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sábado, 25 de julio de 2020

Caracas cumple 453 años confinada por la pandemia del siglo XXI






El escritor Héctor Torres, el equipo de CcsCity450 y el crítico de cine Sergio Monsalve exponen los rostros que ha mostrado la capital de Venezuela durante la cuarentena

Tras las cifras de fallecidos y contagiados por la covid-19 en el mundo, las escenas de hospitales de campaña, entierros en fosas comunes y el traslado de cadáveres en camiones militares; el vaciado de los espacios públicos de las principales capitales del planeta es lo que ha impactado a muchos ciudadanos, imágenes que la mayoría sólo habían visto en las superproducciones de Hollywood, también en los dramas más desgarradores del neorrealismo italiano.


Caracas, al igual que varias ciudades, entró en cuarentena el pasado marzo –y sigue en cuarentena– y aunque antes de la llegada del nuevo coronavirus ya mostraba escenas propias de los confinamientos, otras postapocalípticas y muchas de las descritas por Zamiatin, Orwell, Huxly y Saramago, durante la cuarentena atravesó varios sucesos, propios y ajenos que marcaron a sus habitantes y cambiaron aún más el paisaje.

*Lea también: La FCU ofrecerá tres foros en línea sobre “Caracas y los escritores latinoamericanos”

Una aguda escasez de gasolina nunca antes vista (e impensable en el país con las mayores reservas petroleras del mundo); una aún más grave escasez de aguas (recurso indispensable para atacar el virus); una ola de calor inexplicable en una ciudad con un clima envidiable; calima, arena del Sahara opacando el Ávila; la sacudida de un sismo ocurrido en Ecuador; la aparición de Bane (Diosdado Cabello enfundado como el villano de los cómics) en la autopista el 30 de abril; el colapso del techo de “La casa que vence las sombras”; la aniquilación de los sauces llorones de la plaza Las Tres Gracias; y recientemente el cierre y aislamientos de parroquias, como El Valle, son algunos de los sucesos registrados durante la pandemia. Caracas es surrealista, al parecer más en los días de covid-19.

Este 25 de julio, Santiago de León de Caracas -que tal es su nombre de pila, aunque el chavismo reniegue de él- arriba a sus 453 aniversario en medio de la pandemia del siglo XXI, TalCual conversó con Héctor Torres, escritor y cofundador de La vida de nos; con Aliz Mena, Franco Micucci y María Isabel Peña, arquitectos y miembros del proyecto CcsCity450; y con Sergio Monsalve, crítico de cine y documentalista, sobre los rostros que ha mostrado la capital de Venezuela durante la cuarentena.

Fotomontaje: TalCual / Carlenys Zapata

Héctor Torres, autor del libro Caracas muerde

– ¿Cómo ha sido Caracas durante la pandemia de la covid-19?, ¿similar a la Caracas de enero de 2020 o totalmente distinta?

– La verdad es que los venezolanos vivimos una crisis tan aguda que, a diferencia de otros países donde se trastocó la realidad con la llegada de una situación crítica tan novedosa como la pandemia, en Caracas seguimos enfrentando nuestra misma aguda crisis de principios de año, que no hace sino incrementarse a cada momento, con la única diferencia que ahora salimos a la calle con tapabocas. Es decir, la carencia de servicios públicos, la ausencia de gasolina, el deterioro del Metro, las dificultades para conseguir efectivo, la irregularidad en el suministro de agua y de telefonía, así como los constantes cortes de luz, son suficiente preocupaciones para la precaria vida del caraqueño, como para que el covid-19 entre en su esfera de angustias inmediatas. Ahora que empiezan realmente a sentirse sus estragos es que comenzará a ser un tema de preocupación, pero para los más desvalidos el hambre es un miedo mucho más tangible que la pandemia, que apenas comienza a mostrar cifras preocupantes.

– ¿Cuáles cree son los tres sucesos registrados en Caracas entre marzo y julio de 2020 que describen mejor cómo se visto Caracas durante la pandemia?

-Tres escenas que retratan la pandemia en Caracas podrían ser: 1) La imagen de las autopistas, sobre todo durante los primeros días, 2) el surrealista acto público oficial el 30 de abril en La Carlota (para celebrar la «derrota» de la intentona golpista de un año antes) , y 3) prácticamente cualquier día en centros densamente poblados, como el bulevar de Catia o la redoma de Petare, que demuestran que las mayorías no se pueden guardar en su casa porque salen a diario a hacerse del sustento. Esas tres fotos dan suficiente material para un relato sobre la relación poder-ciudadanos y sobre los extraños criterios en donde se limita el traslado en vehículos en vías que no propician la aglomeración humana, mientras que no hay forma de ejercer control sobre espacios donde es imposible cumplir el distanciamiento social.

– ¿Cuáles escenas de la literatura clásica, nacional o internacional, ha visto estos meses en Caracas?

– Hay un famoso cuento de Julio Cortázar, llamado La casa tomada, en donde los personajes «sienten» que algo que no ven va tomando piezas de la casa, arrinconándolos a espacios cada vez más reducidos. Esa es una imagen muy elocuente de lo que estamos viviendo. Pero también se puede entrever el argumento de Restauración, una novela de Rose Tremain, llevada al cine en 1995 con el mismo nombre, en donde la peste devasta a la Inglaterra de Carlos II, y obliga a los personajes a mostrar de qué están hechos. Hay una línea que encierra toda la tesis de la historia: «La plaga despierta a los hombres de su letargo«.

– ¿Cuáles espacios, edificaciones y monumentos de Caracas protegería para evitar que los alcance el virus del siglo XXI?

– No hay manera de salvarlos del virus. La Caracas que se construyó durante el siglo XX se cae a pedazos en manos de quienes deben preservarla. Pareciera que todo lo que tuviera historia, o siquiera vida propia, puede ser un potencial blanco o de desidia o de ataque. Cuando leo que talaron los sauces llorones de la plaza de Las Tres Gracias, uno trata de encontrarle una respuesta sensata a esa acción y no la encuentra. Y así todo: el abandono a la infraestructura de la Ciudad Universitaria, o la indolencia con la que, hasta los mismos propietarios, derrumban edificios con historia para sacarle provecho económico. Caracas, tristemente, en una pizarra mágica, que la viven borrando para montarle otra cosa encima.

Fotomontaje: TalCual / Carlenys Zapata

Equipo CcsCity450, de Fundación Espacio

– ¿Cómo ha sido Caracas durante la pandemia de la covid-19?

A partir del 16 de marzo Caracas fue otra. Sin movimiento de automóviles y sus ruidos, con sus calles básicamente vacías y los sonidos de sus aves más acentuados… Caracas por naturaleza es diversa, compleja, reúne múltiples experiencias y ante el covid-19 se ha reflejado en su diversidad. Es distinta sin duda, pues en sus espacios abiertos el intercambio y el movimiento ha mermado, el tráfico vehicular característico ha disminuido drásticamente, gran influencia tiene en ello la ausencia de actividades comerciales, industriales, oficinas y las clases, sin embargo por la necesidad de sustento, muchos sectores se han mantenido activos especialmente en áreas como los mercados y las farmacias, o los sectores populares,  que necesitan conseguir el sustento diario, representando zonas de mucho riesgo.

– ¿Cuáles cree son los tres sucesos registrados en Caracas, entre marzo y julio de 2020, que describen mejor cómo se ha visto Caracas durante la pandemia?

El desplome de uno de los corredores cubiertos de la Ciudad Universitaria, Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco, es un reflejo de nuestra situación actual, como ciudad y como sociedad, muchos factores inciden en ello sumado a la falta de conciencia, mantenimiento y gestión, a pesar de la existencia de organismos encargados de ello, pero sin recursos.

La aparición del delivery y el pickup como forma de obtener, vender y comerciar cualquier cosa desde la casa. Y el teletrabajo con ayuda de todos los medios, pero especialmente con la tecnología Zoom.

– ¿El rostro que ha mostrado Caracas durante la pandemia de la covid-19 se parece al de alguna otra ciudad que hayan visitado o estudiado?

Tiene similitudes en algunos aspectos como otras ciudades Latinoamericanas, en relación a la situación de los sectores más vulnerables, como asentamientos espontáneos y sectores populares, frente a las necesidades propias de supervivencia. Sin embargo, en Caracas y en el país, esta emergencia humanitaria que se agrava con esta emergencia mundial y nos encuentra en un momento de mucha fragilidad desde el punto de vista sanitario, al no tener un buen sistema de equipamientos de  salud con insumos necesarios para atender condiciones normales, menos una de estas dimensiones. Caracas acentúa las inequidades con la pandemia, los que tienen acceso a servicios básicos por ejemplo y aquellos que sufren sus ausencias.

– ¿Cuáles espacios, edificaciones y/o monumentos de Caracas protegerían para evitar que los alcance el virus del siglo XXI?

El campus de la Universidad Central es un patrimonio del mundo, es como cuando sucede una guerra, son monumentos que por encima de las situaciones, tienen un mandato el ser preservados para toda la humanidad, pues pertenece a todos.

Por otra parte, las ciudades necesitan tener conciencia del valor que tiene el espacio público en general, no el que queda después del trazado vial, sino aquel que permite el disfrute y el intercambio con dimensiones acordes, que debe ser repensado luego que este momento histórico pase y nos permita regresar. Contar con un buen sistema de espacios públicos, nos permitirá acceder a todo el patrimonio edilicio de la ciudad, para poder ejercer nuestro papel de ciudadanos.

Sergio Monsalve, autor de Esto no es un apagón, 2019.

– ¿Cómo ha sido Caracas durante la pandemia de la covid-19?

– Caracas ha perdido progresivamente su identidad. En los últimos 30, 40 años ha sufrido una decadencia bastante ostensible en la infraestructura, en las calles y avenidas, en sus lugares más emblemáticos e icónicos; todo esto se ha radicalizado con el confinamiento, al punto que podemos hablar no de una ciudad como tal. Cementerio, esqueleto, elefante blanco o maqueta son algunas metáforas que pueden explicar qué es lo que estamos viviendo. Caracas hoy es una ciudad espectral, es una ciudad zombificada.

El deterioro de la ciudad se ha acrecentado con la cuarentena, en vista de algunas cuestiones que hacen que la ciudad pierda más su esencia y su brillo, como lo que está ocurriendo ahora con este proceso de bunkerización de la ciudad, con esto Caracas está por perder aún más su identidad. Con estas cuarentenas radicalizadas, con los check points que se están viendo en la ciudad, pareciera que está en ese proceso de balcanización, de vietnamización del territorio. Está en ese proceso de ser una ciudad ruralizada y esto es interesante porque guarda relación con lo que pasó en la época de los Jérmenes Rojos, en Camboya: ir al campo y despreciar las ciudades, desbancar todas esas élites de las ciudades en pro de la búsqueda de la vida en el campo.Vemos que Caracas está en ese proceso de traer esa vida rural, del pasado, a la ciudad. Tenemos esta situación un tanto extraña para los caraqueños de caminar por unas calles vacías que aluden a la vida de los caseríos de oriente.

Pero también existe una ciudad subterránea, underground que no saca de demasiado la cara en las formas más visibles de la comunicación, pero que está allí y que tenemos que seguir pensando qué se puede articular y que se puede tejer desde ese espacio de lo subterráneo, de la contracultura; como una manera de resistir los embates de esta degradación que ha ido viviendo la ciudad y sus habitantes. Puede haber una esperanza en esos lugares, que también hacen ciudad.

– ¿Cuáles escenas del cine clásico, nacional o internacional, ha visto estos meses en Caracas?

– El escenario cubano está muy presente en este momento en la realidad de Caracas. Caracas es una ciudad que se ha habanizado, en el sentido de semejar lo que vive el personaje de Sergio en Memorias del subdesarrollo, de Tomás Gutiérrez Alea. Sergio –con quien puedo identificarme completamente, por varias razones (risas)– el protagonista de la película, ve con sus prismáticos, desde la ventana de su casa, en plan La Ventana Indiscreta, de Alfred Hitchcock, cómo el país todo se va convirtiendo en una carcasa, en un esqueleto, en la erosión de la vida pública y privada. La vida privada ya no existe en Caracas, es una vida privada sojuzgada, condicionada por un entorno envilecido, corrompido.

También Caracas se parece mucho, lo que estamos viviendo, a lo que narran películas documentales sobre la tragedia siria. La crisis humanitaria que reflejan Los Últimos Hombres de Alepo, de Firas Fayyad, y For Sama, de Al Kateab son lo que estamos viviendo nosotros a diario. Lo que vemos en esos documentales no está tan alejado de nuestra realidad. Yo me pregunto si los que quedamos acá no se sienten cómo el último hombre o mujer en Alepo.

Por últimoEstá todo bien, del venezolano Tuki Jencquel. Este documental, que viene bastante a cuento frente a todo lo que estamos viviendo, está disponible en Amazon, y cuenta la historia de cómo Caracas se ha ido desdibujando, muestra una Caracas que ve cómo todos sus negocios se van cerrando y es una ciudad que como pudo presagiar Ivanna Chávez Idrogo, es una ciudad de despedida. Hoy le puedo decir a Ivana (autora del documental Caracas, ciudad de despedidas, 2012) que tenía razón: Caracas se convirtió en una ciudad de despedida, de la diáspora, de desplazados.

– ¿Cuáles espacios, edificaciones y monumentos de Caracas protegería para evitar que los alcance el virus del siglo XXI?

– Los íconos más vulnerables. Los lugares más frágiles en este momento son los que están siendo asediados por el poder a través de la omisión y de la acción; por ejemplo, la Ciudad Universitaria de Caracas. Otro espacio, sería la Asamblea Nacional, que es un espacio icónico que está lleno de obras de arte maravillosas, pero que no está siendo refrendado, como corresponde, por sus habitantes. Hay que recuperar la majestad que debe tener ese espacio. Y el Parque del Este. Creo que estos son espacios de Caracas con los que yo quisiera quedarme siempre, son espacios de la reconciliación de la ciudadanía.

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