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domingo, 29 de julio de 2018

Nos queda una sola opción

Foto: Archivo | Referencial
Foto: Archivo | Referencial

María Corina Machado | @MariaCorinaYA  
El socialismo no funciona, ni aquí ni en ninguna parte del mundo. Todos los regímenes comunistas y socialistas han terminado igual: con pobreza extrema, escasez galopante y países en ruinas. Y en cuanto a la moneda, termina hundida en la desconfianza y la gente recurriendo al trueque y a las divisas.



Por eso, lo que ocurre en Venezuela no es una sorpresa para nadie. Un modelo como el implantado a la fuerza por el chavismo no podía tener otro final.
Eso sí, pocas veces se ha visto una destrucción tan grande como la que ha perpetrado esta tiranía: una hiperinflación de 1.000.000% en 2018 y una reducción del 46% del PIB en tres años, según el Fondo Monetario Internacional. Esto no tiene precedente en la región y sólo es comparable con situaciones como la de Alemania en 1923 y Zimbabue en 2008.
¿Cuánto tiempo más puede aguantar Venezuela así? ¿Cuántas muertes más costará sacar al Socialismo del siglo XXI y a sus mafias del poder? Porque cada día adicional que se queda Maduro, ya es demasiado tarde para cientos de venezolanos.
Hay dos desenlaces para esta tragedia. Si el régimen llegara a aniquilar nuestras fuerzas, Venezuela en poco tiempo caería en la anarquía total; las mafias terminarían de apropiarse de todo lo que queda, el éxodo se dispararía y quienes le prestaron dinero al régimen, lo perderían todo.
Por el contrario, con la salida de Maduro y una transición ordenada, desde el primer día comenzarán a llegar los alimentos, medicinas, repuestos e insumos para atender la catástrofe humanitaria y la hemorragia que sufre el país. Esta enorme operación humanitaria ya está lista.
Al mismo tiempo, arrancaremos la reconstrucción de las instituciones, porque solamente con leyes justas que se cumplan por todos, con una economía abierta, libre de controles y diversificada, con enormes inversiones de empresas locales y extranjeras, podremos levantar a Venezuela de las ruinas en la que la dejaron. Esto sólo es posible si hay irrestricto respeto a la propiedad privada y seguridad personal y jurídica.
Por lo tanto, hoy enfrentamos una decisión de vida; intransferible e impostergable. El tiempo de la ingenuidad, la neutralidad y la debilidad se acabó. Cada uno tiene que decidir ya si está dispuesto a enfrentar con toda su fuerza a la narcodictadura o a “convivir” con ella. No existe otra opción.
Por primera vez en tantos años de lucha, todas las fuerzas están alineadas en la dirección del cambio de régimen: la fuerza de la gente cada día más organizada y movilizada, la fuerza de los mercados, la fuerza institucional del legítimo TSJ en el exterior, la fuerza militar, la fuerza internacional, la fuerza de la opinión pública, la fuerza moral.
Este régimen saldrá del poder cuando logremos escalar y coordinar estas fuerzas hasta el punto en el cual a Maduro le resulte más costoso quedarse que irse. Allí ocurrirá el quiebre definitivo, si tenemos una dirección política resteada.
Y en esto estamos avanzando también. Cada día son más los venezolanos dentro y fuera del país articulados en la gran alianza ciudadana para restituir la República: Soy Venezuela. A todos los venezolanos, con quienes hemos tenido discrepancias, pero que están dispuestos a abrazar la ruta del coraje y la fuerza, los recibimos con los brazos abiertos. Vamos a hacerlo juntos y a avanzar. Todos, menos los cómplices y los corruptos.
Sabemos lo que tenemos que hacer y vamos a hacerlo bien. Es nuestra única opción.

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