El país con las mayores reservas de
petróleo comprobadas del mundo deja sin abastecer el 82% de su demanda
eléctrica. Muchas ciudades conviven con apagones diarios de entre 8 y 16
horas. La falta de inversión también hizo colapsar la distribución de
agua potable. Muchos recurren a fuentes naturales y estaciones de
bomberos para cargar algo del líquido vital.
Por Infobae
Por Infobae
La construcción de una Venezuela
potencia en la que el régimen de Nicolás Maduro escuda la destrucción
del país es directamente proporcional a su deterioro. Los venezolanos no
solo padecen la crisis en la escasez de alimentos y medicinas sino
también en la ausencia de servicios básicos como el agua y la luz.
Precisamente por tener cortes de energía
que ocurren a diario durante un período de entre 8 y 16 horas es que
María Perdomo se prepara como si se tratara de una exploradora que va a
ingresar a una cueva. Pero es una mujer de más de 70 años que lleva una
linterna para desplazarse de un lado al otro de su casa, al sur de
Maracaibo, —capital del estado Zulia, el principal productor de petróleo
en Venezuela— y poder atender a su hija que está en enferma en cama.
Llega hasta una mesa en la que hay una vela, apaga la linterna y luego
de un soplido, la llama de luz.
—Fíjese como quedamos, totalmente en
tinieblas.Tenemos que tener una vela o tener una lámpara. Y como de mi
hija no se puede uno separar tenemos que estar pendiente de ella.
Con detalle explica el funcionamiento de
la linterna con la que se ayuda buena parte de las noches en las que
está sin luz. María que coloca la luz de la linterna en intermitente
para que la hija pueda ubicar por dónde se desplaza.
En esta zona de Venezuela, la
temperatura rebasa los 40 grados centígrados durante el día y en la
noche puede llegar hasta los 34°.
—Hay que hacer las cosas rápido antes de
que llegue la oscuridad —dice Carolina otra vecina de la zona — ya no
quiero ni que llegue la noche, para que no se vaya (la luz natural).
Justamente en esta misma región de
Venezuela, el ministro de energía eléctrica, Luis Motta Domínguez,
recomendó a los venezolanos que se fueran acostumbrando a los cortes
prolongados de luz al admitir que Venezuela atraviesa una crisis del
sistema eléctrico.
“¿Ustedes creen que yo quiero que
ustedes sufran eso? Seis horas, cuatro horas, pueden ser 12, pueden ser
ocho, pueden ser cuatro, pero lo importante es que el pueblo realmente
sepa acerca del racionamiento y se cumpla”, dijo el 11 de julio en una
rueda de prensa.
Cinco días después de la declaración del
ministro Motta Domínguez, en esa misma ciudad, se registró otro apagón
que dejó sin posibilidad de diálisis a los pacientes renales que acuden
al Centro de diálisis de Occidente en Maracaibo. La intermitencia en el
tratamiento pone en riesgo sus vidas. Dos enfermos renales de esta
clínica perdieron la vida a causa de los apagones.
Entre enero y junio de 2018 se han
registrado 6.210 fallas eléctricas en Venezuela, según el comité de
afectados por apagones, de los cuales el 40% se registró solo en el
estado Zulia.
El problema principal del estado Zulia
es que no hay un parque de generación termoeléctrica que satisfaga la
demanda. Por esta razón el gobernador de esa región emitió un decreto en
junio pasado que obliga a los empresarios a autoabastecer su consumo de
electricidad con penas tributarias y cierre temporal.
El decreto ordena al sector empresarial
zuliano tomar acciones para la autogeneración de energía eléctrica, que
debe cubrir nueve horas del día en las que se registra la mayor demanda
en el Sistema Eléctrico Nacional.
“Las instalaciones de carga concentrada
superiores a 100 KVA (kilovatios) deberán instalar capacidad de
autogeneración desde la presente fecha, y colocarla en funcionamiento en
los horarios establecidos” indica el decreto.
Miguel Lara, ingeniero electricista
especialista en sistemas de potencia, quien tiene más de una década
advirtiendo sobre la crisis que se venía encima en esta materia, y quien
en 2003 fue llevado por el gobierno de Hugo Chávez a declarar ante la
División Contra Terrorismo del Cuerpo de Investigaciones Científicas
Penales y Criminalísticas (CICPC) explicó a Infobae que las advertencias
fueron hechos a tiempo pero los recursos fueron “despilfarrados”.
“Acciones como no hacer obra de
expansión previstas en el ’99, abandonar el mantenimiento, salir de la
gente que tenía conocimiento y capacidad para hacerlo, dejar abandonados
los inventarios de partes pieza y repuestos, congelar las tarifas para
poder salir de las empresas privadas, obligarlas a vender y apoderarse y
centralizar todo, al final que todo se ha deteriorado”, dijo.
Pero, para Lara, el foco de la crisis de servicios públicos radica en el modelo político.
“Si no hay un cambio de ese modelo de
gestión que es inherente a una ideología política de destrucción, de
generación de déficit, la sociedad venezolana no puede esperar otra cosa
sino que eso siga empeorando, así ha venido sucediendo con el agua, la
salud, la cadena alimenticia. El objetivo de la revolución es
deselectrificar”, precisó Lara.
Entre 2001 y 2014, al gasto del sector
eléctrico le fueron asignados $6.175 millones por el programa social
misión Revolución Energética y PDVSA realizó un aporte por $11.001
millones de dólares.
Según la Asociación Venezolana de
Ingeniería Eléctrica, Mecánica y Profesiones Afines, a la fecha el
déficit de generación eléctrica es de 82%.
El 10 de julio, la vicepresidente Delcy
Rodríguez anunció la instalación del “Estado mayor Eléctrico”, una
figura militar llevada a la gestión civil que promete dar mantenimiento y
recuperar el servicio eléctrico en el Zulia “un estado que ha sido
duramente atacado por factores desestabilizadores, boicoteado por
factores que pretenden por la vía del ataque a los servicios públicos
desestabilizar la República”, dijo Rodríguez.
La capital venezolana fue alcanzada por
el colapso del servicio eléctrico el martes 31 de julio. Una falla en el
sistema eléctrico dejó sin luz a casi el 90% de Caracas durante casi 7
horas. Y las fallas persisten.
Tampoco el agua potable
A la crisis de electricidad que se
inició en 2009 y se ha agudizado desde que comenzó 2018, se suma la de
agua que viene sintiéndose con mayor impacto en Caracas en los últimos
seis meses. Pero en algunos estados como Aragua, a 120 kilómetros al
occidente de la capital, las personas no reciben agua por las tuberías
desde hace tres años.
—Cuando comenzó la crisis de agua el
gobierno enviaba las cisternas tricolor, pero eso duró dos semanas, la
gente colaboraba con comida o merienda para los choferes. Después
dejaron de repartirla y las personas comenzaron a pagar su cisterna.
Pero a ese costo ya hay mucha gente que no puede pagar —relató a Rafael
Ángel Zoto, habitante de La Victoria, estado Aragua, a 84 kilómetros al
oeste de Caracas.
En Venezuela no se construyen nuevos
embalses desde hace 20 años, dijo a Infobae Norberto Bausson,
exvicepresidente de Operaciones de Hidrocapital, la empresa estatal
hidrológica de Caracas. “Tenemos un problema muy grave porque la
capacidad operativa está muy por debajo de la capacidad instalada, es
decir que de lo que teníamos funcionando hace 20 años, funciona más o
menos un 50 por ciento solamente. Eso quiere decir que la gente que
tenía más o menos unos servicios adecuados tiene ahora problemas muy
graves y eso lo notamos en las zonas más altas de la ciudad. Antes
éramos capaces de entregar 250 litros por persona por día y ahora no
somos capaces de entregar 180 litros”.
En la práctica, el deterioro de los
sistemas hidrológicos en Venezuela incide aún más en el deterioro de la
calidad de vida de los venezolanos que enfrentan problemas de escasez de
alimentos, medicinas y la hiperinflación más alta del mundo, que se
ubica en 46.305% según cálculos de la opositora Asamblea Nacional.
César Hernández (68) es uno de tantos
venezolanos que ha encontrado una forma de resolver su problema del agua
con una unidad de los bomberos del Distrito Capital ubicada en El
Paraíso, en el noroeste del centro histórico de Caracas. A diario acude a
hacer una larga fila de hasta 4 horas de espera con los pipotes vacíos
que puede cargar y transportar en su carro para llenarlos con agua, pero
solo para cocinar y limpiar la casa, porque no es agua para consumo
humano.
—Busco agua aquí para tratar de medio
limpiar, lavar ropa no se puede, hay que lavar en lavanderías
automáticas y están carísimas. Una lavadora pasa del millón y medio de
bolívares (al cambio a tasa de mercado negro, menos de 50 centavos de
dólar). A estas alturas de mi vida, me toca cargar agua, algo que no
había hecho nunca, lamentablemente nos toca bailar al son que nos están
tocando. Optimista no soy. Considero que las cosas van a ir empeorando.
No creo que esto cambie hasta que no cambiemos al que está dirigiendo el
barco. Todo esto ha sido culpa del gobierno, hasta la falta del agua
porque no hubo inversión , y ahora menos porque no tienen ni dólares ni
credibilidad afuera.
Hernández hacía antes hasta cinco viajes
con su auto pero ahora, por la aguda escasez, en medio día apenas ha
podido hacer un viaje.
—Aún no les ponen límite para llenado de
los pipotes, pero para consumo no sirve. Y un botellón de agua, y que
sea potable, está en un millón de bolívares y la pensión no alcanza. Si
compras el agua no puedes comprar medio cartón de huevo. Las leche
pasteurizada cerca de los 3 millones. Con una pensión compro cuatro
botellones pero no puedo comprar más nada, ni comida ni medicinas.
Mientras espera en la misma fila también
para llenar sus pipotes, Luis Echenique se lamenta de su situación, la
misma de millones de venezolanos
—¡Esto era lo que nos faltaba! ¡El agua!
Tenemos el problema de la comida, de la medicina, no hay dinero, el
pasaje, la inseguridad, ahora es el agua. ¡O sea que esto es una
humillación que nos han hecho terrible!
Hay quienes como José Ramírez, han
decidido retornar a las fuentes de agua naturales como la que emana en
la base de El Ávila que es el cerro que cubre toda la zona norte de
Caracas y la separa del mar.
—Yo vengo a buscar mi agüita para tomar.
Yo tengo un filtro, pero el filtro no me convence mucho. El agua de
filtro la uso solo para cocinar.
Ramírez prefiere confiar en la
naturaleza, a pesar de que según el ministro de Interior y Justicia,
Néstor Reverol esa agua no está “potabilizada”.
En Caracas hay siete tomas de agua que
en mayo pasado fueron militarizadas como parte del “plan de contingencia
de abastecimiento de Agua para la Gran Caracas”, con el cual el
gobierno pretende subsanar un problema que es estructural.
La crisis de agua ha privatizado su
consumo porque solo quien puede pagar su traslado en camiones cisternas
tiene posibilidad de satisfacer su necesidad. El acceso al agua potable
es un derecho humano y es un servicio básico que el Estado debe
garantizar, pero por el contrario el régimen chavista lo viola de forma
sostenida.
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