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miércoles, 25 de agosto de 2010

Editorial El Nacional


Robos y ladrones

20 años no es nada


No hay duda de que si en algo se ha manifestado el cinismo de este gobierno, ello ha sido en el campo de la inseguridad. Hace una semana, el jefe del país prometía que en algo así como 20 años la delincuencia estaría bajo control total o quizás restringida a focos esporádicos y, por tanto, fáciles de combatir. Eso debió haberlo dicho 12 años atrás, cuando llegó al poder y anunció una nueva república llena de maravillas. Hubiera sido una promesa electoral grandiosa: ¡Camaradas, dentro de 32 años acabaré con los ladrones! Claro que se estaría refiriendo a los que van por la calle y asaltan o secuestran a los ciudadanos, los golpean y los matan. En ningún momento esto tocaría a las bandas que pululan y hacen de las suyas dentro de ministerios, bancos y empresas del Estado, los que guisan a diario con contratos de importaciones de productos que se pudren en los puertos, o que desde gobernaciones y alcaldías se enriquecen o hacen millonarios a familiares y amigos de confianza.

¿Hará falta 20 años más -si creemos en la aseveración rojo rojita- para controlar a esta nueva oligarquía militar que, como un batallón de termitas, le ha caído encima al presupuesto de la nación, o es posible ir desplazándolos desde sus posiciones de poder y de enriquecimiento, con una batalla sostenida, continua y vigorosa que permita limpiar el país y devolverle a los venezolanos algo de la ética y la moral perdida? Parte de ese reto democrático fundamental se inició esta semana con la apertura de la campaña electoral destinada a elegir a los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional, el próximo 26 de septiembre. No será una batalla fácil porque el enemigo se encuentra atrincherado en todos los edificios públicos, y desde allí hace y deshace a su antojo para tomar una ventaja cobarde, muy propia de quienes se saben perdidos de antemano.

Desde ministerios y gobernaciones mueven los dineros públicos para apuntalar a sus candidatos, la mayoría de ellos fracasados burócratas del tren ministerial de Miraflores, que no pegaron una cuando estaban en el Gobierno y que por sus errores del pasado hoy convierten el camino electoral del PSUV en un verdadero calvario rojo rojito.

Por ser tan inútiles e ineficientes al gobernar, el camarada comandante se las ve cuesta arriba al echarse al hombro esos sacos de piedra que son sus ex vicepresidentes, sus ex ministros y sus ex militares convertidos en sus sargentos electorales, que marchan con la derrota pintada en la cara. Por donde dirigen sus pasos sólo encuentran reclamos, gritos de protestas y duras exigencias de que cumplan con las promesas formuladas hace 12 años.

La oposición debe examinar muy bien ese escenario electoral sin llamarse a confianza, porque una cosa es el rechazo mayoritario de la población hacia el desastre del Gobierno y otra muy distinta es que acuda a manifestar electoralmente su protesta.

Mucho cuidado.

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