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viernes, 31 de julio de 2020

Cuadernos usados, lápices reciclados y conexión a internet prestado, así se prepara el nuevo año escolar en pandemia


La pandemia ha puesto a padres y representantes a jerarquizar, aún más, los ya escasos recursos con los que una familia promedio venezolana sobrevive y, en ese orden, los útiles escolares están en la última lista y no es para menos.

Por José Rivas / correodelcaroni.com

El salario mínimo en Venezuela es de 400 mil bolívares, menos de dos dólares. En librerías de Puerto Ordaz con este mismo monto tan solo se podría comprar un cuaderno de 100 hojas o una caja de lápices. Para acceder a libros de primaria o colores se necesitarían alrededor de cinco salarios mínimos, unos 2 millones de bolívares.

Aún así, en casa se las han ingeniado para resolver con cuadernos reciclados, hojas usadas, lápices viejos e internet, cuando hay, prestado. Los datos de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2019 (Encovi) refleja que 79,3% de los venezolanos viven en pobreza extrema, ya que no pueden ni siquiera acceder a la canasta básica de alimentos. Bajo ese panorama, la paralización laboral y la pandemia abren aún más la brecha en el acceso a la educación de los niños en el país.

“No hemos comprado por la situación. Todo está caro”, indicó Jacqueline Hernández, residente del barrio José Tadeo Monagas, en San Félix. Es madre de cuatro niños y aunque le gustaría brindarles mejores herramientas a sus hijos, subrayó que los escasos recursos solo permiten acceder a comida y medicinas.

Actualmente no tiene para costear ni siquiera útiles como una libreta y un lápiz. “Se nos hace complicado”, afirmó. Aunque tienen algunos libros viejos en casas, sus hijos dependen de la ayuda de vecinos para poder enviar las asignaciones.


Se les dificulta, incluso, costear materiales simples como un papel bond. En la última asignación de unos de sus hijos debieron utilizar hojas recicladas y pegarlas entre sí para poder hacer la entrega.
Hernández señaló que su hermana y su cuñada están en la misma situación. Aunque tratan de ayudarse entre sí ya olvidó la última vez que pudo comprar útiles para sus hijos. Los que utilizó en este periodo que recientemente terminó fue por donación de una fundación en septiembre de 2019.

Trabajar con lo que se tiene

Una profesora de Francisca Duarte que prefirió no identificarse señaló que de los 33 alumnos que tenía solo 13 entregaron las asignaciones para el portafolio. Relató que es difícil cumplir con el proceso educativo cuando los representantes “no tienen ni siquiera para comprar un lápiz”.

En Francisca Duarte, también en San Félix, carecen de señal para trabajar a distancia y pocos son los estudiantes que tienen libros para investigar lo que mandan los profesores. La docente señaló que todas las asignaciones que enviaron fueron de repaso y efemérides, y aun así hubo estudiantes que ni siquiera pudieron entregar las tareas.

En febrero recibieron unos combos escolares del Ministerio de Educación, pero este venía solo con un lápiz, un sacapuntas, un borrador y una libreta pequeña, lo cual fue insuficiente para el año escolar. Por la obligación de recibir al estudiante sin útiles los educadores deben buscar lápices y hojas recicladas para que completen las actividades.

Un retroceso

“Estaríamos quebrados si dependiéramos del ramo escolar”, manifestó Oscar Quijada, directivo de Librería Latina. Calculó que la compra de útiles escolares disminuyó en un 70% desde hace tres años, por lo que tuvieron que adaptarse y ofrecer también papelería y artículos de oficina.

Señaló que ahora primero aseguran la venta con los compradores para luego solicitar libros. La venta de estos ha disminuido hasta en un 90% y comprar a distribuidores para que los libros no se vendan significa una pérdida que no pueden permitirse. Con la pandemia las ventas siguieron bajando.

“Se hace más difícil porque no estamos trabajando”, indicó Francis Gómez, madre de dos niños. Recuerda que cuatro años atrás podía costear la lista de útiles en su totalidad y los uniformes sin mayor problema, pero con el pasar del tiempo ha ido disminuyendo su capacidad de acceder a estos productos.

En el colegio donde estudian sus hijos hace más de un año no le piden útiles escolares, sin embargo, para este periodo tratará de comprar útiles básicos como libreta, lápices y colores. “Yo deduzco que eso debe estar por las nubes”, indicó.

Con las clases en línea se despreocupó de la compra de uniformes, pero manifestó que sería un golpe difícil de costear cuando un par de zapatos por lo mínimo cuesta 30 dólares y en estos momentos todos los gastos se van en alimentos.

En el caso en particular de su sobrino, quien por los limitados recursos depende de ella para recibir, investigar y entregar las asignaciones por teléfono. Toda su comunidad en Vista al Sol, en San Félix, está padeciendo los problemas de conectividad. “Deberían poner internet en todos los barrios”, señaló.

Educación deteriorada

De acuerdo con los resultados de la encuesta Encovi un 40% de los estudiantes no pueden mantener una asistencia regular a clases por deficiencia en los servicios públicos o ausencia de profesores.

Pese a que el Ministerio de Educación suspendió la exigencia de útiles escolares, alrededor del 7% de los estudiantes entre 12 y 17 años dejan de asistir a clases por falta de útiles, esto según Encovi 27% de los estudiantes están en rezago escolar.

La grave crisis educativa atrasa a los jóvenes y no les permite acceder a mejores oportunidades de vida. Encovi detalló en su informe que “los más pobres no consiguen acumular el capital educativo mínimo para reducir los riesgos de permanecer en situación de pobreza”.

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