AFP
La nueva ronda de negociaciones
comenzó ayer en Santo Domingo entre dudas, escepticismo y pocas
esperanzas, lo que tratándose de Venezuela es un denominador común. La
oposición persigue objetivos parecidos a los buscados sin éxito en 2016,
cuando ni siquiera el Vaticano pudo lograr el milagro de un acuerdo. La
revolución se encargó de incumplir lo que sí fue acordado.
Ahora, por cuarta vez en el último tiempo, "venimos a construir la
ruta del futuro, con elecciones libres, alimentos y medicinas", apostó
ante la prensa Julio Borges, presidente del Parlamento y jefe del bloque
opositor.
En un discurso vibrante, en el que describió con acierto cuál es
la realidad de su país, cada día peor aunque parezca imposible que
mañana supere las desgracias de hoy, la Mesa de la Unidad Democrática
(MUD) dejó su tarjeta de presentación con los "logros" chavistas: cuatro
años de recesión, 300.000 enfermos graves y 77.000 seropositivos sin
medicinas, 29 salarios mínimos para sostener mínimamente a una familia y
2 millones de emigrantes a la fuerza "que nos acercan a que Naciones
Unidas tenga que crear campos de refugiados de venezolanos en países
vecinos".
En resumen, "la depresión más brutal de una economía en la historia del hemisferio occidental", según Borges.
El escenario elegido, lleno de banderas, aparentaba las grandes
ocasiones. En un lado, la delegación opositora. Enfrente, los enviados
de Nicolás Maduro. En la cabecera de la negociación los auspiciantes: el
presidente dominicano, Danilo Medina; su canciller, Miguel Vargas, y el
ex presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero.
Cerrando el rectángulo, los cancilleres de Chile y México, por la
oposición, y de Nicaragua, Bolivia y San Vicente y las Granadinas, por
el chavismo.
Frente a las formas, las circunstancias de cada uno. La oposición
llega a Santo Domingo con las ideas claras pero fracturada en mil
pedazos y bajo la crítica severa de sus sectores radicales, que no han
dudado en desacreditar uno a uno al equipo de prestigiosos asesores de
la sociedad civil que acompaña al grupo de diputados. Incluso con más
saña que los propios revolucionarios, que como es conocido no se andan
con anestesias.
Peleas y purgas
El gobierno, por su lado, muestra su musculatura a punto, tras
superar las protestas antigubernamentales y los polémicos procesos
electorales, pero necesitado de créditos internacionales y en medio de
peleas y purgas intestinas.
El llamado "Messi del petróleo", el ex ministro y ex presidente de
Petróleos de Venezuela, Eulogio del Pino, y el "valiente soldado
revolucionario" Nelson Martínez, con los mismos cargos, fueron detenidos
esta semana pese a que las denuncias por corrupción realizadas por el
Parlamento tienen más de un año.
Los temas claves a tratar son la celebración de elecciones
presidenciales, previstas para 2018, libres y transparentes, la urgente
puesta en marcha de un canal humanitario de medicinas y alimentos, la
liberación de los presos políticos y la reinstitucionalización del
Parlamento.
"Venimos con mucha fuerza a escuchar a la oposición, pero también
exigimos que cesen las sanciones económicas contra Venezuela", aseveró
Jorge Rodríguez, uno de los políticos más hábiles, y maquiavélicos, de
la revolución.
Los bolivarianos también pretenden conseguir el reconocimiento de
su Asamblea Constituyente, que acaba de aprobar los presupuestos del año
que viene incumpliendo una vez más la Constitución.
"Conocemos la naturaleza del régimen; no confiamos en ellos",
repitió Borges. Pero aunque no lo dijera, no les quedaba otra solución
que acudir a una negociación llena de trampas, cuyo fracaso el año
pasado comenzó a resquebrajar a la oposición.
Las presiones de Estados Unidos, la Unión Europea y buena parte de
los países del Grupo de Lima obligaban a la Unidad a volver a
intentarlo, para lo que cuenta con el apoyo de todo su bloque
parlamentario, con la excepción de los tres diputados de María Corina
Machado y Antonio Ledezma, el ex alcalde de Caracas exiliado en España.
Sin techo
En las últimas horas, el dólar negro quebró la barrera de los 100.000 bolívares, luego de varios días de permanente ascenso.
Canasta básica
Según cálculos del instituto Cendas, el valor de la canasta básica
alimentaria mensual podría llegar a 6 millones de bolívares a fin de
año, lo que equivaldría a 13 salarios mínimos
Sueldo
El salario mínimo, que percibe más del 40% de la población, es de
unos 455.000 bolívares (4,4 dólares en el mercado negro), tras el último
aumento ordenado por Maduro
Precios
El incremento del valor de las monedas extranjeras se refleja en
los precios de bienes y servicios importados, debido a que los
comerciantes ya no reciben divisas preferenciales
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