Foto: Cesar Suárez
Carlos Carreño Zabala
Una atmósfera de optimismo parece envolver la humanidad de Manuel
Zapata, s.j., quien es el director de la Fundación Centro Gumilla,
organismo de la Compañía de Jesús en Venezuela que se define “al
servicio de la transformación del país en una socidad más justa y
humana” y que cumple 50 años de fundado este 2018. El párroco jesuita y
sociólogo de profesión reconstruye la situación nacional en conexión con
el rol que ha tenido para la nación la institución que dirige y su
diagnóstico se suma al realizado por muchos otros sectores nacionales.
“La situación venezolana actual es sumamente grave. Me parece que es
preocupante ver los índices de pobreza, de desnutrición o mal nutrición y
ver también las condiciones económicas”, señala Zapata, quien tiene una
licenciatura en Teología.
Para el religioso, en el ámbito político la nación se encuentra en
“una fragilidad institucional”. “Las condiciones de inseguridad han
aumentado porque aumenta la pobreza, y aumentan las oportunidades para
delinquir”, enfatiza Zapata con respecto al tema social.
Pese a lo oscuro que se ve el panorama nacional, el sociólogo insta a
los venezolanos a “que descubran dentro de sí mismos lo que son, lo que
pueden dar, a mirar dentro de su propio corazón los dones, habilidades y
cualidades, y a ser capaces de ponerlos en práctica en esta situación”.
En cuanto a los retos que tiene el Centro Gumilla, ente fundado en
enero de 1968, su director afirma que “uno de los desafíos es trabajar
en la recuperación del país y en la reconstrucción del tejido social no
solo a nivel local sino también a escala mayor”.
“Una preocupación para mí es poder apoyar los movimientos sociales
que durante estos últimos años se han desarticulado y se han
polarizado”, asevera Zapata.
-Los problemas del país parecen agudizarse y hay quienes piensan que
este será un año decisivo, ¿hasta qué punto considera que podrán los
venezolanos soportar una situación que pinta cada vez más crítica?
-La situación ciertamente es muy aguda, es complicada y cada día a
todos se nos pone más difícil salir adelante, pero creo que este momento
nos pone a prueba para ser creativos. Nosotros tenemos que aprender y
reaprender nuevas formas y maneras de organización social, económica,
política. Considero que lo podemos hacer a pesar de las circunstancias,
lo que pasa es que el gobierno está jugando a desestimular a la gente, a
desesperanzar, a angustiar y eso ciertamente cierra como que toda la
creatividad y la energía.
A pesa de ello, podemos articular la sociedad a través de proyectos
concretos, que las comunidades puedan soñar y puedan decir cómo atender y
resolver sus problemas. No podemos vender ilusiones y decir que esto se
va a resolver totalmente pero sí pudiéramos hacerle frente de otra
manera y no solamente esperando que el papá Estado nos lo haga. Pienso
que tenemos todavía capacidad para afrontar la situación.
-Desde diversos sectores se han planteado soluciones para los
problemas políticos y económicos pero, ¿cómo hacerle frente al tema de
la descomposición social que es otro flagelo grave?
-Creo que nosotros como venezolanos tenemos todavía muchos resortes.
Venezuela es un país con una gran capacidad de resiliencia y es
admirable ver como en medio de la situación del país todavía hay gente
que se está enalteciendo con su honestidad, con su sentido de
solidaridad, con echar para adelante a pesar de las circunstancias. Hay
innumerables casos de gente que se ayuda y creo que ese país todavía
existe.
-¿Cuál es el sentir que tienen las comunidades populares ante la serie de acontecimientos que se desarrollan en el país?
-Esas comunidades están como todo el país. Las condiciones de
precariedad son muy difíciles. Hay sectores en donde el tema de la
alimentación es muy duro, y sin embargo hay iniciativas muy interesantes
que ayudan con todo lo que tiene que ver con el acompañamiento y el
apoyo para por lo menos ayudar a minimizar los niveles de desnutrición o
el problema del hambre.
-El Centro Gumilla cumple 50 años ¿qué diferencia cree usted que hay entre el país de 1968 y el de la actualidad?
-Son dos países distintos. Estamos hablando de hace cincuenta años,
en 1968 teníamos diez años de democracia en el país y en este momento
estamos en una circunstancia adversa. La economía en aquellos años
comenzó también como a reorganizarse y existía un proyecto nacional,
donde había una conciliación de intereses de distintos grupos y había
una cohesión social. Esa cohesión social no existe hoy, esa dirección de
un país para todos con un horizonte común no existe. El país ha
cambiado radicalmente y se ha venido a menos. En cincuenta años, el
Centro Gumilla ha acompañado un proceso de disminución, de deterioro
económico, social y político del país.
-Esboza el papel del Centro Gumilla en este medio siglo de
trayectoria, pero ¿cuál es el rol de este organismo en el contexto
actual?
-En este momento en el que país está en deterioro, el Centro Gumilla
está apostando más por el fortalecimiento de los procesos formativos en
las comunidades populares, por la investigación sobre temas como el de
los jóvenes, la migración, la violencia comunitaria, y los temas
sociales que ayuden un poco a reflexionar y hacer un análisis agudo de
los problemas del país por distintas vías.
Apostamos por articularnos con otros grupos y organizaciones sociales
para hacer puentes y hacer posible también que la gente no deje el
interés por la formación porque eso es lo que va a hacer posible que las
personas hagan resistencia, que la gente sea capaz de constituirse en
un sujeto, en un agente de social y de transformar la sociedad. Parte de
la idea es que la gente empiece a pensarse más allá de los partidos
políticos.
-¿Para salir de esta situación es necesario trascender los partidos políticos?
-Yo no estoy en contra de los partidos políticos -son muy
importantes- pero tenemos que tener autonomía social y esta existe
cuando la gente comprende que el papel de los partidos políticos es de
mediación pero no es de coartación de las posibilidades de acción social
que tienen las personas. El venezolano tiene que entender que vale por
sí mismo y no porque un partido le diga que vale o porque el presidente
de la República le diga que vale porque pertenece a un Consejo Comunal.
La gente vale porque tiene algo que aportar, deseos de trabajar, es
capaz de soñar y quiere construir país. Lo que es cierto es que
necesitamos una nueva forma de organización social que vaya más allá de
los partidos políticos como posibilidad de generar expectativa, de
articular a la sociedad en torno a una lucha que hay que estructurar
para fortalecer el sentido de identidad que hemos perdido.
-La transfomación es una de sus filosofías, ¿qué sería fundamental para la metamorfosis de Venezuela o para ir en esa dirección?
-El Centro Gumilla, como muchos sectores, propone actualmente que la
única salida de la situación del país es un gobierno de conciliación, de
concertación nacional y que sea capaz de componerse con gente de
distintos ámbitos porque el rollo no es salir de este gobierno sino que
en Venezuela tenemos un problema estructural y hay que mirar el país
desde los cuatro costados, desde las diferentes áreas y frentes.
Aquí hay problemas graves desde el punto de vista económico, social,
político y de seguridad que hay que atender. El país en este momento es
viable si hay un gobierno capaz de enfrentar la situación, de tomar el
toro por los cachos y enrumbar a la nación para que haya una economía
verdaderamente productiva, para que se pueda romper toda la lógica de
criminalidad, de violencia, y de grupos armados que existe. Y eso es
algo que no lo va a hacer un gobierno solo sino uno que incluya gente
que pueda pensar el país e ir más allá de lo coyuntural.
-¿Qué otro elemento es relevante para lograr que el país sea como el ave Fénix?
-Es necesario un horizonte de país, que tengamos una visión común y
compartida de país. Eso es lo que hace falta porque el país está
fragmentando completamente, y necesitamos la visión de toda la sociedad
venezolana. No es un horizonte de los partidos políticos, del mundo
académico, sino un horizonte que recoja todas esas propuestas, todas
esas demandas de la sociedad y que logre recoger quiénes somos como
país, cuáles es nuestra identidad, hacia dónde queremos caminar.
-¿Considera que el Frente Amplio Venezuela Libre recién instituido va en esa línea?
-Creo que el Frente Amplio pudiera ser un esfuerzo en esa dirección.
Considero que es una pretensión que tiene, de poder recoger las
aspiraciones y las demandas y poder estructurar un país posible, viable e
incluyente.
-Dicen que la esperanza es lo último que se pierde. En este momento,
¿cree que el venezolano la conserva o, por el contrario, lo invade la
desesperanza?
-Creo que hay venezolanos con desesperanza y muy desesperanzados y
son los que se están yendo del país, pero también hay venezolanos con
muchísima esperanza por supuesto golpeados por la crisis, con muchas
dificultades para salir adelante pero con mucha esperanza.
Yo siempre digo que cuando Jesús de Nazaret murió, el pueblo que le
seguía quedó totalmente desanimado, escondido, se desbandó pero ese
pueblo tuvo contacto con el Jesús resucitado y esa experiencia profunda
que nace en la muerte, que nace en el fracaso, que nace en la crisis,
esa experiencia de encuentro personal les humanizó, les sacó de la
desesperanza, del miedo y les dio una profunda valentía que es
inexplicable, que viene de esa fe, de ese encuentro.
Para mí, nosotros podemos salir adelante. No todo está perdido porque
nosotros queremos poner nuestro corazón en esta situación para
transformar la muerte en vida, para transformar el sinsabor en sabor y
para transformar la desesperanza en esperanza.
2018-03-10 |
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