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sábado, 8 de diciembre de 2007

LA INMACULADA Y LA JUVENTUD de Julio César Arreaza B.

2001
La virgen María siempre ha estado presente en la fe de los venezolanos, desde los tiempos de gestación de la República. El pueblo siempre se ha encomendado a ella en trances difíciles y obtenido muchas gracias de la madre de Nuestro Señor Jesucristo para superarlos. La juventud venezolana impetuosa, valiente y comprometida con el destino libre de la nación, se ha caracterizado por su oportuna intervención en los asuntos públicos, cuando la vigencia de las libertades públicas ha estado amenazada y bajo peligros extremos. Su devoción mariana le ha procurado la ayuda para salir adelante en circunstancias sumamente complejas. El Día de la Juventud venezolana está asociado a la Inmaculada Concepción, cuyo día celebramos hoy, la concebida sin pecado original le ha dado fuerzas al movimiento estudiantil en estos cruciales momentos de la Patria, en el que el pueblo venezolano fiel a su acendrada cultura democrática combate para evitar la entronización de un modelo castro-comunista, que constituye un muro de contención para el progreso y el ascenso social de los venezolanos. Este año celebramos el Día de la Juventud venezolana, recordando que hace 193 años las fuerzas patriotas al mando del valiente general José Félix Ribas, reforzados por un grupo de estudiantes de la Universidad y el Seminario de Caracas, derrotaron en la ciudad aragüeña de La Victoria, a las fuerzas realistas al mando del coronel español Francisco Tomás Morales, quien se proponía con la toma de la citada ciudad, cortar las comunicaciones entre Valencia, donde se encontraba el general Simón Bolívar y Caracas, donde se hallaba el general Ribas. El 12 de febrero de 1814, las fuerzas de Morales lanzaron nueve ataques, que fueron rechazados por los patriotas. Al término de la tarde, llega a La Victoria en auxilio de Ribas, un cuerpo de caballería patriota, procedente de San Mateo, comandado por el teniente coronel Vicente Campo Elías y rompe el cerco realista, produciendo luego la derrota de los hombres de Morales. Según la tradición, el general José Félix Ribas, a las cuatro de la tarde, en pleno desarrollo de la Batalla de La Victoria, presintiendo la derrota, entró en la Iglesia de la Villa de La Victoria, se postró frente a la imagen de la Virgen Inmaculada Concepción y le rogó que salvara a la tropa. La oración del valiente guerrero fue interrumpida por el grito de un soldado, quien desde el campanario le anunciaba que por el camino de San Mateo venía una polvareda. Era el refuerzo que llegaba al mando de Vicente Campo Elías, español patriota. El sacerdote Ramón Vinke, párroco de San Andrés Apóstol, en su libro “El voto del General José Félix Ribas a la Inmaculada Concepción”, relata el momento cuando el bizarro General renuncia ante el Ayuntamiento el honor de erigirle una estatua en la Plaza de La Victoria, atribuyéndole la salvación de la Patria a la intervención y protección de María Santísima de la Concepción y a la sangre derramada por los estudiantes. Pidió y le fue concedido marcar ese día para bendecir a la madre de Dios, con una fiesta solemne anual en la Santa Iglesia Metropolitana. Precisa el padre Vinke un detalle histórico poco divulgado, que fue la Asamblea Nacional Constituyente de 1947, la que por solicitud del movimiento estudiantil organizado, estableció el 12 de febrero como el Día Nacional de la Juventud, considerando “que en esa fecha se gestó uno de los episodios más brillantes de la historia nacional, al marcar la incorporación de la juventud a la causa de la Independencia, y que en el curso de nuestra vida republicana, signada por dramáticas alternativas, ha sido la juventud reserva permanente de la Patria para sus más limpias y generosas empresas”. La juventud de ayer y hoy ha sido un símbolo de unión entre los que apuestan a la reconstrucción de Venezuela bajo un clima de libertades públicas y democracia. Hacemos votos por la necesaria unidad para hacerle frente al actual desatino autoritario-hegemónico.

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