Foto: Archivo
| EFE
América Latina ardió en 2018: Venezuela y una hiperinflación desbordada; Nicaragua con cientos de muertos en protestas opositoras; casos de corrupción, como el de Odebrecht que lejos de ceder mostró más tentáculos; y un tipo de migración inédita de Centroamérica a EE.UU., que amenaza con repelerla por la fuerza.
Casos
en los que "el hilo conductor es un problema de debilidad del Estado de
Derecho" en la región, como explicó a Efe el exvicepresidente
costarricense Kevin Casas Zamora, director de Analítica Consultores e investigador de Diálogo Interamericano.
Por un lado, Venezuela vio
crecer la ruptura social que se registra desde que el chavismo logró el
poder hace 20 años y que en 2018 se agravó por una situación económica
que la sociedad ya no soporta.
Desabastecimiento de
comida y medicinas que el Gobierno achaca a una "guerra económica" y una
hiperinflación que, según el FMI, será este año de 2.500.000 %, unido
al irremediable enfrentamiento entre oficialismo y oposición, aumentado
tras la cuestionada reelección presidencial de Nicolás Maduro en mayo
pasado.
Un explosivo cóctel que ha llevado - según la ONU - a unos 2,3 millones de venezolanos a abandonar el país, de los que cerca de 1 millón están en Colombia
(con campamentos improvisados en Bogotá) y cientos de miles más en
Brasil (ataques xenófobos de por medio), Perú (intentos legales por
limitar su entrada), Ecuador y Chile.
"La epifanía de la dictadura en Venezuela y Nicaragua
ha venido a estallarles en las manos a las sociedades
latinoamericanas", aseguró a Efe el internacionalista Enrique Serrano,
catedrático de la Universidad del Rosario de Bogotá.
Esto
en referencia a lo vivido en Nicaragua desde abril pasado, cuando
protestas contra unas fallidas reformas económicas convertidas en
pedidos para que Daniel Ortega deje el poder después de once años fueron
respondidas con mano dura.
El balance: entre 325 y
545 muertos según organizaciones humanitarias o 199, según el Gobierno,
que dice que frustró un intento de "golpe de Estado". Además, 610
"presos políticos" o 273 reos "terroristas", dependiendo de la fuente.
Dos crisis ante las que no "hay ninguna salida obvia. Una de las cosas que han quedado claras en el último año, sobre todo en Venezuela,
es la tremenda impotencia de la comunidad internacional para cambiar el
rumbo autodestructivo de estos países que se vuelve regional", agregó Casas Zamora.
Además,
ante la denunciada persecución a los opositores, muchos han huido de
Nicaragua, especialmente hacia Costa Rica, con una "alta posibilidad de
que en el futuro cercano se desate una crisis migratoria", comentó a Efe
Marcelo Pisani, director regional de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para Centroamérica, Norteamérica y el Caribe.
Crisis
migratoria que ya vive un capítulo explosivo desde que el 19 de octubre
unas 9.000 personas empezaron a salir en caravanas desde Honduras, El Salvador y Guatemala hacia EE.UU., tras cruzar fronteras comunes y México.
Después de intentos por detenerlas e incluso amenazas del Gobierno de Donald Trump
de utilizar "fuerza letal", lo que incluyó movilizar a 5.900 militares,
al menos 7.000 centroamericanos están en México, el 90 % en Tijuana a la espera de entrar a EE.UU.
"El
fenómeno migratorio no se va a detener con medidas de fuerza, sino
abordando las razones que lo originan", agregó Pisani, para quien "no es
un problema sino un proceso que se debe administrar adecuadamente" y
debe verse "como una oportunidad inclusive para los países de acogida",
por el aporte económico y social que puede generar.
A
todo esto se suman los problemas de corrupción como el caso de la
constructora brasileña Odebrecht, que reconoció en 2016 haber dado 788
millones de dólares en sobornos en doce países.
El
escándalo siguió cubriendo con su sombra a parte de la clase dirigente,
como el fiscal general de Colombia, Néstor Humberto Martínez, señalado
en medio de un oscuro episodio ligado a ese caso, y la líder opositora
peruana Keiko Fujimori, que afronta en prisión preventiva desde
noviembre una investigación en su contra.
Algo que,
igual, debe verse en perspectiva ya que, según Casas Zamora, "la región
ha creado instituciones, normas, estándares que hacen más fácil
descubrir la corrupción y exigir cuentas".
Por todo
esto, en un año claramente difícil para Latinoamérica, Serrano sentenció
que "las crisis no van a desaparecer pero se pueden minimizar" y que
"el único remedio de corto o mediano plazo es un fortalecimiento de la
unidad regional", algo que se antoja difícil tras "el fracaso de
alianzas ideológicas tipo Unasur y Alba". |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.