Como si la Argentina toda estuviera sumergida en una efervescente y burbujeante copa de champagne y los fuegos de artificio de un triunfo suciamente programado iluminara únicamente la vida del país, nada se sabe, la realidad encubierta detrás de un surrealismo mágico ha incorporado como noticia fundamental la próxima asunción de la Señora y las extravagancias de su ego exacerbado.
El montaje instalado para la reelección encubierta como motivo de distracción apeló a hacer mucho ruido con las locuras de una Señora que se comportó como una diva hollywoodense, dilapidando el dinero de los argentinos para publicitar internacionalmente una imagen afín con el ridículo.
Vergonzosa situación sostenida por esos medios de comunicación que siguen jugando a la pavada, tomando en solfa los sufrimientos de los ciudadanos en una forma tan asqueante y sirviéndose de los dineros de los propios habitantes para mantener sus status.
Un Presidente al que nunca le preocupó un bledo el bienestar del pueblo dejándolo huérfano de sus derechos e insultándolo permanentemente de forma ordinaria y resentida, siguiendo los pasos de su homólogo Hugo Chávez, no merece perdón, como tampoco esa oposición que desde la vereda de enfrente asistió a los desplantes y oprobios de ese hombre sin decir esta boca es mía.
Politiquería progresista que se instaló en Latino América mientras todos miraban como una gracia los decadentes procederes de un paranoico venezolano que armaba su imperio con la complicidad de Brasil y Argentina, países cuyos gobiernos comparten la ideología marxista y buscan su propio liderazgo en la región.
La técnica del monólogo de atril y los enfrentamientos a distancia fueron el trampolín para que Néstor Kirchner ocultara sus reales intenciones por lo menos para las naciones que no conocen en profundidad la realidad argentina, la que es mostrada internacionalmente por esos grupos de comunicación privilegiados por el estado como si este país fuera un paraíso terrenal.
La mentira como política de estado ha cumplimentado el ambiente irrespirable como un fresco aire de paz y armonía en un país en que no existe el Estado de Derecho y la Democracia es solamente una formalidad administrada desde la Casa Rosada.
Un cuerpo social que ha sido destruido sistemáticamente utilizando la confrontación para su disgregación, no dispone de la fuerza que toda sociedad unida representa para combatir el totalitarismo, que de esta forma ha podido retener los poderes ilegítimamente luego de devastar las instituciones de la Nación y comprar a inmorales personajes que vendieron el futuro de sus hijos y nietos por treinta denarios.
Y mientras el circo sigue preparándose para el co-gobierno del matrimonio, las hostilidades con Uruguay están tomando un cariz altamente explosivo y los ambientalistas siguen jugando con fuego amparados por el extremo delirio de un hombre que no tiene autoridad y solo maneja el patoterismo no ilustrado.
Entre tanto los titulares de los diarios hacen futurología de cuales o tales medidas se pueden llegar a tomar cuando asuma la Señora, con un infantilismo que da vergüenza ajena, imprimiendo el adivina adivinador ante el mutismo de la futura Presidente y la torpeza del tapado usurpador que actuará detrás de su mujer cuando llegue la hora de las brujas, en la que su propio esposo entregará la banda y el bastón de mando a su compañera de lecho, y el destino de los argentinos se manejará entre sábanas y almohadones.
Al mismo tiempo la desarticulada oposición sigue ocupándose de averiguar el sexo de los ángeles, cuando ya los Kirchner se encuentran a un paso de apoderarse de la Nación y una comunidad de autómatas que parece no haber reaccionado, sigue viajando como ganado, es manoseada, vejada, maltratada y tiene una vida prestada a merced de una delincuencia violenta que asecha a esos que todavía se ganan el pan con el sudor de sus frentes.
Autor: Susana Sechi Directora de la Historia Paralela
Email: susanasechi@gmail.com
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