Foto: Archivo
El violento aumento salarial que multiplicará por 35 los ingresos de
los venezolanos se traduce en 9 dólares más a los percibidos hasta ahora
y son igualmente insuficientes para enfrentar la megadevaluación de la
moneda así como el alza de precios e impuestos decretados por el
Ejecutivo.
Cuando el jefe de Estado, Nicolás Maduro,
anunció el pasado viernes que desde el 1 de septiembre el sueldo
aumentará a 1.800 bolívares soberanos ese monto equivalía a 723 dólares
al menos según la tasa oficial Dicom, a la que prácticamente ningún ciudadano tiene acceso.
Pero esta semana la moneda nacional se devaluó 95,8 % en el mercado
oficial, por lo que un dólar pasó de costar 2,49 bolívares soberanos a
60, un aumento del 2.311 %.
Con el salario anterior, en teoría,
un venezolano devengaba mensualmente 52 bolívares soberanos o 21
dólares estadounidenses y ahora percibirá 30 dólares, lo que sigue
dejando a los trabajadores del país petrolero en la miseria.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) mide
la pobreza extrema por un ingreso diario inferior a 1,25 dólares, una
condición en la que ya se encontraban los venezolanos y que ha sido
ratificada por el Gobierno de Maduro en medio de su plan de
"recuperación económica y prosperidad".
Aunque la relación
entre las tasas del mercado oficial de dólares y el paralelo ilegal es
ahora más cercana, el precio en el primero sigue estando por debajo en
el renovado sistema de subastas de divisas que comenzó a operar ayer y
en el que el signo local ya se depreció 0,4 % frente a la moneda
estadounidense.
Los 30 dólares mensuales, que todavía no han
llegado a los bolsillos de los venezolanos, serán insuficientes para
cubrir los nuevos precios de productos y servicios que también
experimentaron aumentos decretados por el Ejecutivo.
El
Gobierno publicó ayer la lista de 25 alimentos cuyos costos de venta al
público fueron subidos hasta en 40.000 % y que entraron en vigencia de
inmediato, a diferencia del aumento salarial.
Productos
generalmente escasos en los supermercados del país -donde se consiguen
mayormente a través de revendedores- como la harina de maíz, el aceite,
el azúcar, el arroz y la pasta, serán ahora vigilados por miles de
funcionarios que, por orden de Maduro, encarcelarán a quienes incurran
en especulación.
Y en efecto, este miércoles ya fueron
detenidos cuatro gerentes de establecimientos acusados de supuestamente
subir indiscriminadamente los precios de los productos.
Además,
los ciudadanos vivieron esta semana un aumento de facto en el precio de
la gasolina que empezó a costar de cinco a diez veces más en los puntos
de venta debido a una reconversión que desde el lunes le quitó cinco
ceros a la moneda y por la que salieron de circulación billetes de baja
denominación con los que se pagaba el combustible.
El Ejecutivo
incrementó cuatro puntos porcentuales un impuesto general sobre el
consumo, lo que ha sido visto por los detractores de Maduro como una
carga fiscal que el Gobierno impone a los ciudadanos para "pagar" la
crisis.
Si bien el jefe de Estado ha prometido ir a un déficit
fiscal cero ya comenzó a depositar bonificaciones a millones de personas
a través de un censo gubernamental lo que, según economistas,
estimulará inflación cuyo pronóstico de cierre para finales de año es de
1.000.000 % según el Fondo Monetario Internacional.
Todo este panorama hace imposible que los venezolanos mejoren su poder
adquisitivo, al menos en el corto plazo, y, en cambio, los retiene en
una situación de miseria que, según augurios de empresarios, economistas
y opositores, empeorará conforme pasen las semanas. |
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