Arreglar una avería en el hogar
descose el bolsillo. Por la hiperinflación, los precios de los
materiales de plomería y eléctricos se consiguen cada día más costosos,
lo que ha convertido en un calvario cambiar un grifo dañado para un
lavamanos o fregadero, que pueden costar hasta 500 millones de bolívares
y 350 millones de bolívares, respectivamente.
Al lavaplatos de Lucía Reyes se le
dañó el grifo hace un año y desde entonces no ha podido comprarlo, y con
un alicate abre el chorro de agua. Quiere comprar uno de calidad porque
los que ha tenido, de plástico, le han durado poco. “Cada vez que voy a
una ferretería veo un precio nuevo”, afirmó. Indicó que en diciembre
costaba 17 millones de bolívares. Hace un mes volvió a ir a un
establecimiento y no dejó de sorprenderse: lo expendían en más de 120
millones de bolívares. “Tendría que hipotecar la casa para poder comprar
el grifo para el fregadero, o esperar a que alguien me lo traiga de
afuera”, expresó.
Dijo que después de pagar el
condominio, el plan del teléfono celular, el servicio de televisión
satelital y, además, la comida y las medicinas, prácticamente no le
quedó nada para comprarlo. Agregó que desde hace tres años tiene
clausurado un lavamanos porque no consigue el codo, que es el tubo curvo
ubicado debajo del lavabo.
Escasez. Las
ferreterías no solo están cada vez más vacías de consumidores, sino
también de artículos. El empleado de un negocio, situado en Colinas de
Bello Monte, afirmó que hay mucha escasez de materiales, lo que se
refleja en los estantes prácticamente vacíos. “Anteriormente la gente
entraba a una ferretería y conseguía todo lo que estaba buscando y más”,
recordó. Dijo que si a alguien se le dañaba el fregadero, podía
conseguir en el mismo establecimiento todo lo que necesitaba para
repararlo, como niples, codos, etc., mientras que ahora debe acudir a 5 o
6 ferreterías, si es que no a 10, para conseguir lo que le pide el
plomero.
Expresó que las ventas están por el
piso, porque como no se consigue mucha mercancía no hay qué vender. “Se
ve volumen en el flujo de caja, pero no es porque vendamos bastante sino
porque todo ha subido exageradamente”, señaló. Apuntó que el número de
empleados descendió de 16 a 4, debido a que casi no hay cómo pagarle al
personal.
En otra ferretería ubicada en el este
de Caracas también han mermado las ventas. Eran muy pocas las personas
que recorrían los pasillos el jueves pasado. Un trabajador recordó que
anteriormente la gente compraba otras cosas, además de lo que realmente
buscaba. Ahora, dijo, solo se lleva estrictamente lo que necesita.
Indicó que la misma ferretería también ha sufrido cambios,
principalmente por la caída en la variedad de productos. Hace cuatro
años podían manejar, en promedio, una cantidad de rubros de plomería que
oscilaban entre 8.000 y 12.000, ahora manejan aproximadamente la mitad.
El descenso en la oferta se advierte en cómo ha cambiado el negocio.
“Hemos venido reduciendo los espacios. En otras épocas la ferretería era
más amplia, había más pasillos”, afirmó.
Señaló que los encargados de
contactar a los proveedores han buscado nuevas opciones, porque
actualmente muchos han dejado de surtir mercancía. “Están en la búsqueda
de otros que nos puedan facilitar los productos que requerimos para
vender al público”, dijo. Agregó que cada vez que reciben mercancía,
llega con precio nuevo.
22,1 millones de bolívares costaba un
bombillo ahorrador de 15 vatios. Una consumidora, que revisaba los
productos, dijo que el bombillo que necesita para una lámpara, porque el
que tenía se le quemó, lo vendían en 4 millones de bolívares. “Se
quedará como adorno, porque no voy a pagar esa cantidad de dinero”,
expresó.
Se reparan bombillos.
Por los elevados precios, las personan han preferido mandar a
repararlos que desembolsar millones en uno solo. Comerciantes
informales, que han advertido la situación, se las ingeniaron para
colocar puestos de reparación en la calle. Uno se instaló en la avenida
Fuerzas Armadas, lugar al que fue una mujer hace 15 días para que le
arreglen dos bombillos. El hombre le dijo que la reparación de cada uno
costaba 400.000 bolívares, pero la consumidora decidió dirigirse a otro
puesto que recordó haber visto frente a la plaza Candelaria.
Cuando llegó, el reparador le dijo
que cobraba 320.000 bolívares por cada uno. Sin embargo, uno de los 2 no
tenía arreglo, así que la señora solo se devolvió a su hogar con uno
solo. “Ellos arreglan todo tipo de bombillos, y mientras más grande, más
cobran, pero uno se ahorra una cantidad de dinero al repararlos porque
los nuevos cuestan más de 1 millón de bolívares”, dij
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