.

.

Translate

domingo, 22 de agosto de 2010

Editorial El Nacional


Mensaje a los obstinados

Libertad de prensa

Desde los inicios de su gobierno y en los 11 años que lleva en la jefatura del Estado, el presidente Hugo Chávez se ha obsesionado con varios objetivos, y no se ha dado un minuto de tregua. Hay que reconocerle su terquedad. Sería injusto negarle el éxito que ha tenido en algunos, como el control férreo y personal de todos los poderes del Estado, de las Fuerzas Armadas, de los recursos de Petróleos de Venezuela y del Banco Central, como la acumulación de medios estatales de comunicación puestos al servicio de su proyecto político. Sus éxitos, es preciso consignarlo, no han sido para bien de la nación, y todos ellos al costo del Estado de Derecho.

Pero, el Presidente ha fracasado en otros objetivos que se trazó y no abandona, y en los cuales persiste sin desvelo. El Presidente reniega de la libertad de expresión. Le declaró la guerra a los medios independientes desde el comienzo de su revolución. Pero en esto ha fracasado. El más reciente episodio, la pretensión absurda de aplicar la censura previa a los medios impresos, suscitó la inmediata condena de organismos como la ONU y la OEA, de grandes diarios mundiales, de países, universidades, intelectuales de distintos signos ideológicos, de los medios de comunicación y de quienes aspiran a vivir en libertad.

El Presidente de la República alimenta la utopía de que puede exterminar la libertad de expresión en Venezuela. Con obstinación demuestra que su proyecto político y la libertad de expresión son incompatibles, y que pertenecen a dos mundos irreconciliables.

La inmensa mayoría de los medios venezolanos son independientes. No sólo respetan el orden legítimo y el Estado de Derecho, sino que están a la vanguardia en la defensa de la Constitución. Asimismo lo están en cuanto se refiere a organismos multilaterales de los que Venezuela es parte, la ONU, la OEA, Unasur y sus órganos especializados. Esas instituciones son la suma de innumerables batallas por el bienestar y el progreso en libertad de nuestros pueblos.

El problema no es que un país pueda ser parte de esos organismos si niega y persigue la libertad de expresión, o si pretende establecer un régimen de pensamiento único. En todo caso, no lo será de manera legítima: los sistemas de integración cuentan con protocolos democráticos. De modo que un Estado que rompa ese denominador común podrá subsistir probablemente mientras algunos se arropen con la misma cobija, pero no será parte de ellos en el orden moral.

Los medios venezolanos tenemos una larga historia y un legado de libertad que arranca desde 1936. La utopía de que los medios se resignen a la censura y opten por el silencio carece de fundamento. Más vale aceptar y respetar el mandato constitucional y el talante democrático de nuestro pueblo. La convivencia y el respeto son anhelos de los venezolanos, pero jamás como resultado de una rendición.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.