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lunes, 25 de mayo de 2015

Tres razones por las que "aquí no pasa nada" (Tal Cual digital)


Colas

Apatía social|Inflación|Crisis económica
Según expertos en evaluaciones sociales, la aparente "apatía social" se sustenta en tres pilares fundamentales: el miedo a la represión, la criminalización de la protesta y la necesidad de resolver el día a día
 
El 80% de la población venezolana cree que la situación del país es mala o muy mala, según un reciente estudio de Datanálisis. Esa depresión nacional se combina con una desmovilización social evidente, y en aumento desde hace al menos dos años.
Según Datanálisis, el 77% de la gente no está dispuesta a protestar, ni siquiera de forma pacífica. El 88% rechaza barricadas o guarimbas. "Se presume que crisis y percepción negativa se traduce naturalmente en protesta de explosión social, pero la historia política dice que la traducción es en derrota electoral. Los cambios radicales por explosión social no provienen de crisis económicas sino de crisis políticas y sociales, como la primavera árabe que fue en países sin crisis económica", apunta el director de esa encuestadora, Luis Vicente León.
Esa suerte de "apatía social" tendría, según los expertos, tres raíces.

EL MIEDO

"Toda manifestación importante ha sido reprimida y de manera muy criminal, por eso la gente se inhibe de actuar por temor a lo que le pueda suceder", apunta Alejandro Moreno, sociólogo y autor del libro Y salimos a matar gente.
Según la psicóloga social Magaly Huggins, "el miedo por la violencia desmoviliza". Se refiere a que las calles son patio de juego de bandas armadas, hampa y colectivos violentos que actúan a sus anchas bajo el manto de la impunidad. "Eso mantiene a la gente encerrada en sus casas porque cuando sales a protestar ahí salen a actuar esos grupos. Esa es la funcion pública de la impunidad", remata.
Luis Vicente León, director de Datanálisis, apunta que el miedo ha aumentado en la medida en que también ha aumentado la represión "como no era antes de 2014 cuando hubo muertos, presos, entonces más del 80% siente inseguridad de salir a protestar".
Según registros de Espacio Público y Provea, en 2009 la represión fue de 6%, en 2010 fue 4,34%, en 2011 fue 3% y en 2012 apenas 1,43%. Pero Chávez se murió, y en 2013 la acción de la fuerza pública contra la gente aumentó a 7% de un solo golpe, y a 16,4% en 2014. En lo que va de 2015 la represión va por el 11,2%.
Lee AQUÍ más detalles sobre la represión alarmante en el gobierno de Nicolás Maduro.

LA CRIMINALIZACIÓN

Salir a la calle y que no sea para tumbar un gobierno es válido, pero desde el gobierno se considera golpista "porque le interesa que no ocurra ni la una ni la otra, la idea es evitarlas.Hoy en día no hay, de manera relevante, ninguno de esos dos tipos de protestas", afirma el director de Datanálisis quien le añade al miedo el factor "fracaso" generado por ver que las protestas que han ocurrido no obtienen los resultados esperados.
Moreno dice que eso es consecuencia de ignorar los reclamos y protestas que buscan no hacer catarsis sino exigir respuestas. "Un proyecto revolucionario no se echa para atrás", dice. El sociólogo añade que el público "no tiene la percepción de que todo el mundo está en lo mismo, y hasta que gran parte de la gente no se encuentre dispuesto a actuar, pues no lo hará".

SOBREVIVIR

"Sobrevivir quita tiempo a manifestar. Además, está el tema del bachaqueo que es el empleo más importante del país porque lo hacen los más pobres para vender los productos 5 o 10 veces más caros a las clases medias y altas que evitan hacer filas. Es una redistribución de ingresos. 65% de la gente en la cola frente a un Mercal o un supermercado son revendedores. Así que no todos están furiosos, porque algunos están trabajando. Así el gobierno gana estabilidad, se drenan energías y no hay explosión social, pero pierde popularidad".
Además, las largas filas para comprar alimentos, según la investigadora Maryclen Stelling, sirven como "válvula de escape" y punto de "encuentro con el otro en una ciudad que normalmente es agresiva. En las colas no hay confrontación sino conversación, solidaridad y reconocimiento mutuo porque allí todos somos iguales".
Huggins incluye otro factor: la dependencia del Estado que se ha convertido en el gran empleador nacional, capaz de controlar la sobrevivencia "porque esto no es calidad de vida". A ello, le suma que "las misiones y las ayudas económicas son una oferta engañosa para controlar a la gente, porque si yo espero un apartamento de la Misión Vivienda yo no me arriesgo a protestar".
La desmovilización social actual no es indicativo, sin embargo, de que "aquí no vaya a pasar nada".
Lea AQUÍ los escenarios que vislumbran los expertos.

LEE EL REPORTAJE COMPLETO EN EL SEMANARIO TALCUAL