La migración forzada es una
situación contraria a la voluntaria y representa un concepto que se
aplica a contextos en situaciones de violencia política o guerra.
Estamos ante la presencia de la mayor crisis migratoria en la historia
de la región, un fenómeno que no tiene antecedentes. Durante los últimos
años hemos podido advertir a pasos acelerados cómo en la medida que se
agudizaba la situación social venezolana, tomaba mayor vigor la
expulsión forzada de millones de personas. El desempleo, la
pobreza, las condiciones precarias de salud y la pulverización de la
moneda han desatado una crisis económica, social y humanitaria, que ha
obligado a sus ciudadanos a salir de su país en la búsqueda de mejores
condiciones de vida.
Por Álvaro Fontana / infobae.com
Ya poco queda del país que fuera
reputado por su formidable bienestar y producción petrolífera; tal cual
están dadas las cosas hoy, la crisis migratoria representa un verdadero reto y oportunidad para toda América Latina.
La economía de Venezuela está en una caída libre y estrepitosa,
reducida al 50% en los últimos diez años, se complementa con la
reducción e involución del espacio democrático, la disminución de los
ingresos petroleros, la creciente evaluación negativa de la población
del gobierno así como de la comunidad internacional y una manifiesta
reversión autoritaria del Estado, impregnada de graves violaciones a los
derechos humanos.
¿Acaso le espera a
Venezuela convertirse en un Estado fallido? Tal como podemos recordar,
ese fue el destino de Somalia, Libia y Sudán. La crisis de los
refugiados del norte de África y Medio Oriente, como un contexto
análogo, es donde los medios internacionales han dado mayor cobertura y
han acentuado, no obstante que la envergadura de la situación regional
en Venezuela es muy compleja ya que los flujos de personas que salen de
allí tienen una dimensión superior. Parte de los 4 millones de personas
han tenido como destino Sudamérica, en una lista que encabeza, Colombia
(1,5), Perú (850.000) y Chile (300.000), sin perspectivas de que la
migración se reduzca.
Se trata de una verdadera ola
humana que está poniendo a prueba a los gobiernos y organismos
internacionales del tema migratorio- como es la agencia ACNUR, OIM- y
los servicios de asistencia de los países receptores, en muchos casos
sobrepasados por la demanda. La situación sigue agravándose sin freno,
ya que lo que en un principio parecía estar enfocada en una migración de
los sectores medios y de mayor poder adquisitivo, en el último tiempo
giró y comenzaron a llegar nuevos grupos de migrantes a pie con una
mayoría de personas de bajos ingresos. Otra de las características más
alarmantes es que han surgido síntomas sociales de perturbación,
incomodad y rechazo, acompañados por xenofobia; como en el caso del
Perú, que imponiendo medidas gubernamentales donde piden el pasaporte y
visa humanitaria realiza un ajuste que implica exigencias para conceder
el status de refugiado.
Particularmente en la Argentina,
durante el primer trimestre de 2019 se radicaron unos 40.000
venezolanos, una cifra significativa si se tiene en cuenta que en todo
el año pasado fueron 70.531. En apenas tres meses ingresaron más de la
mitad de los que ingresaron en 2018; una cifra que fue confirmada por la
Dirección Nacional de Migraciones, y aporta la cantidad de ingresos de
los últimos 7 años: desde 2012 a marzo del 2019 se otorgaron 170.000
radicaciones. Ya en 2017, como comunidad, escalaron al tercer puesto en
el ranking de nacionalidades por cantidad de radicaciones en Argentina,
detrás de los paraguayos y bolivianos. En cuarto lugar están los
peruanos, seguidos por los colombianos. El caso de Venezuela es una
realidad social y de migración forzada que pone a prueba la región.
En Chile, por ejemplo, se ha
generado una delicada situación en la frontera peruana, específicamente
en Tacna, donde permanecen los venezolanos que están siendo rechazados.
En este caso el gobierno chileno agregó una medida restrictiva
requiriendo visa consular destinada a quienes quieran ingresar en
calidad de turistas. Para muchos de los venezolanos, Chile es una meta
final que no tantos logran por los casi 6.000 kilómetros que los
separan. La mayoría de los que llegan, lo hacen a través del complejo
fronterizo de Chacalluta, muy cercano a Arica, tras haber atravesado
Colombia, Ecuador y Perú. Una vez allí, su destino principal es
Santiago, donde el particular aroma de la arepa ya se hace presente en
zonas como Providencia.
De todas formas, la situación sigue siendo extremadamente grave. Ante la negativa y las dificultades, muchas familias se atreven a cruzar la frontera de manera no regular.
Caminando por la playa, vías del tren y zonas desérticas totalmente
abiertas donde existen minas antipersonales que fueran sembradas hace
décadas y que no han sido eliminadas. El gobierno militar colocó en 1980
durante la dictadura de Augusto Pinochet, quien creía que Argentina,
Bolivia y Perú podían invadir Chile por conflictos territoriales.
Durante el año 2015 dos colombianos pisaron minas y sufrieron
mutilaciones en una pierna. Ambos, de acuerdo con la cónsul colombiana
en Arica, Nina Consuegra, volvieron con prótesis a su país después de
recuperarse. En 2016, un peruano murió y un dominicano también perdió
parte de una pierna.
En Ecuador la convivencia no ha sido fácil,
ya que se documentan casos de xenofobia, sobre todo tras el asesinato
en Ibarra -en el norte- el pasado enero de una ecuatoriana embarazada,
crimen por el cual fue detenido un venezolano que ya tenía antecedentes
criminales en su país.
La ola migratoria resulta
indetenible porque se le complementan factores que indudablemente han
contribuido, como es el caso de las sanciones externas a Venezuela en el
contexto de las exportaciones, que perturbaron directamente a los
ciudadanos alentando el éxodo. Lo que está mostrando la
inmigración venezolana en los países receptores es que el mercado
informal tiene capacidad de absorción sobre los nuevos demandantes de
empleo y este es el segmento de la inmigración venezolana. Esto
quiere decir que, en general, los migrantes están dispuestos a trabajar
por menos dinero y seguramente con perspectivas de encontrar un empleo.
Muchos analistas económicos ya plantean que las oleadas migratorias
generan un verdadero crecimiento en el mediano plazo que se va expandir
en forma extensiva a la toda la región.
La información de organismos
internacionales como la ONU prevé que el flujo migratorio aumentará a
unos 5,3 millones hasta finales de 2019, por lo que no es de descartar
que otros países ya entren a ser parte de la lista. El marco político en
el cual se está produciendo la emigración venezolana está coincidiendo
con la salida de Brasil y Chile del Pacto Mundial para una Migración
Segura, Ordenada y Regular, un indicio que no es bueno a la hora de
encontrar consensos.
Desde el punto de vista económico
financiero también existen complicaciones como, por ejemplo, la
situación del tipo de cambio que establecen los bancos venezolanos a
través de una tasa oficial. Por este motivo, los envíos no se puede
realizar directamente sino través diversos medios, como casas de cambio,
financieras o individuos. A modo de ejemplo, por cada 100 dólares,
cobran 50 de comisión, lo que plantea un verdadero latrocinio a las
personas que necesitan realizar giros o remesas; a raíz de esta causa
han florecido oficinas financieras que envían dinero desde Buenos Aires.
Los informes de los organismos
internacionales plantean aspectos muy poco alentadores. Por ejemplo, en
su último informe de perspectivas económicas en las Américas, el
Fondo Monetario Internacional (FMI) considera que la crisis humanitaria
que ha provocado un “marcado aumento” de la diáspora venezolana podría
tener un impacto negativo mayor para sus vecinos que un eventual default.
Millones de venezolanos han decidido emigrar a lo largo de los últimos
18 años, proceso se ha acelerado desde hace tres. Otros estudios como el
de Tendencias Migratorias Nacionales en América del Sur, de la Oficina
Internacional de Migraciones (OIM), organismo de la Organización de
Naciones Unidas, sostiene que en los últimos dos años la mayoría de los
migrantes se ha dirigido hacia Colombia o usan este país como tránsito
con el fin de llegar a otros destinos. Estados Unidos y España, en ese
orden, son después de Colombia los países donde se registra más cantidad
de venezolanos.
No obstante, en las últimas semanas
el Banco Central de Reserva del Perú, anunció que la inmigración pudo
haber reducido la inflación conforme los venezolanos hacen que bajen los
salarios en el comercio minorista y otros servicios, mientras que su
consumo añadió 0.3 puntos porcentuales de crecimiento económico el año
pasado. Algo similar a lo que sucedió en Chile, cuando los mercados se
sorprendieron al ver la reducción este mes de la tasa de interés, pero
el Banco Central ofreció una explicación muy simple: hay mucha más gente
en la economía del país.
Históricamente tenemos que recordar que durante
las diversas situaciones de conflicto en la década del 80 se pudieron
vertebrar políticas regionales en América Latina compartidas con el
consenso de los países. Sin ir más lejos, en la crisis
migratoria europea, 4 millones de sirios en Turquía han tenido en apoyo y
la cooperación internacional de la misma Unión Europea. En este
conflicto en Siria se ha obligado a 5,6 millones de sirios a buscar
refugio en países vecinos como Líbano, Turquía, Irak y Egipto. Por esto,
desde 2016 Alemania ha financiado programas de la OIT por un valor de
más de 90 millones de dólares a través de proyectos de Inversiones
Intensivas en Empleo (PIIE) dirigidos a mejorar la vida de los
refugiados sirios, iniciativas orientadas al desarrollo de competencias,
y apoyo a la construcción de carreteras, escuelas, hospitales, centros
comunitarios y el acceso atierras agrícolas. En esta iniciativa, se han
ido librando aportes en función de proyectos concretos (liderados por
ONG y organizaciones internacionales). No se hicieron desembolsos
directos en las arcas turcas, sino que el dinero se fue transferido a
medida que se fueron identificando los proyectos para los asilados. Las
áreas prioritarias son alimentación, sanidad y educación. En ese mismo
acuerdo se dispuso de fondos adicionales asignados a Grecia para centros
de acogida, operaciones de retorno y personal adicional. Por eso
resulto esencial garantizar que el servicio de asilo griego y disponga
de una capacidad sostenible. En este contexto, los europeos negociaron
la asistencia financiera adicional que deberá asignarse para reforzar el
personal del servicio para los inmigrantes, contratar intérpretes,
prestar apoyo adicional a la policía griega en las fronteras exteriores e
introducir los ajustes necesarios a fin de reducir los atrasos
acumulados por los comités de apelación.
Otro caso de cooperación
internacional para tener como referencia tuvo lugar cuando cientos de
personas de Centroamérica intentaban huir de las masacres y
persecuciones que fueron factor común entre las décadas de 1970 y 1980 y
que tenían como fuente de financiamientos a los países más influyentes.
La década de los años 70 marca, por las situaciones de alta
conflictividad, expresadas en guerras, en que se vieron involucrados
tres de sus países: Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Estos conflictos
armados surgidos en la región generaron una dinámica migratoria
que provocó un importante flujo de población hacia el norte y un
desplazamiento político que generó un elevado número de refugiados,
situación que se comenzó a regularizar en 1987 con la realización de la
Conferencia Internacional sobre Refugiados, Desplazados y Repatriados
de Centro América (CIREFCA) convocada por el Alto Comisionado de la
Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) donde se propone un plan de
acción que fue rubricado por los gobiernos de El Salvador, Guatemala,
Honduras, Costa Rica, Nicaragua, Belice y México. Complementando ese
acuerdo, las naciones centroamericanas, signatarias de las convenciones
regionales que garantizan y reconocen el derecho a asilo, ofrecieron la
posibilidad a la población víctima de solicitar asilo territorial.
Por estas causas que referenciamos, creemos que no son visibles los esfuerzos de coordinación entre los países de América Latina para articular esta situación.
Por eso resulta imprescindible tener políticas, estrategias y
respuestas conjuntas inmediatas a la situación. La historia reciente y
la actualidad nos demuestran que están al alcance las herramientas para
lograr una salida a esta crisis. La coordinación del trabajo va permitir
acoger a las familias que huyen de la crisis humanitaria; darle
flexibilización a los requisitos de documentación, eliminando los
requerimientos de visas. Por esto debemos priorizar la migración de
familias con niñas y niños de acuerdo a los principios de la Convención
de los Derechos del Niño, entendiendo que el fenómeno es un tema natural
que debe verse desde una óptica amplia, con un claro enfoque en los
derechos humanos.
La mayor parte de los Estados han
creado mecanismos que permiten obtener permisos temporales de
residencia, no obstante los mencionados muchas veces son instrumentos
problemáticos por la enorme discrecionalidad con la que que se manejan
los gobiernos, lo que genera una falta de certeza jurídica en los
individuos. Por eso es importante estudiar los sistemas de solicitudes
de asilo que están totalmente desbordados y colapsados. Es
ineludible la generación de un debate sobre la aplicación de la
definición de refugiados de Cartagena, en el plano regional, así como la
internalización de los instrumentos jurídicos que garanticen una
mejorar el estado de derecho. Esto implica trabajar en un plexo
de medidas integrales sobre migración y refugio ya que este no es
únicamente un tema de regularización migratoria, sino de promover la
admisión de medidas de inclusión en todos los ámbitos. Se debe poner el
acento y la cooperación en la comunidad de los países que son
receptores. Es esencial que se trabaje en evitar prácticas deportación,
de criminalización de personas migrantes y se brinden mecanismos de
ayuda de protección al refugio para garantizar una vida digna para
aquellos que han sido obligados a dejar su país ante la mirada
indiferente e indolente de un gobierno que niega la crisis de derechos
existente. Nunca debemos olvidar que la migración forzada constituye una
de las peores violaciones a los derechos humanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.