Germán Ferrer nació en 1944. Militó en
las guerrillas urbanas aupadas por el PCV y por eso estuvo preso cuatro
veces, la última vez durante cinco años, entre 1972 y 1976. Tuvo cuatro
hijos, de los cuales una está en el exterior. Cuando Hugo Chávez salió
de la cárcel en 1994, el hoy diputado del PSUV por el estado Lara ya era
parte del proyecto revolucionario.
El año en que el teniente coronel
asumió la Presidencia por primera vez, Ferrer se casó con Luisa Ortega
Díaz, entonces una abogada sin mayor prominencia, pero que con el paso
de los años escalaría dentro del Ministerio Público posiciones
administrativas y de confianza hasta convertirse en fiscal general,
cargo que ocupa desde 2008. Hoy, ambos son blancos de ataque por parte
de lo que el mismo parlamentario describe como “lo que queda del
chavismo”.
—¿Desde cuándo está inconforme con las decisiones del partido y del gobierno?
—En el partido no ha habido cultura
del debate y aceptación de posiciones divergentes. Hay situaciones en
las cuales debería consultarse a la militancia y que no sean solamente
órdenes. La constituyente es un disparador de esa percepción. El
argumento del presidente Maduro es hacer la constituyente para conseguir
la paz, pero hecha de esa manera inconsulta no cumple con ese cometido.
Digo que subyacen otros intereses que no son precisamente conciliar al
pueblo. Lo que se busca es imponer una decisión. Sabemos que somos
absolutamente minoría en cuanto a la propuesta constituyente y una
minoría desde el punto de vista del proyecto. Si consultamos y nos
abocamos a las reglas que aceptamos en el año 1999 no podríamos ganar.
Una nueva Constitución que hará una nueva república tiene que tener
consenso en la población, porque lo otro es una imposición que trae las
consecuencias que estamos viendo: el enfrentamiento.
—En diciembre de 2015,
estando usted presente en la sesión de la Asamblea Nacional, se
juramentó el Parlamento Comunal que no está en la Constitución ¿Usted
estuvo de acuerdo?
—De estar, no recuerdo honestamente
que haya convalidado nada, pues como era suplente no era obligatorio
que asistiera. De pronto estuve, pero sin capacidad de votar a favor ni
en contra de una propuesta. Hemos hecho muchas cosas que obedecen
mása una intención propagandística que a una realidad. No hay seriedad
en mucho de lo que hemos planteado hasta que no se concrete, lo que fue
parte de un mecanismo para llamar a la gente, para activar la
organización y darle un motivo de hacer cosas. Pero muchísimas de las
propuestas se han quedado en el tintero o en buenas intenciones. Es el
caso de las comunas. Yo estoy de acuerdo con crear mecanismos de
participación a través de las comunas, pero si te pones a revisar la
experiencia, quisiera saber cuál ha sido exitosa. No se les presta
atención. Muchas son tuteladas por un ministerio y al terminar las
dádivas desaparecen. No se ha creado ni ha habido intención de crear el
poder popular. Solo de nombre para manipular posiciones políticas que no
obedecen a la esencia, sino como un eslogan.
—En su opinión, ¿a qué responde el llamado a constituyente de Maduro?
—La constituyente surge porque no
prosperaron las sentencias 155 y 156 del TSJ que convertían al
presidente en un monarca al darle las competencias de la
Asamblea Nacional, la autoridad del Ministerio Público, todos los
poderes. Eso pasó por debajo de la mesa hasta que surgió la fiscal
general y desmoronó esa estrategia de crear aquí un absolutismo, ergo
una dictadura.
—¿Dentro de la bancada del
Gran Polo Patriótico en la Asamblea Nacional, solo usted y Eustoquio
Contreras están en desacuerdo con la constituyente?
—Hemos conversado con otros que aun
estando en contra no toman la iniciativa, porque no hay
libertad de expresión. Y no tengo expectativa de que lo hagan
públicamente porque se nos acostumbró en el partido a la intolerancia,
al irrespeto, a agredir y someter al escarnio público usando todo el
aparato propagandístico del Estado. Son prácticas nada democráticas.
—¿Qué llamado le hace usted a esos diputados que guardan silencio?
—Es un problema con la conciencia y
la historia. El que quiera pasar y reconocerse como una persona que no
asumió su compromiso en un momento, que lo juzgue la historia.
Minoría ínfima. Ferrer
lee las encuestas. Sabe que la propuesta de Maduro tiene un
rechazo cercano a 90%. Sabe que si las elecciones regionales fueran hoy,
su partido, el PSUV, perdería masivamente; sin embargo, piensa que la
toma de decisiones más estratégicas desde el gobierno habría permitido a
la tolda perdurar en el tiempo. Ser una opción más adelante.
—¿Cree que el 30 de julio se realizarán las elecciones de la constituyente?
—No sé si llegamos, pero lo que sí sé
es que si se aprueba será con una ínfima minoría y eso es una agresión
al pueblo sumamente grave y peligrosa. Esta constituyente no tiene una
temporalidad, es infinita. Podríamos terminar
como laRevolución francesa, guillotinados todos.
—Sectores radicales del gobierno lo acusan de “ser la mente detrás de las acciones de la fiscal”. ¿Eso es cierto?
—(Risas) No. Eso sería un insulto. Es
un poder autónomo y ella está ahí no por improvisada; está ahí con
todos los créditos académicos. Yo la acompaño irrestrictamente en todas
sus posiciones porque corremos la misma suerte. El día que nos metan en
el Sebin, nos acompañaremos. Porque lo que están buscando es eso,
detenernos, meternos presos por tener una voz disidente, ajustada a la
legalidad.
—¿Cree usted que Maduro llamó
a una asamblea nacional constituyente forzado por sus colaboradores,
por factores externos o es una idea propia?
—El presidente y su majestad es el
responsable de lo que ocurre en el país; las mayores decisiones las
tiene él. No creo que haya inocentes en esta situación. Aquí todo el
mundo es mayor de edad, tiene una trayectoria política y es responsable
de los hechos que se le puedan atribuir según su investidura. Yo no creo
en eso de los cercos porque aquí cada quien es autónomo. Sería muy
lamentable que una persona esté sujeta a los designios de quien le dicte
lo que tiene que hacer. Eso es parte del análisis político.
—¿Considera que la MUD tiene lo que se requiere para llegar al poder y ejercerlo de forma democrática?
—Por suerte o por desgracia, la
oposición comete muchísimos errores. Ellos pudieron convertir el triunfo
de 2015 en un triunfo estratégico. Pero Henry Ramos le dio seis meses
al presidente y lo trágico es que Julio Borges le dio un mes. Ese
proceder errático favorece al chavismo porque las torpezas han sido
inauditas; sin ánimo de dar consejo, pero si se piensa gobernar el país
así, estamos fritos. Maduro acaba de decir que quiere el diálogo, yo le
diría a la oposición que le tome la palabra. No tienen que desmontar la
protesta. El gobierno está llamando al diálogo porque tiene la calle
encendida. Como hicieron los vietnamitas, como hicieron
las FARC, que bajo una lluvia de bombas estaban negociando ¿Por qué no
nos podemos sentar nosotros a dialogar? A pesar de los atropellos, las
violaciones, las detenciones, los juicios en tribunales militares que
son inconstitucionales, a pesar de eso, vamos a sentarnos.
—¿Un diálogo con presión de calle?
—Por supuesto. Aquí nadie tiene que
bajar la bandera, pero que dialoguen. Porque lo que temo es que esto se
nos escape de las manos y tengamos en poco tiempo una situación
incontrolable. Ya hay factores que no obedecen al chavismo ni a la
oposición. Están los colectivos que andan por su cuenta.
—En 2015 usted señaló que
cuando era guerrillero existía el riesgo permanente “de caer en manos
del gobierno, lo que implicaba cárcel, tortura y hasta la muerte”. Hoy,
luego de 72 fallecidos, una decena de denuncias de tortura, más de 3.000
detenidos y 333 presos políticos, ¿ve alguna similitud entre ese riesgo
que corrían los guerrilleros y el que corre la juventud que hoy sale a
manifestar contra el gobierno?
—Creo que aquí estamos viviendo hoy
una situación similar a la cuarta república. Nosotros nos alzamos en
armas, sabíamos a lo que nos enfrentábamos, estábamos en una situación
de guerra. Fuimos juzgados por tribunales militares siendo civiles,
torturados bárbaramente, desaparecidos. Tenemos que tener mucho cuidado
con esa situación, porque el legado de Chávez, además de la
Constitución, fue ir contra la violación flagrante de los derechos
humanos. No podemos volver a eso. Llamo a bajar esos discursos de odio
que no conducen a nada. Yo conocí esa realidad en persona. Muchos de
los que vociferan sobre una guerra o enfrentamiento, en una situación de
esas quisiera verlos aquí peleando. No es un reto ni un circo, sino una
realidad y eso no lo queremos para los venezolanos.
—Si tuviera la oportunidad de hablarle a quien detenta los hilos del poder en Venezuela, ¿qué le pediría?
—Diálogo sincero, franco, con la
intención de darle salida al país. Nadie tiene que bajar las banderas.
Vivimos situaciones que dejan cicatrices y heridas hondas, lo que nos
fractura como país, porque el pueblo que está en la oposición es el
mismo que está en el chavismo.
Sin nivel ético. El
diputado del PSUV Pedro Carreño ha solicitado al TSJ que se
constituya una junta médica para calificar la insania mental de
la fiscal Luisa Ortega, que se inicie el procedimiento de su remoción,
que se le prohíba salir del país y se congelen sus bienes. La Ley
Orgánica del Ministerio Público establece que la remoción
del fiscalgeneral depende de la aprobación de la mayoría de los
diputados de la Asamblea Nacional.
—¿Tiene algún comentario sobre las acciones del diputado Pedro Carreño contra la fiscal?
—Creo que Pedro Carreño es el
designado para la agresión, para el trabajo sucio. Él se presta para
eso. Pero creo que éticamente no está al nivel que las circunstancias
ameritan en este momento. Es parte de la retaliación por tener
posiciones distintas, incluso dentro de un mismo concepto de Estado.
Estoy convencido de que muchos de los que están ahí no creen ni siquiera
en lo que fue la propuesta de Chávez, lo que hicieron fue aprovecharse
para detentar el poder, Pedro Carreño incluido.
—¿Ve en las elecciones generales anticipadas una salida?
—Eso sería dar argumentos para no
hacer nada. Ese ha sido el error de la oposición, que plantea cosas que
no están en la Constitución y que fácilmente se pueden rebatir. Lo que
tenemos que pedir, y yo los acompaño en esa petición, es que se haga la
elección de gobernadores antes de la constituyente. No en una
megaelección. Esos podrían ser elementos para la discusión.
—¿El revocatorio pudo ser una salida?
—La oposición manejó muy mal la
victoria que obtuvo. Si ellos hubieran aceptado la desincorporación de
Amazonas, hoy tuviéramos elecciones de gobernador y estaríamos
preparándonos para las de alcaldías. Pero hubo mucha desesperación y
perdieron su oportunidad. Algo que nos pasa a nosotros, pero a la
inversa. Por temor, apetencias, intereses, nos estamos jugando lo que
queda del chavismo. Cuando Diosdado le dice a la fiscal “te quedan 35
días”, no es a ella a la que le quedan 35 días sino ala Constitución.
El pueblo tiene que despertar ante esa situación.
—Todo lo que la fiscal lleva
al TSJ lo rechazan. ¿Tiene expectativas de que ella logre impedir
la asamblea nacional constituyente por esa vía?
—Ahí ves cómo la ley se utiliza según
lo establezca la cúpula del poder. De manera arbitraria, todo lo que
pase por ahí lo van a… Ella lo ha planteado, pero ¿qué recurso le queda?
Es lamentable que no sirvan las instituciones. Estamos en una situación
crítica: la Asamblea Nacional en desacato, el TSJ ilegítimo y el
Ministerio Público amenazado. ¿Qué Estado tenemos hoy?
—¿Eso no es consecuencia del desconocimiento de la separación de poderes durante años?
—Generalmente. Mientras no hubo crisis, no se notaba mucho, pero en este momento es una realidad.
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