25 años también denunció la presencia de la inteligencia cubana y venezolana en Nicaragua desde que Ortega subió al poder en el 2007.
“Castro replicó su receta de represión y hostigamiento en Venezuela, y ahora lo hacen en Nicaragua”, dijo Cuadras, que contó que hay evidencias fotográficas y en video de hombres que participan en las agresiones por parte del gobierno que no tienen la fisonomía típica del nicaragüense.
“Hay mucha gente que al ser torturados han escuchado el acento venezolano y el cubano en las cárceles clandestinas”, agregó Cuadras.
El joven de familia sandinista, cuyo abuelo fue asesinado por la Guardia Nacional de Somoza en 1978, dijo que ahora más que nunca los nicaragüenses se sienten compenetrados con los venezolanos y los cubanos.
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Los líderes estudiantiles también denuncian las estrategias del gobierno de Ortega para “bajar la moral del pueblo”.
“Matan a sangre fría en las protestas para que la gente no vuelva a salir a la calle y toman chivos expiatorios de la población que ha brindado apoyo llevando alimentos o atendiendo heridos, y los enjuician por supuestos asesinatos cometidos por el gobierno”, dijo Cuadras.
Como ejemplo ponen el caso de dos jóvenes afrodescendientes que han sido enjuiciados por la muerte del periodista Angel Gahona, asesinado el 20 de abril por la Policía Nacional. Los acusados no se encontraban en el lugar de los hechos, Bluefields, en la costa Caribe. Hasta la esposa de Gaona los ha defendido, afirmaron Cuadras y Hernández.
Hasta ahora hay 15 casos judiciales abiertos para amedrentar a los líderes estudiantiles y a quienes apoyan las protestas. Se ha hecho una campaña mediática de desinformación y desprestigio contra muchos.
“En Nicaragua no se puede caminar en las calles libremente porque es una muerte segura. Estamos viviendo horas extras”, dijo Hernández, de 24 años, cuyo rostro ha sido identificado como uno de los “causantes del caos” y su identidad divulgada.
Un país en estado de sitio
Por otra parte, la economía de Nicaragua sufre el embate de la inestabilidad sociopolítica. Las inversiones han cesado, muchos han sacado los ahorros del banco, el turismo está completamente detenido y el 95 por ciento de los restaurantes no funciona de manera normal.Hay un estado de sitio porque la mayoría de las personas no sale después de las 4 de la tarde y las clases en las universidades y muchos centros de enseñanza intermedios están paralizadas porque nadie quiere enviar a su hijos por temor a que les disparen de un camión en marcha.
También hay largas filas en los consulados, especialmente en el de Costa Rica, porque hay una suerte de “histeria colectiva” que teme que la oleada de violencia llegue al máximo, explicaron.
A pesar de las críticas que ha recibido el diálogo con el gobierno, ambos estudiantes creen en este como una vía para lograr un país donde se respete el estado de derecho.
“Si no lo hacemos, otros pactarán por nosotros”, dice Cuadras, que es miembro de la mesa de negociaciones.
El objetivo de las conversaciones es conseguir que Ortega se vaya, instaurar un gobierno de transición y hacer elecciones libres y transparentes.
“Esta es una oportunidad de reconstruir el país, de fortalecer la nueva Nicaragua. No queremos un país basado en ideologías políticas sino en un sentido de nación”, expresó Cuadras.
Hernández dijo que los nicaragüenses vivieron 12 años de conformismo, en el que el pueblo estaba “ciego” y “manipulado” por los Ortega, pero que han despertado y que ahora la lucha no es solo dentro del país sino que cuenta con los “compatriotas” alrededor del mundo.
“Hay que establecer un mecanismo de presión contra el gobierno y estar unidos”, concluye la joven, quien aludió a que Ortega no solo se propone perpetuarse en el poder sino que pretende que su familia lo “herede”.
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