Cinco años de bachillerato y en su
boletín de calificaciones no hay espacios en blanco: 14, 15 y hasta 16
puntos aparecen en las casillas de materias como Física y Química. Tiene
la nota pero no los conocimientos porque esas dos materias nunca las ha
visto por falta de profesor. Adriana R. (nombre en reserva), estudiante
de 16 años de edad en un liceo de Cagua, explica que las notas de esas
materias se promediaron con el resto de sus calificaciones y como tiene
habilidades para las áreas de lenguaje, historia e idiomas le permitió
aprobar las científicas. “Ni siquiera sé si soy buena en las ciencias
porque nunca las vi”, señaló.
Adriana dice que estudió por su
cuenta la tabla periódica de los elementos con ayuda de su papá y sabe
algunas cosas de física porque uno de sus tíos estudió esa carrera en la
universidad y le explicaba lo básico. “Lo que aprendí no lo sé por el
liceo”.
Esta misma historia la repiten, por
lo menos, cuatro estudiantes de diferentes colegios públicos y privados
entrevistados para esta nota. Todos pueden afirmar que pasaron de año
sin haber visto nunca una o más materias. Gabriel D’ Aquino estudia
quinto año en un liceo de Los Chaguaramos. Llegó al último año de
bachillerato sin ver Química y aprobó cuarto año sin cursar nunca
Educación Física. En segundo año vio Inglés a medias, pues el profesor
renunció y la evaluación final fue resolver un crucigrama. “No sé qué
esperar de esas clases. No tuve problemas porque el idioma lo sabía por
mi cuenta”. Lo mismo le pasó con computación: “Nos dieron herramientas
de Office, pero en el salón todos tenemos un manejo de computación mayor
que eso”, dice el joven, que quiere ser programador.
Problema de fondo. Uno
de los aspectos más resaltantes de la propuesta de transformación
curricular que rige a partir de este año fue la agrupación por áreas de
conocimiento de las materias. El plan de estudio plantea ocho áreas de
formación común: ciencias naturales, lengua, educación física, lengua
extranjera, matemática, memoria, territorio y ciudadanía, orientación y
convivencia; todas cursadas por los alumnos en cada sección.
Las otras tres áreas de formación son
las del llamado “Grupo Estable” que contiene acción científica, social y
comunitaria; actividad física, deporte y recreación; y participación en
producción de bienes y servicios. Estas se organizan por el interés y
afinidad de los estudiantes de distintas edades y niveles que trabajan
en un mismo grupo. El tópico de arte y patrimonio forma parte tanto del
área común como del grupo estable, lo que puede ser un problema
metodológico para la evaluación.
Sin embargo, en la práctica el
problema no es unificar las asignaturas, sino encontrar a los profesores
que van a asumir este nuevo esquema, dado que el déficit de docentes es
un punto que desde hace más de diez años vienen alertando los gremios y
la Academia.
En la Unidad Educativa Nacional Juan
Lovera, en Macarao, comenzaron a aplicarse este año escolar las
modificaciones de la reforma curricular. Una profesora especialista en
Biología ahora debe también asumir contenidos de Física, Química y
Ciencias de la Tierra, agrupadas en el área de Ciencias Naturales. Otro
educador del plantel, que prefirió no revelar su nombre, contó que sus
colegas confiesan que al impartir las clases continúan haciendo mayor
énfasis en la rama del conocimiento en la que ellos se formaron. Los
profesores que anteriormente dictaban asignaturas como Dibujo Técnico,
Contabilidad e Informática, ahora fueron asignados para dar clases de
Ciencias Naturales, Matemáticas y Educación Física. “Eso es como avalar
la piratería”, opinó el docente.
En octubre del año pasado William
Brom acudió al liceo. El funcionario, que se identificó como jefe de la
Zona Educativa para Educación Media, les dijo que los profesores de
Educación para el Trabajo debían asumir otras áreas de conocimiento
porque era la necesidad del plantel, señaló el docente. Ante el
desacuerdo de algunos, Brom indicó que la primera palabra en sus títulos
de grado era “profesor”, por lo que no había problema en que ellos
dictaran cualquier contenido.
Antes de la implementación del
currículo ya presentaban un déficit de profesores para atender a una
matrícula de más de 1.200 estudiantes de bachillerato, pero ahora la
carencia es mayor. “Educación Física antes eran 2 horas a la semana;
ahora son 6 horas. Eso hizo que la plantilla de profesores no sea
suficiente para todas las secciones. Un profesor que daba Contabilidad,
ahora va a dar esta materia y aún así hay grupos que van a quedar sin
verla”, explicó.
Añadió que hubo profesores que
renunciaron ante la obligación de asumir una materia que no dominaban.
“Una compañera le preguntó al representante del ministerio por qué no
habían comenzado esa transformación por los pedagógicos y escuelas de
Educación, y qué pasaría con los que se estaban graduando en esas
asignaturas que eliminaron. Él solo respondió que no habían podido
entrar a las universidades”.
Las estadísticas de ingreso a las
escuelas de Educación esbozan las dimensiones del problema. José
Francisco Juárez, decano de la Facultad de Humanidades y Educación de la
Universidad Católica Andrés Bello, explicó que en 1999 esa escuela
tenía una matrícula promedio de 1.700 alumnos, pero para el período
académico 2015-2016 apenas registró 620 estudiantes.
En la Universidad Pedagógica
Experimental Libertador los datos muestran una tendencia parecida. En
las materias científicas como Física y Matemática egresan 2 o 3 docentes
por promoción y la situación es crítica en Inglés, dado que renunciaron
9 docentes y solo se llenaron 4 vacantes.
Concepto avanzado, realidad desfasada. Impartir
contenidos bajo la lógica de las áreas de conocimiento es una tendencia
mundial que reconoce la integralidad del aprendizaje como un recurso
útil que da mejores resultados. Leonardo Carvajal, docente e
investigador, explica que desde el punto de vista técnico-teórico es una
buena modificación, pero la realidad es que el déficit de docentes
ronda 50%, especialmente en las asignaturas científicas e Inglés.
“Es un problema que está cuantificado
desde 1996, cuando el déficit era de 10%. Si era así hace 20 años y
calculamos que efectivamente la matrícula en el nivel medio se ha
incrementado y el crecimiento demográfico también ha sido acumulativo,
es probable que en esas áreas el déficit esté en 50% o incluso peor”,
señala Carvajal al considerar el cálculo que resulta entre el número de
estudiantes, las secciones en las que se agrupan y la cantidad de
horas-profesor que cada grupo requiere. “Sencillamente la cuenta no da,
así pongas a los profesores a dar clase individual o en equipo, la falta
se nota porque la magnitud es muy grande. Ese mismo profesor debe
dedicarle las mismas horas de Biología, Física o Química, así estén
agrupadas”.
El educador recuerda que la
adecuación por áreas de conocimiento no es tan novedosa como parece.
Tiene un antecedente que data de la reforma curricular de 1997 que se
hizo durante el gobierno de Rafael Caldera en el que se cambió el
concepto de asignatura por áreas de estudio en el nivel de primero a
sexto grado.
Micromisión. El
Ministerio de Educación reconoció el déficit y tomó algunas medidas. En
julio de 2014 anunciaron la Micromisión Simón Rodríguez, un programa
para formar docentes ya graduados que quisieran hacer una
especialización, con énfasis en las áreas de Física, Química,
Matemáticas y Ciencias Naturales. En el lanzamiento, el entonces
ministro de Educación, Héctor Rodríguez, dijo que el déficit rondaba
entre 1.100 y 1.500 maestros. La primera cohorte abrió con un curso que
tenía capacidad para 5.000 profesores. Durante el proceso de
inscripción, Rodríguez aseguró que se presentaron 38.000 docentes para
formarse en una segunda mención.
El objetivo de la micromisión es
facilitar los estudios de segundo nivel de los docentes, uno de los
embudos que los licenciados denuncian como un paso difícil de superar
por los costos de los posgrados, los horarios y la dedicación que
requieren. Dos años después de implementar la misión, el déficit
continúa. En una entrevista transmitida la semana pasada en VTV, el
coordinador de la micromisión, Franklin Estévez, aseguró que
próximamente se convocará a la segunda cohorte de profesores. Las
especializaciones se cursan viernes y sábado en 140 centros de formación
en el país, bajo la orientación de 164 tutores y 675 facilitadores.
Estévez precisó que hay 6.300 participantes, apenas 16% de los que se
registraron en 2014, según la cifra que dijo el ministro Rodríguez hace
dos años.
Ideología y fallas metodológicas
La concentración de materias
establece que el área de Ciencias Naturales agrupa las disciplinas de
Física, Química y Biología. En el caso de Memoria, Territorio y
Ciudadanía unifica materias y contenidos que corresponden a asignaturas
como Geografía, Historia y Formación Familiar y Ciudadana, tanto en su
enfoque nacional como en el universal.
Luego de la revisión del documento Adecuación curricular en el nivel de Educación Media General,
la Escuela de Educación de la Universidad Católica Andrés Bello
presentó un análisis detallado sobre las observaciones que detectaron
como problemas metodológicos y teóricos de la propuesta publicada en Gaceta Oficialen diciembre.
Uno de ellos es que no se proponen
ideas precisas sobre el proceso de evaluación de los aprendizajes. “Se
limita a referir la necesidad de un nuevo esquema y tipos de evaluación,
pero no hay un hilo conductor claro que brinde el entramado conceptual y
metodológico necesario para su comprensión, así como su posible
desarrollo”.
Señalan que el área de Ciencias
Naturales agrupa los contenidos de Física, Química y Biología, pero si
bien la relación entre ellas es evidente, “es necesario respetar la
esencia epistemológica de cada ciencia, por lo que deben ser atendidas
por docentes especializados”.
Se reconoce la necesidad de superar
el abordaje parcelado de las asignaturas y, sin embargo, se excluye a la
Matemática (es un área en sí misma) y la separan del área Ciencias
Naturales. Además, señalan que no se especifican los temas y contenidos
que se deben abordar en cada año en esta asignatura.
El documento amplía el análisis hacia
otras consideraciones. “En un mundo globalizado debemos conocernos no
solo a escala nacional, sino regional y mundial. ¿Un currículo como el
planteado permite, por ejemplo, la movilidad de los niños en la región
de América Latina? ¿Puede un adolescente venezolano, por cualquier
circunstancia, salir de Venezuela y obtener homologaciones de su título
de bachiller con sus pares regionales en el área científica? Se corre el
riesgo de crear un cerco educativo para los estudiantes venezolanos”,
destaca. También se detiene en la imprecisión en los criterios de
evaluación, pues la propuesta hace énfasis en la evaluación cualitativa
porque critica la escala numérica, pero no proporciona mayores
orientaciones metodológicas.
El tema ideológico vuelve a aparecer
con el área de Memoria, Territorio y Ciudadanía en el que se integran
las disciplinas de Ciencias Sociales. “Implica un nuevo enfoque de la
Historia, una visión que se aleja del método que caracteriza a esta
ciencia para sustituirla por un abordaje dicotómico
dominación/liberación que permea todos los temas, censurando etapas
enteras de nuestro proceso formativo”. Advierten que el documento expone
como “fervor patriótico” la identificación y compromiso con una
parcialidad política, utiliza como referentes éticos los discursos del
fallecido presidente Hugo Chávez que se convierten en líneas
orientadoras del área
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