En algunos sectores pobres de
Venezuela, los jóvenes ya no están siendo atraídos por las bandas
delictivas con la posibilidad de conseguir dinero fácil para vestirse
bien o comprar el último celular de marca, sino por bolsas de comidas
ofrecidas por las pandillas para saciar el hambre.
En las calles, caminar con una bolsa de mercado podría atraer más a los asaltantes que una billetera llena.
La grave escasez de productos por la que atraviesa Venezuela ha comenzado a alterar la naturaleza y las modalidades de delitos que registra el país, fomentando lo que algunos expertos han comenzado a llamar delitos por hambre y en otros casos convirtiendo a los alimentos en valiosos objetos a ser tomados por la fuerza.
“Esto es todo un fenómeno, porque es algo nunca antes habíamos tenido en el país, que son los delitos por hambre”, dijo desde Caracas Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV).
“Este tipo de delitos ha estado aumentando y ahora vemos cómo las organizaciones delictivas comienzan a robar comida y cómo individuos que antes no robaban ahora ya han comenzado a robar alimentos”, agregó Briceño en una entrevista telefónica.
La comida también esta siendo usada por las bandas criminales para reclutar a niños y adolescentes en Venezuela, uno de los países con uno de los índices delictivos más altos del mundo.
En su último informe anual, la ONG reportó que las pandillas están aprovechándose de la situación de marcada penuria por la que atraviesan muchas familias para conseguir que nuevos integrantes se les unan.
“Las técnicas de reclutamiento, los señuelos que en el pasado solían ser objetos de moda o lujo, se han substituido por la oferta de alimentos básicos”, declara el informe divulgado esta semana.
De esa manera, “los grupos delictivos están avanzando con la conquista de miles de jóvenes que incursionan en la violencia y cuyo destino está siendo la muerte, la cárcel y la frustración de tantos sueños y esperanzas forjados por sus familias y comunidades”, sentencia el estudio.
Según datos de la ONG, las tres cuartas partes de las víctimas que mueren por la violencia tienen menos de 30 años, mientras las tres cuartas partes de los que asesinan tienen también 29 años o menos.
Pese a tener las mayores reservas de petróleo probadas del planeta, Venezuela atraviesa actualmente por una de las más severas crisis económicas de su historia moderna, tras el colapso del modelo económico aplicado por el régimen socialista y a su sostenida negativa de cambiar de políticas.
Esa situación está conduciendo a millones de venezolanos a comer una sola vez al día y a miles a revisar regularmente las bolsas de basura en la calle para tratar de conseguir algo comestible, según las últimas encuestas.
Pero la dificultad que enfrenta los venezolanos para alimentarse no solo reside en que los anaqueles de los supermercados, que en muchos casos están vacíos por los problemas de abastecimiento.
También se debe a que la espiral hiperinflacionaria por la que atraviesa el país ha convertido el papel moneda en instrumento difícil de usar que margina al sector de la población que no está bancarizado y no tiene acceso a los instrumentos de pagos electrónicos, explicó desde Caracas el periodista e investigador del delito en Venezuela, Javier Ignacio Mayorca.
“Si tu quieres comprar un pote de tomate, tienes que llevar seis ladrillos (fajas) de billetes de cien”, dijo Mayorca.
El billete de 100, que sigue siendo uno de los de mayor circulación, vale menos que milésima parte de un centavo de dólar, en base al tipo de cambio del mercado negro de 120,000 bolívares por dólar.
Eso hace que el contenido de una bolsa de mercado tenga un valor mucho más elevado de lo que podría tener alguien en una cartera.
Mayorca señaló que en los últimos meses han comenzado a aparecer indicios de bandas que se dedican a arrebatar bolsas de comidas de personas que salen de los supermercados y de grupos de menores abocados a una modalidad de “mendicidad agresiva” que pueden ser vistos en las afueras de las panaderías o cafeterías.
Otro de los fenómenos que están en aumento es una especie de “saqueo organizado” de locales propiciado por bandas criminales, quienes tratan de hacer creer posteriormente a las autoridades de que fueron incidentes perpetrados por ciudadanos que estallaron en cólera por el problema de abastecimiento.
Pero uno de las situaciones que están generando particular alarma al Observatorio Venezolano de la Violencia es que la crisis generalizada del país está impulsando a la criminalidad a muchas personas que de otra manera ni siquiera pensarían en cometer algún delito.
“El incremento de los precios que ha hecho inaccesibles los alimentos y medicinas a una parte mayoritaria de la población, ha llevado a que personas sin trayectoria delincuencial sustraigan productos en los anaqueles de los comercios, al robo de productos en los lugares de trabajo y hasta al despojo de las loncheras de los niños más pequeños en las escuelas”, resaltó el informe.
“El riesgo del robo se extiende en todos los espacios, lo que acrecienta la desconfianza mutua, todos están bajo sospecha y ningún espacio público es seguro, por lo que toda persona debe estar no sólo alerta, sino a la defensiva, cuidando sus pertenencias”.
En las calles, caminar con una bolsa de mercado podría atraer más a los asaltantes que una billetera llena.
La grave escasez de productos por la que atraviesa Venezuela ha comenzado a alterar la naturaleza y las modalidades de delitos que registra el país, fomentando lo que algunos expertos han comenzado a llamar delitos por hambre y en otros casos convirtiendo a los alimentos en valiosos objetos a ser tomados por la fuerza.
“Esto es todo un fenómeno, porque es algo nunca antes habíamos tenido en el país, que son los delitos por hambre”, dijo desde Caracas Roberto Briceño León, director del Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV).
“Este tipo de delitos ha estado aumentando y ahora vemos cómo las organizaciones delictivas comienzan a robar comida y cómo individuos que antes no robaban ahora ya han comenzado a robar alimentos”, agregó Briceño en una entrevista telefónica.
La comida también esta siendo usada por las bandas criminales para reclutar a niños y adolescentes en Venezuela, uno de los países con uno de los índices delictivos más altos del mundo.
En su último informe anual, la ONG reportó que las pandillas están aprovechándose de la situación de marcada penuria por la que atraviesan muchas familias para conseguir que nuevos integrantes se les unan.
“Las técnicas de reclutamiento, los señuelos que en el pasado solían ser objetos de moda o lujo, se han substituido por la oferta de alimentos básicos”, declara el informe divulgado esta semana.
De esa manera, “los grupos delictivos están avanzando con la conquista de miles de jóvenes que incursionan en la violencia y cuyo destino está siendo la muerte, la cárcel y la frustración de tantos sueños y esperanzas forjados por sus familias y comunidades”, sentencia el estudio.
Según datos de la ONG, las tres cuartas partes de las víctimas que mueren por la violencia tienen menos de 30 años, mientras las tres cuartas partes de los que asesinan tienen también 29 años o menos.
Pese a tener las mayores reservas de petróleo probadas del planeta, Venezuela atraviesa actualmente por una de las más severas crisis económicas de su historia moderna, tras el colapso del modelo económico aplicado por el régimen socialista y a su sostenida negativa de cambiar de políticas.
Esa situación está conduciendo a millones de venezolanos a comer una sola vez al día y a miles a revisar regularmente las bolsas de basura en la calle para tratar de conseguir algo comestible, según las últimas encuestas.
Pero la dificultad que enfrenta los venezolanos para alimentarse no solo reside en que los anaqueles de los supermercados, que en muchos casos están vacíos por los problemas de abastecimiento.
También se debe a que la espiral hiperinflacionaria por la que atraviesa el país ha convertido el papel moneda en instrumento difícil de usar que margina al sector de la población que no está bancarizado y no tiene acceso a los instrumentos de pagos electrónicos, explicó desde Caracas el periodista e investigador del delito en Venezuela, Javier Ignacio Mayorca.
“Si tu quieres comprar un pote de tomate, tienes que llevar seis ladrillos (fajas) de billetes de cien”, dijo Mayorca.
El billete de 100, que sigue siendo uno de los de mayor circulación, vale menos que milésima parte de un centavo de dólar, en base al tipo de cambio del mercado negro de 120,000 bolívares por dólar.
Eso hace que el contenido de una bolsa de mercado tenga un valor mucho más elevado de lo que podría tener alguien en una cartera.
Mayorca señaló que en los últimos meses han comenzado a aparecer indicios de bandas que se dedican a arrebatar bolsas de comidas de personas que salen de los supermercados y de grupos de menores abocados a una modalidad de “mendicidad agresiva” que pueden ser vistos en las afueras de las panaderías o cafeterías.
Otro de los fenómenos que están en aumento es una especie de “saqueo organizado” de locales propiciado por bandas criminales, quienes tratan de hacer creer posteriormente a las autoridades de que fueron incidentes perpetrados por ciudadanos que estallaron en cólera por el problema de abastecimiento.
Pero uno de las situaciones que están generando particular alarma al Observatorio Venezolano de la Violencia es que la crisis generalizada del país está impulsando a la criminalidad a muchas personas que de otra manera ni siquiera pensarían en cometer algún delito.
“El incremento de los precios que ha hecho inaccesibles los alimentos y medicinas a una parte mayoritaria de la población, ha llevado a que personas sin trayectoria delincuencial sustraigan productos en los anaqueles de los comercios, al robo de productos en los lugares de trabajo y hasta al despojo de las loncheras de los niños más pequeños en las escuelas”, resaltó el informe.
“El riesgo del robo se extiende en todos los espacios, lo que acrecienta la desconfianza mutua, todos están bajo sospecha y ningún espacio público es seguro, por lo que toda persona debe estar no sólo alerta, sino a la defensiva, cuidando sus pertenencias”.
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