A los problemas que enfrentan a diario los venezolanos para conseguir
alimentos, medicinas y otros bienes básicos, se suma otro: la escasez
de dinero efectivo.
La falta de bolívares ha forzado a muchos a hacer largas filas afuera
de los bancos varias veces a la semana para tratar de hacerse del mayor
efectivo disponible. Otros optan por el trueque de alimentos o
servicios, o realizan transferencias bancarias al comprar pan o pagar
una taza de café, para evitar usar billetes.
“Como si no fuera suficiente los problemas que tenemos, ahora ni
billetes se consiguen”, dijo el relojero Roberto Granadillo, mientras
observa detrás de un pequeño mostrador, repleto de correas y pilas para
relojes, a algunos transeúntes que caminan por un bulevar de una
barriada pobre del oeste de la capital.
Las autoridades venezolanas sostienen que la falta de billetes se
debe a “mafias” que sacan el papel moneda del país para buscar dañar la
economía nacional, aunque no han presentado pruebas precisas. En un
intento de enfrentar la escasez, el gobierno del presidente Nicolás
Maduro evalúa emitir billetes de mayor denominación para hacer frente a
la desbocada inflación, que los analistas sostienen es la principal
responsable de la escasez de dinero efectivo en el país sudamericano.
A principios de 2017 salieron al mercado nuevos billetes de 500,
5.000 y 20.000 bolívares. Cuando aparecieron, el de mayor denominación
equivalía a seis dólares y ahora a 68 centavos de dólar, según la tasa
del mercado negro.
Para comprar un kilo de arroz se necesitaban unos 8.000 bolívares a
inicios del año; hoy, cuesta entre 17.500 y 20.000 bolívares.
La inflación podría alcanzar a finales del año un 1.000%, según
estimaciones de analistas, con lo cual los precios se incrementarían aún
más y subiría también la necesidad de más billetes.
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