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lunes, 6 de abril de 2020

Reuters: Adultos mayores en cuarentena, entre el hambre y la desesperación


Carlos Segundo Blanco, un jubilado de 81 años y su esposa Olga Rodríguez, de 78, son diabéticos pero por más de un año no han recibido sus medicamentos, en medio de la crisis económica en Venezuela que aplastó su pensión de unos tres dólares al mes, o el valor de un solo pan.
Ahora en medio de la cuarentena nacional ordenada el 16 de marzo por el presidente Nicolás Maduro para intentar contener la expansión de coronavirus, el matrimonio debe enfrentar mayores dificultades para comprar los pocos alimentos que consumen y su día se hace largo sin acceso a servicios como televisión por cable o un internet que funcione.


“Tenemos una sentencia de eutanasia para adultos mayores” en Venezuela, dijo Blanco quien vive en el cuarto piso de un edificio en el barrio de Coche, al oeste de Caracas a la agencia Reuters.
En Venezuela, con la población golpeada por la hiperinflación desde hace tres años, seis de recesión y frecuentes cortes en el suministro de agua y luz, costear mascarillas, medicinas y alimentos para varios días de cuarentena es una pesada carga.
Pero ese peso se multiplica si los ingresos mensuales son de 250.000 bolívares al mes o el equivalente a unos tres dólares, que es lo que reciben mensualmente unos 3 millones de jubilados y pensionados como Blanco.
Si en otras partes del mundo en las que el COVID-19 ha golpeado mortalmente a la población de adultos mayores de 55 años, en Venezuela la situación es más que preocupante debido a la crisis económica.
El gobierno de Maduro ha dicho que hasta el 5 de abril se han reportado en el país 159 casos de COVID-19 y 7 fallecidos.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de la Ayuda Humanitaria (OCHA, por sus siglas en inglés) ha dicho que del total de los casos venezolanos, unos 22 son de personas mayores de 60 años.
Especialistas médicos han expresado sus dudas sobre la veracidad de los datos oficiales indicando que no hay razones por las que el virus se comporte distinto en Venezuela con respecto a otros países, donde la tasa de contagio ha sido mayor, golpeando con fuerza a los adultos mayores.
Los ancianos “de aquí vienen arrastrando un desmejoramiento progresivo de sus condiciones de vida: desnutrición, imposibilidad de costear sus medicinas, falta de acceso a la salud, migración de su hijos y familiares”, dijo Luis Francisco Cabezas, director de Convite.
Según un estudio divulgado en noviembre por Convite y el también no gubernamental HelpAge que consultaron a 903 venezolanos mayores de 55 años en tres de los 23 estados del país, un 77% de ellos dijo que no tenía acceso a suficientes alimentos y uno de cada diez dijo que se acuesta con hambre cada noche.
Aunque no hay datos oficiales, Convite calcula que al menos 900.000 adultos mayores quedaron solos en el país debido al éxodo de al menos 4,8 millones de venezolanos que huyeron de la crisis en los últimos años, según datos de la ONU.
Blanco dijo que él y su esposa Olga desayunan cada día una arepa con café negro y cenan entre 4 y 5 de la tarde arroz con lentejas. Agregó que aunque reciben ayuda de una de sus 5 hijos, que es profesora en una escuela privada en Caracas, no basta para comer tres veces al día.
Otros están incluso en peores circunstancias como Andrea Guerrero, de 80 años, quien vive sola en una lúgubre y sucia pensión donde paga 50.000 bolívares, seis centavos de dólar, por un pequeño cuarto en la barriada La Cruz, en Chacao, al este de Caracas.
“Entonces, ¿nos vamos a morir todos?”, se pregunta Guerrero, al ser consultada sobre la cuarentena y mientras vacía en un envase 6 porciones de comida donada y que distribuye gratuitamente una vez a la semana la Alcadía de Chacao entre 80 ancianos que están solos en condiciones de pobreza o abandono por parte de sus parientes.
Cuando no tiene los alimentos preparados que entregan voluntarios de la alcaldía —arroz con pollo, sopas, carne molida, plátanos asados— son los vecinos quienes ayudan, dijo Guerrero, quien gana algo de dinero lavando platos en restaurantes. Pero en cuarentena “esto esta feo (…) estamos haciendo nada”.
Blanco y su esposa pasan el día mirando televisión, sin acceso al servicio de cable porque no pueden pagarlo. “Es difícil, estoy muy ansioso (…) Tomo un poco de sol en la ventana, camino” dentro del apartamento (…) pero me desespero”.

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