Profunda conmoción en la Organización de
Estados Americanos generaron las intervenciones de José Pernalete y
Elvira Llovera, padres de Juan Pablo Pernalete, e Iván Urbina, padre de
Fabián Urbina, jóvenes asesinados durante las protestas contra el
gobierno de Nicolás Maduro.
Juan Pablo Pernalete, de 20 años de
edad, fue asesinado el 26 de abril, víctima de una bomba lacrimógena que
le impactó en el pecho. Se presume que un funcionario de la Guardia
Nacional Bolivariana la disparó a 20 metros en ángulo recto. De acuerdo
con la autopsia murió por una contusión hemorrágica y traumatismos en el
tórax.
“El único pecado de mi hijo, y de
todos los que fueron asesinados, fue pensar diferente y querer un país
de oportunidades”, señaló Elvira Llovera.
Dijo que muchas madres venezolanas
lloraban cada día a sus hijos fallecidos: “Nos quitaron todo solo porque
pensamos diferente. Nosotros estamos muertos en vida, solo nos mueve
buscar justicia por Juan Pablo”.
Indicó que si buscaban los
antecedentes de los asesinados en las protestas iban a encontrarse con
atletas, paramédicos, futbolistas, comunicadores sociales, gente de bien
que quería construir un mejor país. “Por eso estamos aquí, porque en
Venezuela no vamos a tener justicia. Fue una política de Estado asesinar
para que no siguieran manifestando y luego encubrir esos asesinatos a
través de sus voceros y desperdiciarlos”, añadió. Señaló que los
funcionarios culpables no estaban por encima de las leyes.
José Pernalete explicó que a 6 meses y
20 días de su asesinato aún no se ha identificado al guardia que lo
mató. “Por la vía de las leyes hemos agotado todo. Encubrir a los que
asesinan y violan los derechos humanos en Venezuela es una política de
Estado”, aseguró.
En su intervención presentaron videos
e imágenes con las que denunciaron encubrimiento y obstrucción de la
investigación por parte del gobierno de Venezuela.
Advirtieron que resultaron afectados
psíquica y moralmente: “Mi esposa tiene ataques de temor y yo perdí mi
trabajo. Lloramos todos los días”.
Iván Urbina afirmó que a su hijo
Fabián, asesinado el 19 de junio, le inquietaba la injusticia. “Solo
tenía 17 años de edad. Lo mataron por pensar diferente, por no comulgar
con la línea de pensamiento del gobierno de Nicolás Maduro”, recalcó.
Señaló que la represión durante las
manifestaciones fue desmedida y que el día que asesinaron a su hijo los
funcionarios de la GNB dispararon sin piedad contra las personas que
estaban al frente de la marcha.
Pidió ayuda a la OEA para que los responsables de todos los homicidios en las protestas rindan cuentas ante la justicia.
Reveló que su familia continúa
afectada: “Esa bala asesina no solo le arrebató la vida a mi hijo, sino
que nos partió el alma a mí, a su hermana y a su madre”.
Otros testimonios. Kerling
Sánchez, esposa del teniente coronel Ruperto Sánchez, y Federica Dávila
y George Simon, de la Cruz Verde, también participaron en la primera
sesión pública de la tercera ronda de sesiones para analizar si la
situación venezolana merece ser remitida a la Corte Penal Internacional.
Sánchez relató que el juicio de su
esposo, sentenciado a siete años y tres meses por instigación a la
rebelión y preso en La Pica, fue amañado. “No se le permitió defenderse y
los cuatro patriotas cooperantes que lo inculparon cayeron en graves
contradicciones”, explicó.
Aseguró que la sentencia estaba lista
y que simpatizantes del gobierno declararon abiertamente antes de la
sentencia que eran golpistas y que estaban financiados por Estados
Unidos: “El golpe de Estado, eso de la Operación Jericó, solo existió en
la cabeza de las autoridades”.
Reiteró que alzaría la voz para
denunciar lo que pasa con su esposo. “Hemos vivido momentos terribles.
Las requisas han sido particularmente duras. Esa vejación nos afecta.
Tratamos de no hablar mucho porque pensamos que al régimen siempre se le
puede ocurrir algo peor”, subrayó.
Los representantes de la Cruz Verde
explicaron que son un grupo de extensión formado por estudiantes de
Medicina, médicos y colaboradores de carreras afines a la salud. Prestan
auxilios médicos a personas en situación de necesidad, producto de
conmoción social y desastres naturales.
Señalaron que en las protestas
atendieron a asfixiados por gas lacrimógeno, lo más común, pero que hubo
muchos heridos por traumatismos de tórax, en el abdomen, en el cráneo y
en brazos y piernas, que con el paso del tiempo fueron más graves.
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