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martes, 2 de octubre de 2018

El horror de las venezolanas víctimas de trata en España


(Foto archivo EFE/Alberto Estévez)


Laura es menor de edad. Hace unas semanas se subió a un avión en su Venezuela natal con destino a España. Lo que no sabía es que su familia la había vendido y llegaba al país ibérico para ser prostituida, según la hipótesis de las autoridades españolas, que aún investigan su caso.


En el aeropuerto de la capital la esperaban miembros de una red de trata de personas para recogerla y llevarla a un apartamento, donde, según las autoridades, sería sometida a diversas vejaciones y explotada sexualmente. Por suerte, hubo otros que fueron más rápidos: los agentes de la Policía Nacional, entrenados para identificar a esta clase de víctimas, la salvaron justo a tiempo ahí mismo.


Laura (un pseudónimo para proteger su identidad y seguridad) ahora vive en un apartamento, pero muy diferente al que estaba destinada en un principio: convive con otras víctimas de trata de personas. La atiende personal de las autoridades españolas y de la Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer (Apramp). Ahora debe pasar todo un proceso de investigación para protegerla y, pronto, ingresar a los centros en los que Apramp le enseñará un oficio con el que pueda ganarse la vida, según contó esta asociación.
A ella la localizaron a tiempo, antes de que su vida se volviera un infierno en el que sería obligada a hacer “de 10 a 15 servicios sexuales al día”, tal y como asegura Rocío Nieto, fundadora de Apramp. Es ella la que relata a CNN en Español la historia de Laura, pues la menor es testigo protegido y no puede hablar con nadie ajeno a su institución o los servicios sociales previstos para víctimas de trata. Tampoco pueden dar más datos sobre ella, por criterios de protección de la menor y de víctimas de trata.
“Los aeropuertos son puntos muy importantes a la hora de luchar contra la trata” en el caso de las víctimas procedentes de América Latina, explicó a CNN en Español la inspectora Leticia Matarranz, miembro de la Unidad Central Contra las Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades (Ucrif). Allí, los agentes están entrenados para identificar señales de alerta de que alguien no está entrando al país de forma legal y, especialmente, de que está siendo víctima de una red de trata. La inspectora no dio más detalles sobre dichas señales de alerta por motivos de seguridad.


Nieto cuenta que la historia de esta niña no es diferente al del resto de víctimas de trata de personas, y confirma que cada vez son más las venezolanas que llegan a su centro derivadas por la Policía Nacional. Huyen de la crisis en Venezuela y acaban en medio de redes organizadas de trata de personas. Solo en su casa de acogida, asegura, hay dos víctimas venezolanas de trata que llegaron en el lapso de apenas unas semanas.
En lo que va de 2018, la Policía Nacional ha rescatado a más de 200 mujeres víctimas de trata en España, según esta misma institución. La mayoría de ellas son de nacionalidad rumana, nigeriana y dominicana, pero las venezolanas empiezan a aumentar, tal y como confirmó la inspectora Matarranz. “Ha habido un aumento significativo”, dijo, asegurando que entre 2016 y 2017 creció un 50% el número de mujeres venezolanas rescatadas de redes de trata. Es más, Acnur estima que un 2% de las mujeres venezolanas en el exterior con entre 15 y 49 años son sobrevivientes de violencia sexual.
La historia es siempre similar. “Las captan aprovechando entornos desfavorecidos”, explicó Matarranz. Nieto las describió como mujeres desesperadas, que son engañadas por personas en las que depositan su confianza o, a veces incluso, vendidas por su familia, también desesperada por falta de recursos. Según Nieto, que lleva más de 30 años trabajando en el área, la mayoría de las mujeres llegan a España sin saber que van a ser prostituidas. O saben que van a serlo “pero no en esas condiciones”, agrega la inspectora. Así, cuando se encuentran con la realidad, se destruyen.


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