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miércoles, 22 de julio de 2020

Historias de la diáspora: Sobrevivir al coronavirus fuera de Venezuela


El venezolano Carlos, de 9 años, mira por la ventana la casa de la familia Hernández en el barrio de Villa María del Triunfo, al sur de Lima, el 25 de junio de 2020. – Los 14 miembros de la familia Hernández llegaron a Perú desde Venezuela hace dos años. pero el coronavirus ha puesto a prueba sus esperanzas de una vida mejor: el abuelo murió y los otros 13 están tratando de sobrevivir a la enfermedad. (Foto por ERNESTO BENAVIDES / AFP)

 

 

Solos o con familia; con síntomas leves o fuertes; con trabajo fijo o desempleados; los venezolanos migrantes alrededor del mundo han pasado un episodio fuerte en sus vidas: pandemia por coronavirus lejos de casa. El miedo, el esfuerzo y el triunfo ante la enfermedad lo viven con ayuda de extraños.

Publicado originalmente por Jennifer Orozco en La Prensa de Lara


Así lo cuenta la barquisimetana Ruthjair Delgado, quien ha ido mejorando su salud poco a poco, pero ahora le toca esperar que los 20 miembros de su familia que tienen covid-19 se recuperen. Ella vio fallecer a su suegro y fue testigo de cómo su esposo e hijo mayor fueron ingresados a una Unidad de Cuidados Intensivos en Lima, Perú y salieron sanos de allí.

A Perú fuimos llegando poco a poco hasta ser 22 miembros de una familia, viviendo 14 en una casa de 2 pisos y otros 8 en otras viviendas. Teníamos 2 años trabajando y estudiando aquí en Lima, cuando en febrero llegó la pandemia. Comenzamos a enfermarnos uno por uno, poco a poco, pues en medio del virus seguíamos trabajando“, dice Delgado.

El que más se vio afectado fue mi suegro, Wilmer Arcadio Hernández, de 63 años. Cuando vimos lo fuerte que podía ser la enfermedad y que habíamos gastado los ahorros mientras estábamos sin trabajo, comenzamos a pedir ayuda en la embajada de Venezuela en Perú, pero no hubo respuesta. Luego fuimos al gobierno de Perú directamente y tampoco fue posible. La ayuda recibida fue de la embajada de Guaidó, quienes nos prestaron el apoyo para los exámenes, bombonas de oxígeno y bolsas de comida“, revela la larense entre lágrimas.

Wilmer Arcadio Hernández falleció el 22 de junio, mientras que 19 personas se mantenían en cuarentena con síntomas en la misma casa. Con el pasar de los días, Ruthjair se sintió mejor y comenzó a buscar otro tipos de ayuda para quienes empeoraban en casa, como su esposo Wilmer Ramón, por quien tuvo que pagar 440 dólares por un tanque de oxígeno.

Fue con donaciones de amigos que encontramos esos dólares. Otros venezolanos y peruanos nos transferían dinero y a quienes les debemos la vida de mi esposo, pues con esas ayudas que recibimos hemos pagado algunos medicamentos y comida, ya que no hemos podido volver a nuestros puestos de trabajo. Mi esposo y yo le echamos muchas ganas, él trabajaba como músico y también trabajaba como taxista. Yo hacía todo tipo de comida venezolana, teníamos reunido un dinero para comprar un carro de segunda y así entregar el carro que teníamos alquilado, pero poco a poco nos tocó ir vendiendo los dólares y luego todos los planes se vinieron abajo“, detalla la mujer.

Todavía ellos solicitan ayuda a través de redes sociales. Reciben a diario aportes de sus vecinos, pues aún deben en una clínica la cantidad de 2 mil 500 soles (720 dólares, aproximadamente).

También en Perú, pero en la provincia pesquera de Chimbote está Norvis Heredia junto a su mamá, esposo, hijos y nietos. Todos resultaron contagiados por coronavirus. Presentaron síntomas fuertes, pero la que más sufrió fue la mayor del grupo familiar.

Todos los miembros de la familia tuvimos dolor de garganta, de cabeza y fiebre, pero a mi mamá sí le dieron todos los síntomas durante una semana. Hasta malestar en las articulaciones y náuseas tuvo. Casi no podía caminar y por eso un médico llegó hasta donde ella vive y por todos los síntomas la diagnosticó con covid-19, porque en realidad no le hicieron una prueba. El doctor le mandó su tratamiento. Mi mamá al tercer día de tomarse los medicamentos, tuvo una mejoría“, recuerda.

Norvis agradece al sistema de salud de Chimbote, pues la entrega de los médicos los hace ir de casa en casa para atender los casos sospechosos de COVID-19 y diagnosticarlos.

La madre de Norvis, de 67 años se curó. “No la dejamos salir más, tomamos todas las precauciones, yo no puedo verla porque trabajo en una fábrica donde preparan conservas de pescado. Convivo con 150 personas aproximadamente, las cuales todas tuvimos síntomas, así que yo sólo veo a mi mamá a través de una ventana, para evitar que vuelva a contagiarse“, asegura.

Lee la historia completa en La Prensa de Lara

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