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Jesus M. Gambús | redacción2001@bloquedearmas.com
Aunque el Día Internacional de la Juventud instituído por las Naciones Unidas es letra activa desde hace nueve años por mandato de su resolución 54/120, la tarjeta de invitación enviada a Venezuela parece haberse extraviado entre Nueva York y Caracas.
Lejos del espíritu festivo y esperanzador que marca la fecha al
menos, en el papel, la juventud venezolana atraviesa uno de sus trances
más dramáticos.
Al momento en que la celebración se enciende en el mundo, un número
cuantioso y no preciso de jóvenes abandona al país por todo medio
posible, en busca de futuro.
En la salida o huida, según sea el caso, Venezuela se queda sin su
recurso humano más preciado, y a manos de una generación mayor que
esperaba entregar el testigo a su relevo, como la ley de la vida
sugiere. Y es que las fronteras nacionales son hoy un verdadero encierro
para los sueños y los planes de vida de miles de ellos.
Las posibilidades de trabajo digno, seguridad social, atención
sanitaria, adquisición de vivienda se han venido estrechando, mientras
otros países, aún con su incertidumbre se aprecian como la tierra
prometida.
Otro propulsor de la salida y desilusión de los jóvenes reside en la
feroz represión de mediados de 2017 que siguió a las manifestaciones en
contra del gobierno de Nicolás Maduro.
Muchos de ellos perdieron la vida, otros sufrieron heridas,
persecución y torturas, como suscriben las carpetas elevadas a
consideración de los Defensores de los Derechos Humanos.
Recomendaciones
El 17 de diciembre de 1999, la Asamblea General, el Consejo de Seguridad y el Consejo Económico y Social aprobó la recomendación de la Conferencia mundial de los ministros de la juventud.
Vale la aclaratoria
Para evitar malos entendidos con respecto al concepto de juventud, la ONU especifica que el término comprende a las personas con edades comprendidas entre 18 y 29 años.
La atención internacional a este grupo que, por razones del boom
demográfico es hoy es el más numeroso de la historia (1800 millones,
según la ONU), obedece al papel que tienen por delante en el cambio
social, el desarrollo económico y la innovación tecnológica, además de
retos no menos importante como el trabajo por la paz global y el fin de
los conflictos.
Pero esas tareas que demanda el futuro requieren la mano de las
organizaciones mundiales que reconocen la vulnerabilidad de los jóvenes
ante los cambios sociales, los extremismos, el narcotráfico, entre otros
factores.
La visión oficial
La respuesta a las demandas de inserción juvenil al sistema económico
y productivo tienen un sello particular por parte del Gobierno
nacional: El 14 de junio de 2017 comenzó a operar el programa Chamba Juvenil.
Según el Ejecutivo, la iniciativa del presidente Nicolás Maduro,
consecuencia de las tendencias mostradas en los afiliados a l carnet de
la patria, ha incorporado alrededor de un millón de jóvenes.
La bandera oficial no deja de observarse como una manipulación a los jóvenes a través del carnet de la patria.
El reciente llamado a los portadores del documento a formar filas en
el sistema de salud del país, fue un paso que no ha caido bien en los
gremios adversos al Socialismo del Siglo XXI, de amplia formación profesional que se sienten amenazados por los adoctrinados..
Pocas consideraciones quedan hacia el otro aspecto de la misión, que
permite a los tenedores del carnet de la patria elevar propuestas a la
banca pública, para acceder a un crédito.
Las cifras oficiales más recientes aseguraban que 250 mil jóvenes
habían sido beneficiados con el empleo en instancias públicas y
privadas, al tiempo que muchos se han integrado a los planes de
formación de promotores en las áreas social, salud, educación, turismo,
recreación, tecnología, ambientación. |
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