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domingo, 21 de diciembre de 2014

La guerra comercial iniciada por la OPEP, origen del desplome del crudo


La conversión de EE.UU. en potencia petrolera ha disparado las alarmas en el cártel, que al limitar su producción trata de blindar su cuota de mercado

Puerto de Valdez (Alaska), 26 de septiembre de 2014. El petrolero Polar Discovery, propiedad de la estadounidense Conocophillips, zarpa con rumbo a Corea del Sur. Este barco, con una capacidad de 784.000 barriles, supone una proporción irrisoria del comercio internacional energético, una partícula aislada dentro de las más de 570 millones de toneladas de crudo que se exportan anualmente en todo el mundo. Sin embargo, simboliza una revolución de dimensiones e implicaciones políticas y económicas, de momento, incalculables: Polar Discovery contenía la primera remesa desde 2004 de crudo de Alaska destinado al mercado exterior.


Aunque la venta de petróleo en el extranjero está restringida para las empresas estadounidenses desde el embargo árabe de los años 70, que los productores de la OPEP utilizaron como mecanismo de presión en la guerra del Yom Kippur, Alaska goza desde 1996 de cierta autonomía.
Desde este estado septentrional, partieron miles de barriles hacia Japón, China y Taiwán (además de Corea) de 1996 a 2004. Después, este tipo de operaciones se detuvo en seco. La exportación no resultaba rentable. El mercado interior estadounidense era lo suficientemente voraz como para asumir la producción a unos precios atractivos. Polar Discovery, por tanto, ponía de relieve que algo estaba cambiando. Ese «algo», precisamente, está vinculado al vertiginoso descenso del petróleo de los últimos meses.
Pese a que «a priori» parezca paradójico, el retroceso del importe evidencia que «el crudo sigue siendo una columna vertebral de la economía mundial y que ahora hay distintas formas de producir y distintos lugares de producción, una situación no vista desde hace 50 años», subraya Vicente López-Ibor, presidente de Estudio Jurídico Internacional y exconsejero de la extinta Comisión Nacional de Energía (CNE).
La línea descendente de la cotización del crudo se entiende como una estrategia deliberada, las huellas en el campo de batalla de una guerra de precios con que el cártel de los países tradicionalmente exportadores (la OPEP), y en especial Arabia Saudí, trata de blindar su cuota de mercado ante la amenaza creciente de la producción estadounidense, alimentada por las nuevas técnicas de extracción (el «fracking», la fractura hidráulica).
«La guerra de precios petrolera comienza con la decisión de la OPEP de defender su cuota de mercado y mostrar a los consumidores que son los suministradores fiables y baratos. Esto explica una parte. El mercado se encuentra con un exceso de suministro de 2,5 millones de barriles al día, ya que los países no OPEP han aumentado año tras año su producción por encima de la demanda, y EE.UU. ha llegado a producir más que Arabia Saudí y hoy importa menos crudo que en los últimos treinta años», explica Daniel Lacalle, economista y autor del libro «La madre de todas las batallas: La energía, árbitro del nuevo orden mundial». De manera paralela, China está orientando su crecimiento económico hacia un modelo de servicios, menos industrial.

Principales consecuencias

El pasado mes de noviembre, el país saudí decidió mantener el nivel de producción de la OPEP en 30 millones de barriles diarios, una medida que concede aún mayor margen de caída a los precios. Esta situación está lastrando sobremanera a algunos países productores y, por el contrario, ha resultado un estímulo para los grupos de países importadores, como los que integran la UE.
Se espera que en próximo año los precios continúen en esta horquilla. «Si se mantiene la caída de precios derivada de la oferta, los precios se situarán en torno a los 60 y 80 dólares. Si el problema es más de demanda a la baja, la recuperación de precios puede costar un poco más. Esto es beneficioso para los países consumidores, como España. Nuestro déficit comercial por petróleo fue de 30.000 millones en 2013. Si reducimos esto en un 40%, supone una cantidad significativa. Esto repercute ya en los precios del gasóleo y tendrá un efecto sobre el consumo y la producción de bienes y servicios», puntualiza Mariano Marzo, profesor de Recursos Energéticos en la Universidad de Barcelona.
En los exportadores tradicionales, el problema reviste gravedad, como se está observando en Rusia y Venezuela. «Venezuela ya refleja un 90% de probabilidad de impago. Es el país más dependiente del petróleo (90% de su economía) y uno de los que más gasta en donaciones y subvenciones políticas. Pero la mayoría de los países productores pueden aguantar años ajustando sus costes. Rusia tiene reservas de dólares y puede ajustar su presupuesto», destaca Lacalle, quien concluye que el mensaje de que el grupo de productores requiere un precio del barril de cien dólares por barril para equilibrar sus presupuestos no se ajusta a la realidad, ya que existen otras partidas de «gasto discrecional ajustable» que se pueden rebajar.
Tal es el impacto de la bajada del crudo en estos países, que existe también una especie de teoría conspirativa que apunta a una estrategia geopolítica trazada entre EE.UU. y Arabia Saudí para torpedear las economías de los países menos afines, especialmente después de la guerra de Ucrania y el notorio enfrentamiento entre la Administración de Barack Obama y el Ejecutivo de Vladímir Putin.
Aquí los expertos no se ponen de acuerdo. López-Ibor descarta este tipo de alianzas solapadas. «A la luz del desarrollo de los acontecimientos la concurrencia entre EE.UU. y Arabia Saudí no es la hipótesis más verosímil», explica, tras recordar que una caída masiva de precios también afecta a sus economías. No es descartable, añade, que dada la situación actual estudien estrategias conjuntas para abordar el escenario de caída de precios. Marzo, por su lado, se muestra cauteloso: «Nadie está en esas reuniones, así que es una teoría posible, pero también es perfectamente explicable en términos de mercado». Lo que no ofrece debate, al margen de las interpretaciones, es que el crudo parece haber inaugurado una nueva etapa histórica difícil de predecir hace solo unos meses.