.

.

Translate

viernes, 2 de diciembre de 2011

¡SIN FUERZA SOCIAL NO SALIMOS DE ESTO! de Agustín Blanco Muñoz



En medio del debate en relación a cómo salir de la presente situación, y cuando se nos pregunta qué camino abordar si se pone a un lado lo electoral, hemos reiterado nuestra tesis de que sólo la fuerza social (FS) consciente y organizada puede sacarnos del abismo en que nos encontramos.
Esto es algo que, en principio, no se entiende. Y por ello la insistente pregunta: ¿qué es, cómo se expresa y por qué darle un papel tan relevante a la FS?
Recordemos un lugar común: en lo que se llama sociedad hay un movimiento que en teoría conforman los denominados grupos de intereses que el marxismo relaciona con la posición que se tiene en el aparato productivo. Surge así la noción de clases sociales, cuya diferenciación está dada por los mayores o menores beneficios obtenidos en el proceso productivo.


Esto ocasiona entre las clases, una creciente lucha que se convierte en “el motor de la historia". Es la contradicción entre burgueses y proletarios que el Manifiesto Comunista recoge como clave para construir ‘la nueva sociedad’.
Desde un inicio Marx y Engels advierten que los dueños del aparato productivo tienen los medios y capacidad para establecer pactos, acuerdos o negociaciones que les permitan constituir uniones de defensa de los intereses de cada una de las partes de la riqueza. De modo que en ellos hay conciencia de y para la permanencia.
Pero en el caso de la 'clase que no tiene nada que perder más allá de su cadenas', la situación es diferente. De allí que los creadores del marxismo lancen su pedido que se transformó en gran consigna universal: Proletarios de todos los países ¡uníos!
Pero esto no ha ocurrido hasta el presente. Los desheredados han sido impulsados y sometidos a las posiciones decididas por los propietarios. De modo que su disgregación favorece a los dueños del privilegio cada vez más aumentados por el valor agregado de las fuerzas de trabajo.
No hay entonces la tan nombrada lucha entre clases opuestas, debido a que, los propietarios blindados por el capital, imponen su fuerza sobre la individualizada población desheredada.
Esto quiere decir que no existe una fuerza de la sociedad como un todo. Hay la fuerza propia de la suma de propietarios que se enfrenta, comulga y pacta para mantener su acción dominante. Nada parecido ocurre del lado del proletariado. Es una mayoría a la cual se le aplica la ley de la explotación.
En el caso de Latinoamérica ese control alcanza los 519 años. Con la invasión europea se inicia aquí la historia regida por ‘los otros’. La hegemonía de la destrucción, el arrase, el exterminio.
Y surge así el mando-poder invasor que se hará reconocer en un mundo llamado colonial o en lo que se conoce como independencia o repúblicas de la democracia, la dictadura o la revolución.
Y cada uno de estos poderes tiene un rasgo-determinación: corresponde a las minorías. De ellas es la fuerza. Las mayorías simplemente tienen el registro de la debilidad, la pobreza. Son los históricamente ‘de abajo’, aunque cuenten con ‘el Reino de los Cielos’.
Hay entonces una FS clara y directamente constituida que corresponde a la riqueza y otra usurpada, tomada, absorbida que ha sido condenada a servir a la superioridad ¿Y cómo romper esta relación de aplastamiento y desigualdad?
Hasta el presente la única salida que se conoce corresponde a la violencia. Las fuerzas del trabajo condenadas a la pobreza estarían obligadas a confrontar con el dueño del capital e imponer una nueva realidad.
Pero en este punto se presenta el gran problema-obstáculo: hasta el presente no existe una acción que, por la vía de la violencia, haya podido producir un cambio sustancial en la historia de la explotación mundial.
Hay suma de obreros, campesinos u otros desheredados que a nivel individual son fácilmente manejados por los dueños del capital. De modo que ‘la toma del poder por parte del proletariado’ no se ha cumplido, aunque millones de explotados quedaron atrapados en las tenazas de la “violencia revolucionaria”.
La FS de la mayoría organizada, consciente, al margen de la suma de miembros, y con claros objetivos de vida y lucha, está llamada a convertirse en una acción propia, un capital de empeño-fuerza-producción para otra historia.
Es cuestión -nada menos- que rebelarse contra el salario de la miseria e imponer condiciones a los privilegios. Es llevar la fuerza hombre a la condición de FS. Esta es la única manera no violenta de lograr cambios verdaderos.
Y en este sentido, es necesario registrar que la totalidad de la sociedad tendría que ser manejada con la orientación que nace de una FS, que apela a la auténtica democracia y que es capaz de velar por la satisfacción de las necesidades de los miembros de una sociedad, ahora no tenida como suma de individuos.
No dejamos de lado que este esbozo, basado en la ‘Idealidad Avanzada’ de Pío Tamayo, puede ser visto como simple utopía dispuesta para enfrentar los esquemas reformistas y revolucionarios.
Y ante este señalamiento, apenas se puede decir que los capitalismos y socialismos conocidos carecen de partida de eternidad y que no la obtendrán porque está debidamente ocupada por Dios.
Y hoy y aquí, sólo una FS organizada y consciente puede enfrentar este intento de reedición del fracaso llamado socialismo.¡Qué historia amigos! T: @ablancomunoz

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.