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Foto: Archivo
2001.com.ve
La hiperinflación en Venezuela ha alcanzado un récord histórico de proporciones épicas.
La economía se ha reducido casi a la mitad en sólo cinco años, a su
vez sufre la mayor tasa de inflación anual jamás registrada en América
Latina.
Para intentar revertir esta situación, el presidente Nicolás Maduro
anunció un paquete económico durante el fin de semana, y afirmó que las
medidas le devolverían “la prosperidad económica al país”.
Al igual que todos los programas económicos anteriores del presidente Maduro, el más reciente es confuso y contradictorio.
Habrá una devaluación efectiva del 95%, y así se emitirá una nueva moneda, con un aumento en los impuestos a las empresas, un aumento de 3,000 % en los salarios mínimos y un compromiso para no seguir imprimiendo dinero.
Esta última práctica ha elevado la inflación, la cual se está acercando a un millón por ciento anual, según estimaciones por el FMI
se aumentará el impuesto al valor agregado, junto con el fin de los
subsidios que hacen que los precios domésticos de la gasolina,
inferiores a un centavo por galón, sean los más baratos del mundo, estas
son medidas desesperadas de un gobierno que recién comienza a enfrentar
la realidad, es casi seguro que fracasarán.
La mayor parte del mundo, especialmente los partidarios de la
izquierda, ha guardado un vergonzoso silencio sobre la crisis de
Venezuela durante un gran tiempo.
El país es un estado fallido. Como centro de tráfico de drogas y fuente de un gran éxodo, ya es un exportador de inestabilidad.
A finales de 2017, alrededor de 1.6 millones de venezolanos vivían en el extranjero, según la ONU, las estimaciones locales colocan la cifra hasta en los 4 millones.
Los países vecinos hasta ahora han recibido a los refugiados tan sólo en Colombia hay 1 millón pero Brasil, Ecuador y Perú han comenzado a restringir los requisitos de visado para las llegadas.
Las comparaciones con la crisis de refugiados en Siria el peor desastre provocado por el hombre desde la Segunda Guerra Mundial, con casi 6 millones de refugiados de una población de 20 millones de personas antes de la guerra pueden ser inexactas.
Sin embargo, en términos de magnitud y números brutos, ya no parecen totalmente descabellados. |
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