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miércoles, 13 de mayo de 2020

ALnavío: Por qué el régimen de Maduro quiere liquidar a uno de los delincuentes más peligrosos





Wilexis se le rebela a Maduro y Maduro lo quiere liquidar / Foto: ALN


Muchos de los niños de la calle que hace 20 años Hugo Chávez prometió rescatar han terminado asesinados o como miembros y jefes de bandas armadas que controlan barrios o recintos penitenciarios. Son el hombre nuevo de la revolución chavista. Producto de sus políticas y nuevas condiciones sociales. Ahora son los pranes que desafían o apoyan a Nicolás Maduro. Otra de las promesas de Chávez que ha acabado en pesadilla.
Por Pedro Benítez | alnavio.com



En mayo de 2016, José Antonio Tovar Colina, alías “El Picure”, fue abatido por los órganos de seguridad del Estado venezolano. En ese momento tenía 27 años de edad y como jefe de una de las bandas delictivas más peligrosas de Venezuela, desde 2008 venía operando con bastante impunidad en dos estados gobernados por el chavismo, Aragua y Guárico, en el centro del país.
En 1998 era un niño de solo 9 años. Por lo tanto creció y se hizo adulto en la Venezuela de Hugo Chávez. El mismo presidente que la noche en que fue elegido prometió que se cambiaría el nombre si no ponía fin al triste drama de los “niños de la calle”; esa infancia en pobreza extrema que pululaba por las calles de la Caracas así como en otras ciudades latinoamericanas.

Chávez señaló un drama social que testimoniaba el fracaso de los gobiernos que le precedieron. Prometió que su revolución pacífica resolvería ese y otros graves problemas que heredaba.
Dos décadas después, con 11 años de por medio del mayor boom de ingresos petrolero de la historia del país, ese es un problema (como muchos otros) que la revolución chavista no solo no resolvió sino que además agravó a extremos casi impensables en su momento.
Porque muchos de esos niños que Chávez prometió sacar de la situación de calle, no solo nunca la abandonaron, sino que crecieron, se armaron (muchas veces con la complicidad del mismo régimen chavista) para transformarse en peligrosos jefes de bandas que han pasado a controlar muchos barrios e incluso cárceles del país. Ahora se les denomina en la jerga suburbana como pranes.
La lista es ya larga. Cada cierto tiempo alguno salta a la fama. Han llegado a operar en territorios “liberados” desde donde realizan negocios ilícitos de todo tipo que por supuesto incluyen el tráfico de drogas y los secuestros.
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