¿Cuántas veces hemos escuchado a muchos lamentarse, pero también encontrar consuelo al saber que hay quienes están aún peor que ellos?
Una de las características más inquietantes del desastre que ha sembrado la supuesta revolución bonita, es precisamente la alarmante pauperización de la inmensa mayoría de los venezolanos que aún residen en nuestro territorio, teniendo en cuenta que cerca de un 15% precisamente para huir de la miseria optó por probar suerte en otras latitudes.
Hoy, detrás de las palabras de cambio del régimen no se oye la más importante, que nada mejorará si el cambio no se inicia en nosotros mismos, dejando de lado los malos hábitos de la presunta viveza criolla, apología del comportamiento anticiudadano.
Un país es fuerte y grande si su gente es responsable y solidaria. Como dijo un presidente norteamericano: no preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por él.
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