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martes, 8 de octubre de 2019
Hierbas y “cirugías espirituales”, remedios desesperados de enfermos venezolanos (Fotos)
Rodeado de imágenes religiosas en un cuarto lúgubre, el Hermano
Guayanés asegura sanar mediante “cirugías espirituales” y hierbas.
Muchos venezolanos terminan donde atiende este curandero o ensayando
pócimas ante la escasez de medicinas o la imposibilidad de pagarlas.
El débil resplandor de velas ambienta la habitación, con dos
camillas, que imita un quirófano. Con guantes de hule y túnica satinada,
este espiritista menudo y jovial dice practicar 200 operaciones por
semana.
“Uno va a los hospitales y no hay nada, no se consiguen medicinas o
están carísimas. ¿Cómo va a hacer uno?”, comenta a AFP Rosa Sáez, de 77
años, recién “operada” de un brazo.
Asidua visitante, dice haber sido curada de los riñones en este
“centro espiritual, uno de varios en la favela caraqueña de Petare a
donde acuden enfermos golpeados por el alto costo de los medicamentos,
algunos escasos hasta en 80%, según la privada Federación Farmaceútica.
En un altar repleto de imágenes de yeso que representan a “entidades
espirituales”, hay seis tijeras quirúrgicas que el “Hermano” zigzaguea
sobre los “pacientes” acostados y con los ojos cerrados, sin herirlos.
El olor a tabaco impregna la sala donde una colaboradora anota por
orden de llegada. Risueña, aprovecha para venderles chocolates a los
visitantes.
A la entrada, dos carteles les recuerdan a los devotos que deben
llevar una vela y un tabaco, y pagar en efectivo, también escaso por una
inflación que el FMI proyecta en 1.000.000% para 2019.
Antes de pasarlos al “quirófano”, en cuyo umbral cuelga una vieja
cortina, Carlos Rosales, verdadero nombre del “Hermano”, ofrece
consultas en una habitación contigua donde emite diagnósticos y receta
hierbas y frutas.
Mientras le describen sus dolencias, dibuja rudimentarios bocetos de
órganos humanos. Y con aires de maestro explica cómo funciona el cuerpo
humano y qué está fallando. Luego los ausculta con un estetoscopio.
“No estoy en contra de la medicina, pero lo mío es la botánica”, sostiene.
– “Medicina inalcanzable” –
Pese a la crisis que redujo la economía a la mitad en cinco años,
Lilia Reyes ha visto prosperar su negocio de hierbas en un concurrido
mercado de Caracas, adonde acude cada vez más gente buscando paliativos
incluso para el cáncer.
“La mercancía no me da abasto”, señala en su puesto aromatizado con manzanilla, una de las 150 hierbas que vende.
La prodigiosa (Brickellia cavanillesii), la corteza de cambur manzano
(plátano pequeño), la cúrcuma y la sábila (Aloe vera) están entre sus
plantas favoritas.
Los más de 300.000 pacientes crónicos del país llevan la peor parte
por un suministro irregular de medicamentos de alto costo, antes
subsidiados por el gobierno socialista, enfrentado primero a la caída de
los precios del petróleo -fuente de 96% de los ingresos- y luego al
derrumbe de su producción.
La debacle, que detractores del presidente Nicolás Maduro atribuyen a
malas políticas y a una corrupción descomunal, ha provocado que 7
millones de venezolanos -casi un cuarto de la población- requieran ayuda
humanitaria urgente, según Naciones Unidas.
Si bien los “centros espirituales” forman parte de la cultura
popular, la concurrencia ha aumentado “porque en Venezuela la medicina
está inalcanzable”, remarca el “Hermano”, que toma sorbos de licor para
complacer a las “entidades espirituales” que le otorgan sus dones.
– Alternativa “letal” –
En la estufa del restaurante que cerró hace tres años por la crisis,
Carmen Galvis, de 58 años, prepara una infusión con hojas de higo para
controlarse una “neuropatía diabética”.
Los analgésicos que necesita cuestan “demasiado” y aumentan cada
semana por la hiperinflación. Un lujo con ingresos que apenas le
permiten “sobrevivir”.
Necesita al menos cuatro para mantener a raya la diabetes, sin contar
los cinco que toma su anciana madre, con Alzheimer, hipertensa,
diabética y en cama hace más de un año por una fractura en el fémur.
“¿Quién puede?”, se pregunta Carmen, que reemplaza un fármaco para el
colesterol con jugo de limón. “Sigo tomando mis pastillas, pero he
reducido la dosis”.
Sin embargo, el consumo indiscriminado de ciertas hierbas puede
causar la muerte, advierte la doctora Grismery Morillo, quien cuenta que
al hospital público donde trabaja llegan muchos pacientes con
“insuficiencia hepática aguda por el consumo de la raíz de onoto”.
Pero para Carmen las alternativas son escasas. “En los hospitales de Venezuela solo te ofrecen la cama”. AFP
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