Sofía Ímber falleció el 20 de febrero.
Ese mismo día, pero en 1974, fue inaugurado el Museo de Arte
Contemporáneo de Caracas que desde 1990 llevó su nombre. En años
recientes se quejaba de su cuerpo. Ya no respondía a la inmensa lucidez
de su mente, que la acompañó hasta el último día de sus 92 años.
Fue un referente internacional. De la
nada, pieza sobre pieza y con un tesón que muchos envidiaron, armó lo
que hoy se considera su legado: la que fue por muchos años la pinacoteca
más importante de América Latina y una de las más prestigiosas del
mundo. “Denme un garaje y yo hago un museo”, dijo alguna vez.
La pequeña mujer, nacida en 1924 en
lo que hoy es Moldavia, reivindicó el papel femenino en el arte, la
cultura y el periodismo. Tomó la creación venezolana y la condujo con
éxito a la modernidad. Fue reconocida con la Orden de Boyacá en
Colombia, la Medalla Picasso de la Unesco y el Premio Nacional de
Periodismo. Mañana le iban a entregar el doctorado honoris causa en la
USB.
“Lo que ella hizo desde las artes
plásticas fue muy importante. Acercó la creación moderna a un público
inmenso. Su museo es una obra fundamental”, señala el maestro Jacobo
Borges.
De la dirección del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, Ímber fue removida en 2001, durante la transmisión de un Aló, Presidente.
25 años de labor de coleccionista incansable, en los que enriqueció el
patrimonio artístico del país, terminaron abruptamente. A su salida, la
colección de la institución superaba las 4.500 piezas. Y el crecimiento
no había sido solo en obras: su superficie había pasado de 600
metroscuadrados a más de 20.000 metros cuadrados.
“Yo simplemente fundé el museo,
trabajé por él, junto con mi equipo lo convertí en una joya de la
corona. Un día me echaron de su dirección sin darme siquiera las
gracias, hice mi maletica, me despedí y me vine para mi casa. Punto. Ya
está. Que hablen del caso la historia y la posteridad”, relata en el
libro La señora Ímber, genio y figura, escrito por Diego Arroyo Gil.
María Luz Cárdenas trabajó más de 20
años junto con Ímber en el museo. “Fue muy importante la manera como
abordó el trabajo y su relación con las instituciones. Siempre nos hizo
sentir que trabajar no era un compromiso burocrático, sino una forma de
vida. Además, deja un legado de generosidad hacia los artistas”,
expresa.
En ello coincide el escultor
Francisco Bugallo: “Difícilmente podrán borrar su herencia. Parte de lo
que soy como artista se lo debo a Sofía”.
En las paredes del MAC, diseñado por Nicolás Sidorkovs, debajo de la Torre Este de Parque Central, se exhibió completa la Suite Vollard de
Picasso. Las salas albergaron más de 600 exposiciones de artistas como
el inglés Henry Moore y el colombiano Fernando Botero, quien fue uno de
los que rechazó la remoción de Ímber del museo. “Es el equivalente a
sacarte de tu propia casa, siendo como es una creación tuya de la cual
todo el pueblo de Venezuela debe sentirse orgulloso”, escribió el
artista.
Sofía, la periodista. Al casarse con Guillermo Meneses, Ímber llegó por primera vez a una sala de redacción. En El Nacional publicó
la columna “Yo, la intransigente”, que luego recopiló en un libro
publicado en 1971. Y junto con Carlos Rangel, su segundo esposo,
condujo Buenos díasen Venevisión, que comenzó a transmitirse el 22 de febrero de 1968.
“Toda la apertura que tuvo como
periodista, la controversia, fue fundamental en un momento en el que los
venezolanos buscábamos nuestro destino; en el que queríamos una nueva
cultura, una nueva socieda. Ella fue una pieza clave”, recuerda el
maestro Borges.
Mara Comerlati la conoció a través de
su esposo, Pedro León Zapata. Asegura que Ímber marcó una época para el
periodismo: “Era incisiva, muy frontal. Fue una gran profesional en
todos los ámbitos. Además, era una amiga muy solidaria. Tuvo pérdidas
muy terribles que sobrellevó con enorme fortaleza. Uno la veía tan
fuerte que parecía eterna”.
Indagar, investigar era lo que más la
movía, recuerda el galerista Nicomedes Febres: “Fue una mujer muy
informada. Y lo que mejor manejaba era el poder, era una persona
absolutamente seductora y podía estar como pez en el agua en un mundo
machista. No he conocido a nadie que se maneje con más habilidad que
ella”.
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