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miércoles, 26 de septiembre de 2018
El miedo y la incertidumbre viajan con los venezolanos hacia el sur de Brasil (fotos)
El miedo y la incertidumbre viajaron junto con la ilusión y la
esperanza en un avión que llevó desde el norte hacia el sur de Brasil a
230 venezolanos, que ahora tratarán de rehacer sus vidas y dejar atrás
la crisis de su país.
El Boeing C767, de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB), del escuadrón
Corsario, partió hacia Porto Alegre desde Boa Vista, la capital del
fronterizo estado de Roraima, con hombres, mujeres y niños que en los
últimos meses estuvieron en albergues que acogen a los venezolanos que
llegan al país.
“¿Hace mucho frío en Porto Alegre?”, preguntaban con preocupación
algunos venezolanos, muchos de zonas bien tropicales y bañadas por el
Caribe y con playas de ensueño, como La Guaira, Chichiriviche o Cumaná, o
la isla Margarita, una meca turística venida a menos tras años de
crisis económica, social y política en Venezuela.
Otros, del estado andino de Mérida, casi celebraban que en Porto
Alegre el clima no fuera tan caluroso, pero todos coincidían en la
sensación de “miedo” que causa iniciar una nueva vida y la ilusión de
dejar atrás años de penurias y crisis en una Venezuela que, según dicen
todos, “se cae a pedazos”.
Cada uno carga con su historia, como Alexis Liendo, de 21 años, que
salió de su Maracay natal hace casi nueve meses y, tras dormir durante
semanas en las calles del municipio fronterizo de Pacaraima, logró
llegar a Boa Vista y ahora intentará suerte en Porto Alegre.
Alexis tiene solo un hermano de 18 años del que poco sabe, pues hace meses que se marchó a Colombia.
Su madre, soltera, quedó sola en Maracay y pudo hablar con ella antes
de despegar con un teléfono que le prestó una funcionaria del Alto
Comisario de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur).
“Tengo miedo de no verla nunca más, pero en Venezuela la vida no me
dio otra opción que irme”, dijo a Efe sollozando cuando cortó la
comunicación, aunque se repuso de inmediato y aseguró que “aunque no
tenga a nadie ahora”, en Brasil está convencido de que “hay futuro”.
Entre aquellos que intentarán rehacer su vida en la ciudad de Canoas,
vecina a Porto Alegre, está el abogado Leonardo Yegres, quien llegó a
Roraima desde Cumaná, en el oriente venezolano, junto con su esposa
Adriana y la única hija de ambos, de once años.
Con ellos llegó también “Princesa”, una perra caniche de seis años,
que está con la familia desde cachorra y los acompañó en el viaje hasta
el norte de Brasil.
Yegres dijo a Efe que, al llegar a Boa Vista, alegando cuestiones
sanitarias, las autoridades le impidieron tener a “Princesa” en el
abrigo en que fue acogida la familia.
“Dormí unos días en la calle con la perra, pero luego una señora
aceptó tenerla en su casa”, contó el abogado, quien dijo que en los
últimos días, por “Princesa”, casi renuncia a viajar a Porto Alegre.
“Tuve que luchar contra viento y marea. Hablé con gente de las
Fuerzas Armadas, de organismos humanitarios y con quien pude, pero me
decían que no la podría llevar en el avión”, declaró.
Sin embargo, apenas un día antes del embarque, Yegres conoció al
ministro de Desarrollo Social, Alberto Beltrame, que visitó algunos
abrigos de venezolanos en Boa Vista y resolvió el asunto en el mismo
momento.
“Habló con los militares, autorizó el viaje de ‘Princesa’ y aquí
estamos, listos para una nueva vida”, dijo Yegres junto a su familia y
su perra cuando el avión llegaba a Porto Alegre.
En el circuito de sonido interno del avión, sonaba una canción del
brasileño Roberto Carlos, cuya letra parecía una triste paradoja del
momento: “Sólo quiero que tú me calientes en este invierno, y que todo
lo demás se vaya al infierno”.
Eduardo Davis/EFE
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