La causa subyacente de la circulación de
cualesquiera y de todos los tipos de medios de intercambio es confianza
en su aceptabilidad. Las bases de esta confianza son cuatro: a.
Creencia en la estabilidad económica, política y social o persistencia
del hábito social; b. La autoridad legal de un gobierno en particular;
c. El crédito y credibilidad del emisor, ya un organismo público, una
persona privada o corporación; y d. Acuerdo directo entre los
individuos. Cada una de estas fuerzas promueve la circulación de un tipo
diferente de dinero.
La persistencia del hábito social es
la causa primaria de la circulación de dinero mercancía, esto es, un
dinero mercancía, como el oro, es mucho más aceptable que ningún otro
puesto que tiene valor independientemente del que surge por su uso como
dinero; pero, este valor solo está presente siempre y cuando la demanda
del artículo continúe. Aceptarlo como pago es por tanto mostrar que uno
cree en el deseo general permanente de poseer esta mercancía particular;
que los miembros de la sociedad continuarán en el futuro como ya
actuaron en el pasado, es decir, que el hábito social es perseverante,
invariable.
La segunda base de la confianza que
puede conducir a alguien a aceptar una cierta cosa en pago de deudas, de
acreencias con respecto a terceros, o de ventas realizadas por él es la
estabilidad de un gobierno en particular que emite esa cosa como
dinero. Mucha gente piensa que crear una demanda para este tipo de
dinero, mediante su recepción para el pago de impuestos, haciéndolo un
medio legal, podría conducir a su aceptación, aunque no tenga utilidad
directa ni valor específico. Se cree que la ley puede coercer su
aprobación.
Es más, un artículo podría ser
tolerado en pago de deudas o ventas por la confianza en la integridad y
estabilidad de un individuo o empresa. El receptor cree que el emisor
recomprará, adquirirá de nuevo, volverá a tomar posesión de una cosa
enajenada, reembolsando su valor al que la posee, rescata; en otras
palabras, garantiza que será aceptada por sí mismo, o por cualquier
otro, en cambio por artículos de utilidad directa. La causa aquí de la
circulación es el crédito comercial. Ejemplos de tales medios son los
cheques y billetes.
En cuarto lugar, la confianza que
lleva a alguien a aceptar un artículo dado en pago es un acuerdo directo
de aceptarlo entre individuos de un cierto grupo social o industrial.
Difícilmente se encuentra un ejemplo histórico de tal acuerdo. Algunos
teóricos de Teoría Monetaria han escrito acerca del origen del dinero de
una manera que entraña la existencia de tal convención, pero no hay
evidencias. La aproximación más cercana es, tal vez, el uso de cheque en
casinos para cancelar deudas surgidas en el juego. Hay otro caso, se
trata de la acción de las naciones miembros de la antigua Unión Latina.
La causa de la circulación serían los convenios internacionales que
pasan a ser leyes en los respectivos países.
Como puede inferirse, y deducirse, de
lo ya reseñado, el petro, moneda improvisada por el desgobierno de
quien funge como presidente de la República, fracasará en circular,
puesto que no cumple a cabalidad con algunas de las bases que generan
confianza en un medio de cambio, por ejemplo, no hay confianza en el
emisor, que en última instancia es Maduro, pues su presidencia surgió de
un fraude, no reunió una mayoría de votos, no llegó ni a 20% al
analizar los verdaderos datos electorales; más de 80% de los venezolanos
desea que renuncie, otros buscan una invasión extranjera o un golpe
cívico-militar, o ambos, para poner fin a tanta insensatez política y a
la invasión cubana; muchos consideran que no es digno de la majestad de
la presidencia, que no tiene “talla” presidencial, ni la formación ni
experiencia indispensables para pensar y tomar decisiones. Es más,
existe la convicción de que las instituciones políticas del Estado no
funcionan porque están mal integradas con personal sin la formación
idónea, o con profesionalismo y trayectoria cuestionables para ejercer
las funciones respectivas, como el TSJ y el BCV; priva inmoralidad.
No hay confianza en el emisor,
creador de la improvisada moneda, debido a la gran inseguridad
jurídica: se ha violado consuetudinariamente el mamotreto, casi un
reglamento, constitucional vigente; sus artículos son letra muerta por
antojos, caprichos gubernamentales para justificar acciones destructoras
del tejido político-social y económico, cuyas acciones luego son
refrendadas por el presumible tribunal supremo de origen también
ilegítimo; es tal el abuso, lo ilegal, que con las recientes y presuntas
medidas económicas se eliminó la progresividad en el desempeño del
personal al servicio del Estado, los escalafones, producto de luchas
sindicales para humanizar la prestación de servicios; se eliminaron, se
ilegalizaron cláusulas de contratos colectivos vigentes, que es una
arbitrariedad, lanzando a la miseria y desconociendo, desvalorando la
trayectoria profesional, el ejercicio eficiente de obreros y empleados,
que desestimula, lo cual es inconcebible en el mundo civilizado,
desarrollado y democrático. Es un retroceso inaceptable social y
políticamente. Por eso las protestas generalizadas. No hay cultura
respetuosa del derecho positivo. Ahora se complica el marco legal con la
inquietud provocada por el proyecto de pretendida nueva constitución,
que será fuente de polémica nacional y posiciones encontradas, de todo
lo cual brota desconfianza.
Lo que coetáneamente barre la
confianza del panorama nacional es el revés, desmoronamiento, de las
“medidas” económicas, que en lugar de ser fuente de progreso y
prosperidad se han convertido en lo contrario: más pobreza, 80% de la
población, no disminuye la hiperinflación, sigue la escasez de alimentos
y medicinas, la muerte masiva de niños y adultos en centros
hospitalarios, cierre de empresas y comercios ahora y los que piensan
cerrar de aquí a diciembre, centros comerciales desolados, más
desempleo, por ello, continúa la migración de venezolanos buscando mejor
nivel de vida y un futuro alentador que el presente, aquí, no permite
visualizar.
Y se desploman más las bases de la
confianza al anunciar que solo se podrá comprar dólares con petros, no
con bolívares y, además, que el respaldo del petro serán barriles de
petróleo inexplotado; entonces, ¿cómo va el emisor a redimir, rescatar,
los petros a cualquiera que desee hacerlo? Con gotas, frasquitos de
petróleo pesado, títulos inaceptables, que se desvalorizan al emitirlos,
carentes de circulación en el mercado de capitales, y si lo hacen es a
un precio irrisorio. ¿Cómo se redime el petro? Lo incierto destruye su
aceptación. Es notoria, pues, la intranquilidad, inestabilidad política,
económica y social. El petro tendrá poca vida monetaria. Nihil ex nihilo, de
nada no sale nada. No sin sobra de razón hemos de constatar que
Venezuela pasa por una fatídica malaventura, ya que cada accionar de la
dictadura preludia y afinca un desalentado y rápido declive de la
fortaleza nacional, que todos sufrimos.
psconderegardiz@gemail.com
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