El Cardiológico Infantil pierde los latidosEl año pasado en el Cardiológico solo se atendieron 767 casos, que representan apenas 12% de los niños que nacen cada año con cardiopatías. La lista de espera en el Cardiológico asciende a 3.000 pacientes que no son conscientes de cuánto tiempo resistirán, agrega el diputado de la Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares | Foto Cortesía
El único hospital especializado que construyó
la revolución bolivariana –de los 15 que se prometió levantar– cumplió
un decenio y su capacidad de atención se ve disminuida. Cuando lo
inauguró el presidente fallecido Hugo Chávez se dijo que atenderían
4.000 casos por año con una infraestructura de 142 camas y el soporte de
50 médicos, pero nunca han superado el récord de 1.250 intervenciones,
insuficientes para saldar una deuda que crece cada año cuando nacen
6.000 niños con cardiopatías. Hasta junio de 2016, con equipos averiados
y una sola cirujana cardiovascular, solo habían atendido a 265 niños.
La lista de espera se incrementa y la angustia de las madres también
Sus
latidos se detuvieron. El miércoles 5 de octubre en la noche la familia
de José Alexis Gutiérrez se encontró de frente con el dolor de perder a
su bebé, otro más, por una cardiopatía congénita. En menos de ocho
meses las vidas de su sobrina Ashly y de su hijo Jesús Alexis se
apagaron por un débil corazón que no pudo ser atendido. El tiempo no fue
aliado de sus pequeños órganos.
A
Ashly la diagnosticaron con ventrículo izquierdo hipoplásico; es decir,
solo funcionaba la mitad de su corazón. Luego de tres días esperando un
cupo, nació en el Hospital Universitario de Caracas y fue referida al
hospital Cardiológico Infantil, en Montalbán, pero su caso fue rechazado
por no cumplir con los requerimientos específicos que establece el
centro especializado de referencia nacional. "Nos explicaron que la
operación era muy delicada, que no tenía el peso suficiente y que no iba
a aguantar. Ni siquiera lo intentaron y seis días después la bebé
falleció", explica su tío.
Un
mes después del luto, nació el hijo de José Alexis, también cardiópata,
pero con un diagnóstico diferente: en vez de dos arterias, nació con
una sola y debían intervenirlo quirúrgicamente para hacerle una
prótesis. Desde los cinco meses de embarazo ya sabían lo que les
esperaba: una enfermedad complicada, pero que tiene solución. Nació el
16 de mayo de este año en el hospital Pediátrico de Barquisimeto. Desde
ahí, se envió un informe de su caso, catalogado como urgente, para que
fuera operado en el Cardiológico. Pasaron dos meses sin recibir
respuesta. El bebé empeoró, tuvo que ser hospitalizado por una
complicación y falleció esperando cupo para su operación del corazón.
Sus últimos días de vida los pasó en una habitación que quedó vacía a
las dos horas de su partida cuando su compañera de cuarto también murió
por una cardiopatía.
Las
enfermedades cardiovasculares representan la primera causa de muerte en
Venezuela, de acuerdo con el último anuario de mortalidad disponible
con datos de 2012 y publicado en 2014. Las cardiopatías se caracterizan
por alteraciones estructurales del corazón, pero no son necesariamente
terminales. Si son intervenidas a tiempo el niño llevará una vida sana
sin ningún tipo de complicaciones.
Con
base en los datos del censo de 2011, cada año nacen 600.000 niños en el
país, de los cuales 6.000 presentan cardiopatías, pero la cifra va en
aumento. Cada año 3.600 niños necesitan ser operados y 1.200 de estos
son casos urgentes que no pueden esperar más de un año para ser
atendidos.
Historia de un fracaso.
El Cardiológico Infantil Latinoamericano fue inaugurado por el
mandatario Hugo Chávez en 2006 con la misión de encargarse de esos
casos. En 18 años de revolución es el único hospital especializado que
se ha construido en la nación.
Aunque
la necesidad de un centro de este tipo está justificada en los
indicadores de morbilidad, la iniciativa vino de un encuentro entre
Chávez y un niño cardiópata, durante una visita al hospital J. M. de los
Ríos en 1999, poco después de ser elegido, recuerda Jorge Pietro,
cirujano cardiovascular, que en ese momento estaba a cargo del servicio
del hospital. Tras el encuentro el especialista fue invitado a
Miraflores para informar sobre el tema y presentó un proyecto acerca de
la construcción de un centro de salud exclusivo para niños con
cardiopatías. Chávez le puso su firma, comenzaron a andar los planes, y
también la cooperación cubana. En 2001 Prieto estuvo dos semanas en La
Habana evaluando el modelo cubano que le querían ofrecer al presidente
Chávez, pero los resultados fueron decepcionantes, asegura el médico hoy
jubilado, que de vez en cuando viaja de Caicara del Orinoco a Caracas
para apoyar con cirugías en Fundacardín, localizado en el hospital
militar. "En Cuba improvisaron un quirófano en un edificio de consultas.
Un médico árabe sin experiencia estaba a cargo. Ellos ni siquiera
operaban niños".
Los
asesores chocaron por el proyecto. Al principio, Isabel Iturria,
presidente de la Fundación Hospital Cardiológico Infantil
Latinoamericano, se manifestó en contra de que fuera exclusivo para
tratar cardiopatías e intentó crear un equipo de médicos de todas las
especialidades para trabajar en un hospital que cuenta con solo cuatro
quirófanos. Prieto señala que al expresar su posición contraria a ideas
como esta fue excluido del proyecto que él mismo comenzó.
A
Iturria se le confió la dirección del Cardiológico desde su
inauguración en 2006. El primer jefe del equipo quirúrgico de este
hospital infantil fue el médico cubano Felipe Cárdenas. "En La Habana el
mismo Cárdenas me comentó que nunca había operado a un niño", dice
Prieto. Y agrega: "Los resultados iniciales arrojaron fallas que
sobrepasaban los límites, se optó por cirugías sencillas para que los
cirujanos 'hicieran mano' por su falta de experiencia. El personal
comenzó a sentir el peso y se inició la diáspora. Se agregaban los casos
de hemodinamia a las cifras para aumentar el rendimiento quirúrgico
engañando hasta al presidente".
Sin personal.
Cuando Chávez inauguró el hospital, 50 médicos y 142 enfermeras
componían el equipo del personal encargado para atender una meta de
4.000 casos anuales, aunque nunca han logrado hacer más de 1.250
intervenciones al año, de acuerdo con las estadísticas divulgadas en la
página web del centro asistencial.
Hoy,
10 años después de su inauguración, este grupo de profesionales se ha
reducido notablemente y los indicadores del hospital demuestran que el
objetivo trazado era muy alto para lo que realmente se hizo: se ha
atendido apenas un cuarto o menos de pacientes de lo que debería atender
un hospital de este tipo.
Actualmente,
una sola cirujana cardiovascular debe multiplicarse para intentar
atender por lo menos dos casos diarios, pero en realidad no siempre es
así.
Un
médico especialista, que prefirió mantener su nombre en reserva,
trabajó en el Cardiológico Infantil durante seis años y afirma que en
ningún momento se pudo trabajar al 100%. "Nunca se ocuparon los cuatro
quirófanos simultáneamente. Yo era el único en mi área y contaba con la
colaboración de especialistas cubanos que se iban rotando de vez en
cuando. Hoy se nota la escasez de personal, sobre todo en enfermería. Ya
ni siquiera a la hora de almuerzo se llena el comedor". Sin embargo,
asegura que el hospital nunca tuvo carencias en cuanto a materiales y
recursos.
El
hijo de María Hernández (nombre cambiado por petición de la fuente) es
uno de esos 10.446 afortunados que ha atendido el Cardiológico Infantil
en 10 años de funcionamiento. En 2013 ingresó para afrontar su primera
intervención quirúrgica. "Para ese momento se contaba con todo el
personal y se notaba la calidad. En Terapia Intensiva tenía una
enfermera sentada a su lado que lo monitoreaba las 24 horas del día.
Cuando salió de alta me dieron todo el tratamiento que le correspondía. A
los 9 meses se le hizo su segunda operación. No tuvo ningún tipo de
problema, no obstante, ya se notaba la decadencia del hospital. Faltaban
enfermeras, personal de limpieza y algunas medicinas no las entregaban,
uno debía buscarlas por fuera".
Luego
de las dos primeras intervenciones, el niño de Hernández debía mantener
un control anual. Sin embargo, en marzo de este año su cardiólogo del
Hospital de Niños J. M. de los Ríos le informó que ameritaba la tercera
operación y la refirieron nuevamente al Cardiológico de Montalbán.
"Cuando fui me informaron que el equipo de hemodinamia se había echado a
perder hace meses. Que estaban esperando recursos. En julio volvimos,
los médicos estaban de vacaciones y seguían los equipos dañados. Las
mismas enfermeras me dijeron que cada una tenía que atender a cinco
pacientes y que no había terapia respiratoria. El límite para la
operación de mi niño es hasta enero de 2017. Mi desesperación y la de
otras mamás que están en la misma situación que yo es que si el hospital
deja de funcionar, no tenemos alternativa. Hemos averiguado y una
cirugía en Colombia vale 32.000 dólares".
Iturria
–la primera ministra de Salud que designó Nicolás Maduro como
presidente y que estuvo 7 meses en el cargo, por el que ya han rotado 5
funcionarios– reconoció en julio pasado la crisis que se hace evidente
apenas se entra al recinto. El lugar parece más una edificación
abandonada que una institución pública y menos un hospital con
aspiraciones de ser referencia internacional.
Durante
una entrevista en Globovisión, Iturria señaló que este año la mayor
dificultad que afrontaban en el hospital era la falta de repuestos para
los equipos médicos y que por eso tuvieron paralizadas las máquinas de
hemodinamia. Agregó que en el centro se lleva a cabo casi la totalidad
de cirugías cardiovasculares infantiles y neonatales del país. Pese a
eso, las salas de espera, los cubículos de información, la central de
citas, e incluso el laboratorio, no tienen un personal que se mantenga
en su puesto para atender a los pacientes. Muchas zonas se mantienen en
la penumbra y con luz tenue. Un martes en la mañana, el busto de Chávez,
que desde hace un año recibe a los visitantes, parecía la única figura
humana en el lugar.
Condiciones inaceptables. En
todo el país hay menos de 10 cirujanos cardiovasculares infantiles
activos. Cuatro de ellos se encuentran en el hospital J. M. de los Ríos.
El jefe del servicio de cirugía cardiovascular de ese centro, Jorge
Sanjinés, asegura que nunca se han dado las condiciones para que los
pocos especialistas que hay vayan a trabajar en el Cardiológico
Infantil. "Nosotros formábamos parte del equipo de cirujanos que el
doctor Prieto propuso cuando el hospital era un proyecto, pero la
doctora Iturria no nos tomó en cuenta. Buscó cirujanos latinoamericanos y
no encontró. Cuando entendió que nos necesitaba nos llamó para que
operáramos allá, pero estableció una serie de condiciones injustas que
implicaban abandonar totalmente el hospital J. M. de los Ríos".
Sanjinés
explica que primero les dijeron que debían aceptar ganar por comisión
de servicio; es decir, que ganarían lo mismo que en el J. M. trabajando
más horas y sabiendo que allí los otros especialistas ganaban más.
Debían hacer guardias y permanecer a dedicación exclusiva sin la
posibilidad de apoyar otros centros de salud. Los médicos propusieron
dividir el equipo: que dos cirujanos estuvieran en el Cardiológico y dos
se quedaran en el hospital de niños, pero al final las autoridades lo
rechazaron.
A
finales del año pasado les enviaron una orden del Ministerio de Salud
para exigir el traslado de los médicos. Los cirujanos se negaron porque
significaba cerrar completamente un servicio que tiene 60 años de
trayectoria y atiende otras complicaciones torácicas. La presión por
dotar de personal al Cardiológico y levantar las cifras de atención
también vino de la Defensoría del Pueblo. En el informe de gestión de
2015 se refiere que luego de una inspección al centro asistencial se
estableció que el número de intervenciones quirúrgicas y cirugías
cardíacas debían aumentarse "mediante traslado, comisión de servicio o
cualquier otra modalidad de los médicos cirujanos cardiovasculares
pediátricos del Hospital J. M. de los Ríos". En el mismo documento, el
organismo solicita al centro de salud impulsar la capacitación de nuevos
profesionales especialistas en cirugía cardiovascular pediátrica,
anestesia cardiovascular pediátrica, cardiología infantil e internistas.
"Es
insólito que Iturria, que además fue ministra, no haya tenido la
capacidad para mantener al Cardiológico. Ese hospital tiene 142 camas de
hospitalización, 32 camas de cuidados intensivos, 4 quirófanos, un
resonador de 1,5 teclas con reconstrucción de imágenes que casi ningún
hospital tiene y un presupuesto para cubrir 5.000 casos al año, pero ya
no atienden ni 1.000. Los otros hospitales no tenemos la ventaja de sus
recursos", señala Sanjinés.
Al
Cardiológico se le asignó una red de hospitales, incluido el J. M. de
los Ríos, para distribuir recursos con los que se compraban los insumos
que no estuvieran disponibles en tales centros. Sanjinés explica que el
método de pago establecido era posterior a la compra. "Primero se debía
solicitar a los proveedores los materiales y una vez entregados es que
se podía enviar al Cardiológico un recibo con los costos especificados.
En ese momento cancelaban la deuda. Hoy en día no se puede trabajar con
ese método porque los proveedores solo aceptan pagos inmediatos".
En
diciembre del año pasado le volvieron a pedir ayuda a Prieto: "Con todo
respeto les respondí que podría operar sin recibir a cambio un centavo,
pero eliminando todo el tren ejecutivo del hospital, dado que son los
responsables de este desastre. Me dijeron que hay cargos que no pueden
ser alterados. Al parecer les importa más la política que la salud. He
tenido pacientes que me han dicho que el propio personal del
Cardiológico les recomiendan que busquen otras alternativas antes de
esperar una operación ahí".
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Sin alternativas. Para
el año 2015 el presupuesto total que el Ministerio de Salud le otorgó a
la Fundación Hospital Cardiológico Infantil fue de 281 millones de
bolívares, cifra que difícilmente puede compararse, debido a la
inexistencia de otros centros asistenciales públicos especializados en
el país, pero que supera, por ejemplo, los 154 millones de bolívares que
se le adjudicaron ese mismo año a la Fundación Venezolana de Donaciones
y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células.
Huniades
Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y
Pediatría, afirma que el Cardiológico tiene los recursos necesarios para
atender a los niños con cardiopatías y no se debió abandonar
progresivamente los otros centros con servicios de cirugía
cardiovascular. "Estamos muy preocupados porque no se les está
respondiendo a estos niños que nacen con cardiopatías. Dejar de
prestarles servicio a muchos de ellos significa agravar su condición y
afectar su calidad o su promedio de vida. Mientras más se retrase la
operación, las posibilidades de que el caso se complique son mayores".
El
récord de intervenciones del Cardiológico no llega a cubrir los casos
de emergencia. "Si evaluamos las cifras del Cardiológico nos damos
cuenta de que ni siquiera se están solucionando los casos urgentes. En
el J. M. hacíamos 350 cateterismos al año: 70% eran intervenciones, 30%
para diagnóstico. El Cardiológico hacía 500 cateterismos, pero 70% no
eran para operar. Solo 150 eran intervenciones. Esto ubicó al Hospital
J. M. de los Ríos, hasta hace tres años, como el centro de salud que
hacía más intervenciones por catéter", señala Federico Borges, jefe del
servicio de Cardiología del hospital de Niños.
El
año pasado en el Cardiológico solo se atendieron 767 casos, que
representan apenas 12% de los niños que nacen cada año con cardiopatías.
La lista de espera en el Cardiológico asciende a 3.000 pacientes que no
son conscientes de cuánto tiempo resistirán, agrega el diputado de la
Comisión de Salud de la Asamblea Nacional, José Manuel Olivares.
En
el J. M. de los Ríos las operaciones a corazón abierto dejaron de
llevarse a cabo desde hace un quinquenio. Ahora solo tienen la
posibilidad de hacer cirugías de tórax y vascular periférico. Por
necesidades del hospital, el servicio ha sido reutilizado y prestado a
otros que presentan daños. Las enfermeras y parte del personal fueron
cedidos para atender distintas especialidades. La mayoría de los equipos
fueron trasladados a un galpón en Fuerte Tiuna. Anteriormente, operaban
recién nacidos sin limitarlos por su peso o su complejidad como ocurre
en el Cardiológico.
Las
alternativas se reducen prácticamente a cero. Ascardio, en
Barquisimeto, no es una institución totalmente pública. Así que solo
queda Fundacardín, que funciona en el hospital militar Carlos Arvelo, y
que ha podido atender 50 casos en lo que va de 2016. Jorge Siverio,
presidente de la Sociedad Venezolana de Cirugía Cardiovascular, es el
único cirujano que trabaja allí. Desde hace siete años no operaba niños y
por la falta de personal se vio obligado a atender a quienes lo
necesitaban. "El problema radica en que no somos solamente los
cirujanos. Para que nosotros funcionemos necesitamos anestesiólogos
cardiovasculares, perfusionistas cardiovasculares, terapia
cardiovascular y todo eso es un problema. Tengo mucho interés en operar,
pero ¿quién me da asistencia? En 2011 acá se operaron casi 500 niños y
hemos ido bajando prácticamente a 100 por año", señala Siverio con
preocupación.
Acudir
a una clínica o a un centro de salud privado no es opción para familias
de pocos recursos. Un cateterismo intervencionista cuesta alrededor de
2,5 millones de bolívares y una cirugía ronda los 5 millones de
bolívares. El Cardiológico Infantil fue creado con la intención de
solucionar alrededor de 4.000 casos anuales. En sus diez años, solo ha
atendido 10.000, apenas 1.000 por año. Los grupos de madres y
fundaciones creadas con la función de encontrarles una solución a los
niños cardiópatas todos los días reciben malas noticias cuando el bebé
de alguna de sus integrantes fallece. La espera es una agonía para
evitar que el corazón de sus hijos se detenga.
El Whatsapp de la angustia
Como
una medida de apoyo, más de 60 mamás de niños con cardiopatías de todo
el país forman un grupo de chat llamado Cardiópatas Unidos de Venezuela.
Ahí se mantienen informadas y en constante comunicación sobre la
situación del hospital Cardiológico Infantil y cada uno de los casos que
se resuelven o se dejan de atender.
La
esperanza late cada vez que un niño logra ser intervenido
quirúrgicamente, pero el miedo se vuelve una cadena, porque cada semana
comparten noticias sobre aquellos que perdieron la vida esperando un
cupo para ser operados en el centro de referencia nacional. El grupo es
un proyecto de fundación, pero, por lo pronto, quienes lo integran y lo
administran se abstienen de dar sus nombres y formalizar la
organización, pues temen que el hospital tome represalias y que estas
puedan perjudicar la salud de sus hijos.
Además
de información sobre los casos, también se acopia solidaridad. Entre
las madres reúnen insumos para las que ingresan al Cardiológico. Las
quejas hacia la directiva del hospital son constantes.
El
4 de octubre una de las mamás escribió: "Lo que pasamos no es fácil.
Llevamos a nuestros niños hasta el Cardiológico casi de rodillas para
que nos atiendan y no nos prestan atención. Esto no es política, es la
realidad de nuestros hijos. Necesitan cirugías y no todos tenemos para
ir a un centro de salud privado. Somos madres desesperadas en busca de
ayuda y soluciones".
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