“Iniciamos esta 74ª asamblea de
Fedecámaras en medio de la mayor crisis política, económica y social que
Venezuela registra en su historia contemporánea. Un país petrolero
sumergido en un proceso hiperinflacionario inédito y en pleno
desarrollo; un país donde el gobierno en lugar de atacar las causas de
los problemas los repite y los multiplica. Un país que sufre, como nunca
pensó que podría sufrir, por las causas de un modelo corrupto y
destructivo que lo que busca es perpetuarse en el poder a toda costa”,
afirmó Carlos Larrazábal, presidente de la cúpula empresarial, en el
acto de instalación.
El empresario ilustró con cifras “la
magnitud de la crisis” de Venezuela: el producto interno bruto por
habitante ha caído 5,8% en los últimos cinco años, lo que ha colocado la
producción per cápita a los niveles de la década de los cincuenta,
causa fundamental del severo desabastecimiento.
“La misma tragedia observamos en la
producción petrolera. Nuestra producción por habitante es similar a la
que teníamos en 1927, 16 barriles por habitante, cuando llegamos a tener
más de 150 barriles por persona antes del período de nacionalización de
la industria”, añadió.
Las “dramáticas cifras de caída
pronunciada” de la producción del país se observan de forma transversal
en los 15 sectores económicos que forman parte de Fedecámaras, desde el
sector primario hasta el terciario de la economía, indicó. “La grave
crisis económica que vivimos, consecuencia del modelo económico
impuesto, se agudiza por la inestabilidad política y la inseguridad
jurídica”, aseveró.
Reiteró que en el país no hay
separación de poderes: “El gobierno y el Estado se confunden en una sola
figura; la Asamblea Nacional, legítimamente electa por más de 65% de la
población no es reconocida por los otros cuatro poderes estatales; y se
impone una asamblea nacional constituyente sin cumplir con la normativa
constitucional, usurpando las funciones del Poder Legislativo. La ANC,
no reconocida por la comunidad nacional ni internacional, convocó de
forma ilegítima a elecciones sin las garantías y sin la debida
supervisión; para ratificar así la permanencia de los factores de poder
que nos han llevado hasta la grave situación que hoy sufrimos”.
Larrazábal agregó que ante esa
realidad es imposible lograr la confianza necesaria para que Venezuela
pueda insertarse en un proceso que lleve al progreso. Advirtió que para
poder salir del “ciclo perverso que destruye la calidad de vida de todos
los venezolanos”, se requiere un cambio político en democracia, que
tenga como punto de inicio construir una visión compartida de país, que
cohesione a todos, basada en sólidos principios democráticos, separación
de los poderes públicos, libertades económicas y seguridad jurídica,
con un compromiso serio de profunda solidaridad social. “Para ello es
fundamental la unión de todos los actores de la sociedad”.
A los dirigentes políticos les dijo
que “deben asumir de una vez por todas una unión verdadera para liderar
con presencia activa y voz firme el cambio, generando las acciones
concretas que los ciudadanos venezolanos les reclaman con urgencia”.
Pidió redoblar los esfuerzos para
reconstruir a Venezuela, basado en el trabajo productivo y en principios
y valores éticos y morales sólidos. “Un país que le dé a cada ciudadano
las oportunidades para alcanzar sus aspiraciones sin que tenga que
depender de las dádivas y el tutelaje de un Estado que ha demostrado ser
ineficaz, incapaz de generar credibilidad y confianza, que es
intervencionista en extremo, y cuyo objetivo es la destrucción total”.
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